*Por Eduardo A. Grinspon
En pacientes sostenidos por su núcleo identitario de sobrevida psíquica, no debemos perder de vista que al haber sobrevivido como pudieron”, en cada uno subyace un paradigma relacional de sobrevida psíquica a partir del cual se posiciona en su lugar actual de “objeto quejoso o sufriente del movimiento de otro”, alternando un accionar acorde con un “yo culpable y deudor” o con un accionar destructivo sostenedor de un “yo soy el mal”[1].
En estas parejas el paradigma relacional dentro del cual nos encontramos implicados, es un paradigma “actual” que articula la historia singular de cada miembro y el rasgo diferencial en este tipo de sufrimiento narcisista identitario, es sostener la dimensión identitaria de “ser” de cada uno, a partir del sufrimiento sostenido en una solución narcisista “a deux”. En esta subyace un conglomerado de escenas fallidas y exitosas que han dejado su marca en el narcisismo de cada ser vivo y su solución de sobrevida psíquica. En nuestra clínica partimos del escollo clínico que implica en la TPFP, la solución narcisista de sobrevida psíquica “a deux”, y su equilibrio interdefensivo singular y patógeno, frente al cual nos enfrentamos y dentro del cual estamos implicados. En definitiva dos personas con historias diferentes constituyeron como pudieron un pacto (narcisista) denegativo en el cual a partir de su mutuo accionar y la interdependencia innegociable, mantienen de un modo atemporal la eficacia del sistema defensivo preventivo singular.
Desde nuestros pacientes y pensando en la vacilación necesaria del equilibrio interdefensivo:
- A) ¿Qué condujo a la vacilación de este equilibrio y al motivo de consulta?
- B) ¿Desde qué escena propia habla cada uno cuando habla? ¿O dice?
- C) ¿a quién imaginamos que le habla?
- D) ¿Frente a quien se despliega esta escena? ¿Un testigo? ¿Una función paterna? ¿Otro?
Desde el analista:
- a) ¿a quién recibimos?
- b) ¿desde donde escuchamos?
- c) ¿Cómo intervenimos? ¿Intervenir o interpretar?
- d) ¿a quién hablamos cuando intervenimos?
- e) ¿Cómo incluir en estas escenas lo poco pero alguna vez habido, de un continente narcisisticamente positivo, para ser base de la auto conservación actual y las potencialidades en un espacio analítico?
¿Cómo conceptualizar la evolución de estos procesos terapéuticos a partir de la transformación de estos paradigmas relacionales en los procesos de TPFP dentro de los que nos encontramos implicados, y en los que lo patológico se torna patógeno, con su consecuencia en el otro?
A posteriori de conceptualizar la necesariedad de recuperar en sesión al sujeto del propio dolor, nos enfrentamos con el hecho que para co-construir el tejido cicatrizal necesario, era fundamental el trabajo de subjetivacion historizante de lo que alguna vez hubo. ¿Cuáles fueron los recursos utilizados, sus marcas y restos aun en búsqueda de la subjetivación necesaria?
¿Desde qué posición clínica podemos ir a la búsqueda de estos recursos?
Al ser este un interrogante surgido no como una estrategia técnica, sino a partir de un registro subjetivo transferencial de la persona del analista, quedan convocadas en el espacio intra e intersesion nuestras propias vivencias con alguna homología estructural a las que subyacen en el espacio transferencial.
Al corrernos de la posición explicativa y circular, estos recursos que refieren a lo rescatable del vinculo primario o corriente de apego, incluso si tuvo que ser “al negativo del objeto”, pero apego posible alguna vez habido, pueden ser actualizados y tornarlos disponibles. No refiero a las condiciones del objeto sino a las potencialidades de sobrevida psíquica del yo primitivo de realidad ante la falla de lo maternal necesario[2].
Depende de la posición subjetivo transferencial de cada analista, que nuestros pacientes obtengan o accedan a recursos que por haber sobrevivido alguna vez poseen, pero no pueden disponer para enfrentar situaciones actualizadas con características dolorosas, abusivas, avergonzantes, humillantes etc. ¿Es una referencia a “Aquello que teniendo no poseo”? ¿Un tipo especifico de función reflejante necesaria de la posición del analista? Referimos a escenas en acto y actuales que pueden ser sostenidas en la reedición atemporal de lo ya conocido, o acceder a la re-petición de la diferencia a partir de un analista otro sujeto, “en persona” sostenedor de una terceridad adecuada.
Partir de una posición intrasesion de no dudar que algo hubo, nos permite ir a la búsqueda de aquellos recursos y no enfrentar a nuestros pacientes con un tipo de desvalimiento sostenedor de la fantasía de auto engendramiento y reforzando su matiz identitario actual. El hecho que habite en nosotros en el escenario intrasesion un imperativo que sostiene “el vinculo preexiste al conflicto”, nos posibilita imaginar posiciones subjetivas dentro del paradigma relacional vigente, las defensas en juego y es a su vez, desde donde se torna posible obtener los recursos para ligar los movimientos pulsionales extintivos, los cuales en sesión también están en búsqueda de la objetalizacion posible. El conflicto “actual” no es el vínculo, pero puede ser defensivamente el organizador de la tensa continencia posible.
A partir de nuestra afirmación, “Usted no es lo que sufrió, sino quien sufrió”, estamos convocando a un esbozo de sujeto. El proceso analítico y nuestra escucha es lo que permite patrimoniar aquello que también habita en nuestros pacientes. La historia de estos no comienza con el trauma, es decir su vida no ha comenzado con lo que explicamos acerca de lo que subyace a su andamiaje defensivo y pensamos como traumático. Lo traumático en lo actual refiere al contenido que por omnipresencia, en la reedición, sostiene una continencia tensa y pervertida que M Hurni G Stoll enunciaron como la tensión intersubjetiva perversa. Podemos suponer que también hay restos de una continencia posible que preexiste y que el contenido actual junto a nuestra respuesta frente a los movimientos pulsionales extintivos que nos implican, pueden llegar a co-construir una continencia actual dentro de la cual los contenidos puedan ser subjetivados. Diferenciamos el dolor del andamiaje defensivo puesto en juego.
¿Cómo acceder a la subjetivación historizante de los sectores de cada ser vivo desde donde poder incluir en nuestro espacio subjetivo transferencial, su patrimonio subjetivo que le posibilitó acceder a lo que operó como traumático para alguien?
En mi experiencia clínica con este tipo de pacientes surgen “en mi” imágenes o inquietudes que me llevan a plantear interrogantes o intervenciones contrafirmativas. Un tipo de afirmación sobre el “ser de nuestros pacientes que son planteadas como tal en sesión. Por ejemplo: ¿fue usted chiquito alguna vez?, ¿nació usted alguna vez? Pregúntele a su piel, hay restos de alguna caricia. ¿Fue feliz alguna vez? Cada una de estas frases contienen términos que supongo que son entendidos por mi paciente y es su respuesta lo que me va a dar índices de este registro. Me asombra encontrar en ciertos pacientes que pareciera que nunca hubo algo diferente y rescatable, una respuesta no esperada a partir de esta intervención contrafirmativa.
¿Cómo conceptualizar la articulación entre la moción pulsional del paciente con “su analista y su pulsión”?, pues para que el cambio clínico se de en el paciente, debió haber en este una disposición al cambio, y articulado con algo de la pulsión del terapeuta. Referir a lo articulado y no articulable, es pensar al analista en sesión dentro de un espacio inter subjetivo que es el espacio subjetivo transferencial. No es lo mismo el sujeto solo frente a su pulsión en ausencia del objeto, que el sujeto solo frente a su pulsión, ante alguna presencia del objeto. Pienso que esto es lo que pasa a nuestros pacientes en sesión cuando logramos que puedan conectarse con los momentos de haber estado solos frente a su pulsión en ausencia del objeto pero “ahora” en presencia del analista. Momento del proceso transferencial en que se logra la articulación antes mencionada y al dar matices a la dimensión del testigo, se puede acceder al testimonio del sufrimiento padecido.
NOTAS: