A partir de nuestra experiencia clínica con pacientes y familias en las que impera un clima toxico que nos involucra de un modo somatopsiquico, describimos  un tipo de capacidad de reverie en la cual  a partir del malestar del analista  y  lo singular de su subjetividad, es posible rescatar la percepción de la descarga somática del afecto.  Momento que dentro del circuito pulsional objetalizante, refiere al primer pasaje de lo puramente cuantitativo en búsqueda de lo cualitativo y primer componente presubjetivo que sostiene el valor mensajero del afecto[27], para alguien subjetivamente disponible. (Green lo describe como percepción del yo inconsciente atravesado por movimientos internos desprovisto de cualidad).

El afecto pensado como primer representante pulsional en su camino hacia el objeto[28]adquiere una función semaforizante[29] , es decir se torna índice para alguien psíquicamente presente y puede recuperar el transito somato-psíquico necesario que va de la descarga somática a la percepción de la descarga y finalmente al acceso al matiz afectivo.  Transito en el que dentro del espacialidad de terceridad analítica que es  la intersubjetividad  transferencial, queda convocado el tercero analíticosujeto tercero de la intersubjetividad en su dimensión pulsional e inconsciente[30],  Pensar al afecto dentro del circuito pulsional  y la intersubjetividad transferencial,  inaugura posibilidades ante la presencia de los efectos de diferentes clivajes de/en la subjetividad tanto en terapia individual como familiar. Es el concepto de pulsión el que articula de un modo articulado y no articulable la dialéctica sujeto/ objeto.

En situaciones clínicas en las que la relación de sujeto del Yo está potencialmente en juego, el afecto adquiere una función preparatoria o más bien anticipatoria ya que el proceso afectivo es una anticipación del encuentro del cuerpo del sujeto con un otro  en términos imaginarios o presente.[31] Así mismo es importante revalorizar y pensar  el lugar de lo alucinatorio frente a la problemática del retorno de lo aun no subjetivado.

En la espacialidad intersubjetiva transferencial a través de la  complementariedad interfantasmática y sobre un fondo co-alucinatorio inconsciente, podemos recuperar el tránsito hacia la figurabilidad, es decir un modo en nuestro proceso de análisis, de hacer consciente lo inconsciente. Referimos tanto a  aquello que no tuvo ligadura con la representación por ser una huella perceptiva, presubjetiva y atópica así como  a situaciones escindidas o clivadas defensivamente entre el afecto y la representación.

Es el malestar del analista el que posibilita registrar la descarga somática del afecto y situarnos frente al efecto de la presencia de la “representación cosa de la no representación” ante lo clivado de la subjetividad (R Roussillon). Este es un punto fundamental en nuestro desarrollo ya que siendo esta ultima  el organizador del espacio representativo, lo enunciado habla de la diferencia entre lo cuantitativo que iría a la descarga perdiendo su efecto de significancia o  entrar en la re-petición dentro de la intersubjetividad y recuperando el acceso a lo cualitativo y a la representación,  

El concepto del fondo alucinatorio del psiquismo[32] articula la capacidad de reverie específica en estos momentos en los que el afecto en su dimensión cuantitativa nos convoca, con el mecanismo del retorno de lo aun no subjetivado[33]. De un modo automático y compulsivo se da un reinvestimiento alucinatorio de la experiencia traumática, en la cual hubo experiencia alucinatoria sin acceso al objeto y a la representación[34].

Es el malestar del analista el que posibilita registrar la descarga somática del afecto y situarnos frente al efecto de la presencia de la “representación cosa de la no representación” ante lo clivado de la subjetividad (R Roussillon). Este es un punto fundamental en nuestro desarrollo ya que siendo esta ultima el organizador del espacio representativo, lo enunciado habla de la diferencia entre lo cuantitativo que iría a la descarga perdiendo su efecto de significancia entrar en la re-petición dentro de la intersubjetividad y recuperando el acceso a lo cualitativo y a la representación.

El concepto del fondo alucinatorio del psiquismo,[1]articula la capacidad de reverie específica en estos momentos en los que el afecto en su dimensión cuantitativa, nos convoca con el mecanismo del retorno de lo aun no subjetivado[2]. De un modo automático y compulsivo se da un reinvestimiento alucinatorio de la experiencia traumática, en la cual hubo experiencia alucinatoria sin acceso al objeto y a la representación[3].

 

[1] R Roussillon, C Botella.

[2] R Roussillon

[3] R Roussillon la enuncia como “Experiencia de displacer” y le otorga un lugar específico en estas situaciones clínicas.

[26] C.Botella, R.Roussillon

[27] R Roussillon,

[28] R Roussillon Es el concepto de pulsión el que articula de un modo articulado y no articulable la dialéctica sujeto/ objeto.

[29] R Roussillon

[30] T Ogden

[31] C Botella

[32] R Roussillon, C Botella.

[33] R Roussillon

[34] R Roussillon la enuncia como “Experiencia de displacer” y le otorga un lugar específico en estas situaciones clínicas.