Autor: Eduardo Grinspon

Trabajo de subjetivación del testigo intra-subjetivo del sufrimiento narcisista padecido por “nuestros pacientes” y subyacente en su solución de sobrevida psíquica.

*Por Eduardo A. Grinspon

Introducción.  

Intentando dar especificidad a nuestra escucha singular frente a soluciones narcisistas de sobrevida psíquica[1], enunciamos en un artículo anterior “nuestros pacientes no nacen ni comienza con el trauma[2]. Estos son personas en “posición de pacientes de alguien”, quienes a partir de aquellas experiencias de sufrimiento narcisista organizaron como pudieron su solución narcisista[3] y rasgo identitario con el cual se nos presentan en sesión. Nuestra especificidad en familia y pareja nos enfrenta a su vez con las múltiples posibilidades en la articulación de estas soluciones y el equilibrio interdefensivo operante a partir de la sinergia de las corrientes defensivas singulares preventivas defensivas, que muchas veces opera también de un modo ofensivo patógeno. En este equilibrio inter defensivo al ser dinámico y en permanente readecuación, lo patógeno deja restos, los cuales dentro de nuestra espacialidad terapéutica adquieren su función mensajera para alguien, un otro afín pero diferente disponible y utilizable. Nos referimos a un tipo de trabajo del negativo que enunciamos “trabajo del resto” o trabajo del trauma en un “entre dos”.

Ante lo específico del sufrimiento narcisista identitario[4] subyacente en estas soluciones de sobrevida, “el trabajo del trauma de alguien”[5] (tanto en nuestros espacios de terapia individual como dentro de la sesión de terapia de pareja o familia), pide una espacialidad ¿tróficamente clivada dentro del magma incestual?[6], en la cual se inaugure a partir de la presencia implicativa de un semejante, un “entre dos” con quien acceder al trabajo de simbolización necesaria para la apropiación subjetiva de las marcas de sufrimiento aun clivadas “de su subjetividad”.

Partimos de la idea que el retorno de estos restos de sufrimiento vivido (pero quizás aún no vivenciados) no cesa en su insistencia[7], dando lugar en nuestro espacio terapéutico tanto individual como familiar a este tipo de trabajo del negativo. À partir de la proposición que Lacan nos ha dejado [8]Wo es war soll ich werden”. R Roussillon nos propone “Allí donde Ello era (o estaba) el sujeto, (el Yo, el sujeto, el Yo instancia) debe advenir. Dicho de otro modo los contenidos del Ello deben integrarse en la subjetividad, deben ser apropiados en y por esta. Aquello que está en resto en la vida psíquica, aquello que resta bajo la forma de Ello, es decir sin sujeto ni objeto, debe advenir Yo considerado este como instancia de la subjetividad.  El trabajo de subjetivación de lo que insiste desde este tipo de negatividad, depende de una disposición fundamental “del otro”, que es exigido en primer lugar a nosotros como personas implicadas. Un tipo de pasividad necesaria que posibilita dejarnos penetrar por lo desconocido. Esta “pasividad activa” (en su diferencia con la pasivación) frente a estas situaciones clínicas, es la regla fundamental que nos posibilita ir a la búsqueda desde nuestra posición implicativa[9], a lo desconocido o más precisamente a lo aun impensable por nuestros pacientes.

Es pertinente diferenciar de inicio “nuestra escucha y posición clínica” frente a aquellas familias en las que el sufrimiento psíquico, su procesamiento de lo traumático y su transmisión[10] es causa y consecuencia de la sobrevida psíquica lograda a partir:

  • De catástrofes extra-familiares, (guerra, migraciones, desastres climáticos etc.), en las que las que se logró la supervivencia física,
  • de aquellas en las que lo sucedido dentro del espacio intrafamiliar, (incesto, incestualidad, abusos sexuales y narcisistas, cuadros psiquiátricos y sufrimientos psíquicos sostenidos sin salida etc.), adquirió el rasgo de “catástrofe familiar” poniendo en juego mecanismos defensivos preventivos y patógenos.

Como ya lo hemos planteado diferenciamos lo patológico, de lo patógeno en la medida que esto afecta a un otro en quien deja un resto, transformándolo en  depositario. En estas familias prima un clima de secreto familiar, al que metafóricamente lo enunciamos como lo secretado, un producto toxico de una glándula de secreción interna familiar, sostenida dentro del proceso de transmisión por las alianzas defensivas ofensivas patógenas. Este matiz se sostiene frecuentemente a través de generaciones, a partir del equilibrio interdefensivo parental y la comunión de desmentida[11] operante, con su consecuencia en el modo de “transmisión traumática de lo traumático[12]” . Sobrevivir dentro de este clima familiar, determina que la estructuración del narcisismo se haya dado a partir de estrategias de “sobrevida psíquica frente al sufrimiento narcisista identitario[13]”, soluciones narcisistas  que implicaron a su vez un modo singular de:

  • nacimiento del “objeto para un yo”,
  • de la “estructuración del narcisismo” y el rasgo identitario logrado.
  • “del yo”,

A partir del modo en el que se haya dado la inevitable transmisión, nos enfrentamos en la clínica actual con familias en las que en la pareja parental[14], impera una alianza patógena dada a partir de la articulación de soluciones narcisistas frente al singular sufrimiento narcisista padecido[15]. Al darse la transmisión traumática de lo traumático, este andamiaje defensivo trans-generacional arrasa el imperativo que impone a cada generación el trabajo de apropiación subjetiva de lo transmitido, para acceder a la inter-generacionalidad.

Acerca del sentido de la realidad incomprensible.

Ante este escollo clínico ¿Cómo tornar comprensible en nuestros pacientes, “el sentido[16] de una realidad” que inevitablemente fue vivida, pero no vivenciada y que se sostiene aun, a partir de una re-edición[17] en lo actual de un modo contextual y atemporal? Refiero a dar lugar desde nuestra intersubjetividad transferencial tanto individual como familiar, al trabajo de subjetivación historizante[18] del propio sufrimiento padecido, un tipo del trabajo del negativo frente a la negatividad operante en los recursos de sobrevida psíquica.

¿Desde dónde parte el retorno de los restos cuantitatvos presubjetivos, huellas perceptivas[19] de las experiencias vividas en su diferencia con las huellas mnémicas?

Decidí apelar al uso metafórico del término testigo intrasubjetivo, a partir del “testigo” enunciado en las patologías constructivas y referidas a estructuras de hormigón. Este es un material vivo en el qué su elasticidad y capacidad acotada de transformación, lleva a que ante grietas posibles, un técnico instale un “testigo de yeso o de vidrio” que registra y evidencia lo que “va” o “fue” sucediendo, un testigo puesto por alguien y vigente para alguien.

En nuestra clínica dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica, refiero tanto al testigo intrasubjetivo del analista en sesión, como al testigo intrasubjetivo del sufrimiento padecido por nuestros pacientes. El testigo no  refiere a un momento puntual, sino una posición dentro de la propia singularidad subjetiva, que sostiene un registro intra-estructural de las variaciones transitadas en su medio relacional. De un modo homologo al testigo vigente frente a las grietas del hormigón, planteamos al testigo intra subjetivo singular como una posibilidad disponible en nuestros espacios intersubjetivos transferenciales, siempre y cuando “sus registros” lleguen a ser un testimonio a partir de ser significativos para alguien.

En aquel sector que enunciamos como el “testigo intra subjetivo del sufrimiento padecido, habitan las marcas cuantitativas, pre-subjetivas y diversos registros de aquellos interrogantes, incluidos los somáticos (por ej. el hambre y sus derivaciones), que fueron surgiendo al tratar de comprender y dar sentido a “su realidad”. A partir de la respuesta posible de su medio familiar esta se fue tornando inentendible e innombrable, quedando como conclusión[20], que solo el sufrimiento y la cantidad del dolor operan como organizadores[21]. Este registro se tornó causa de su solución narcisista de sobrevida psíquica, una solución lograda a partir del trabajo psíquico que nos impone lo traumático ante la necesariedad de apropiación y transformación posible[22] de lo transmitido. En estas soluciones de sobrevida en las que la temporalidad es reducida a la imperiosidad, y la experiencia de satisfacción al alivio y la calma, queda habitualmente como resto “intrasubjetivo” una convicción, “la vida es así” y “el sufrimiento sin salida es un organizador posible”. En una retracción que tiende al anonimato, se inaugura, un tipo de singularidad y soledad en su referencia al objeto otro sujeto, frente a la violencia y la desesperanza. Como ejemplo introductorio recuerdo una paciente quien refiere un clima familiar, organizado a partir de las discusiones violentas entre sus padres, con descargas sin borde posible y ella posicionada como la hija mayor responsable del cuidado de sus hermanos. En un momento frente a una crisis y la impudicia de la violencia dada entre sus padres, “que se mataban”, “salió aterrorizada” a la calle para que alguien los ayude, frente al desenlace catastrófico temido. A partir de su singular testigo del sufrimiento psíquico no desvitalizado, pudo recuperar a partir de la desesperación[23] y dentro de su egoísmo necesario[24] para sobrevivir, el temor y la esperanza o ilusión de una diferencia. Su registro de realidad promovió su salida, a partir de la cual, la realidad familiar gritó hacia el afuera, un llamado a la exogamia y un pedido de salida del imperio del superyó incestual (surantimoi[25]) super anti yo singular imperante en familia.  . Hubo algo “propio” en esta paciente que le posibilitó la vigencia de este sector de su superyó singular, que le permitía cuidar a sus hermanos, quizás a ella misma proyectada en ellos, y ante su desesperación pudo acceder a un movimiento de salida. Este pasaje por el acto recuperaba la función mensajera, que tendía a ser desvitalizada y tornada en desesperanza en el circuito de complicidades imperante en su medio familiar. En la alianza parental se sostenía una solución narcisista “a deux” , una alianza defensiva -ofensiva patógena con graves consecuencias en sus hijos. Se sostenía en esta paciente un “yo sujeto” con un testigo intra subjetivo “aun” en “búsqueda de la objetalización” necesaria para acceder al testimonio, afectos, representaciones y palabras entendibles por un otro, un humano como uno.

Estamos enfrentados al modo en el que en las soluciones logradas (frente al sufrimiento narcisista identitario) de nuestros pacientes, quedan los restos de la transmisión traumática de lo traumático.

¿Cuál es el destino posible de estos restos al pensarlos en su proceso terapéutico y dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica?

Al estar posicionados dentro de los movimientos enloquecidos y enloquecedores que se dan en sesión, sus efectos nos involucran “más allá del momento de sesión”. Estos efectos o afectación “inter-sesión”, nos llevó a ampliar el concepto de transferencia al de “inter-subjetividad transferencial”, una espacialidad que nos implica en el neogrupo[26] que constituimos dando lugar a la posibilidad de la penetración actuada[27] del clima toxico “invivible” en el que sobreviven estas familias. Una afectación dada en nosotros al sostener la vitalidad de nuestro sentir frente a los movimientos perversivos narcisistas y la desvitalizacion adaptativa del sentir de “nuestros pacientes”.

En nuestro espacio intersubjetivo transferencial con estos pacientes, y pensando que la re-edición “de la misma escena” en sesión es un tipo de  re-petición en búsqueda de la diferencia posible, nos preguntamos ¿desde qué  posición  nuestra presencia posibilita la objetalización necesaria para acceder a la presencia “intra sesión” del testigo del propio sufrimiento narcisista y que “aquello que no ha podido ser reflejado de manera suficiente en la historia significativa del sujeto[28], pueda advenir a su  espacio psíquico?

Intentamos dar figurabilidad al transito somato psíquico dado a partir de los restos que habitan aun en

  • aquel hijo cuya posición hemos nombrado “el pibe ojo” quien mira en silencio y soledad, diferente pero no excluyente del,
  • “pibe oreja”, cuyos oídos fueron abusados por intrusiones inelaborables, aturdido y aterrado por ruidos y violencias enloquecedoras, o silencios dolorosamente audibles.

Al ser el oído el único orificio de nuestro cuerpo sin esfínter, el equivalente de un esfínter posible es acceder a pensar desde una singularidad subjetiva y pulsional, que en estos pacientes es una dimensión a recuperar o a co-construir a partir de nuestra presencia implicativa.

Estamos frente a lo que D Maldavsky llama contagio afectivo, referido al modo en el que afecta a los hijos testigos un clima en la pareja parental de desconexión   o de violencia expulsiva. Estos hijos, (en quienes se da una parte afectiva somática y otra cognitiva), a partir de su interdependencia trans-narcisista y trans-subjetiva[29], se conectan con el sufrimiento identitario parental.

Llamamos testigo a un aporte “desde al analista” quien,  corriéndose de una posición explicativa o descriptiva y no desvitalizando su extrañeza, confusión o malestar en sesión, que evidencia su propia posición de testigo, puede imaginar, preguntar y nombrar “a su modo” esta posición subjetiva dentro de estas escenas. Al nombrarla estamos inaugurando la intersubjetividad necesaria para que advenga la posibilidad en nuestros pacientes de “no estar solo frente a su pulsión en presencia de la ausencia del objeto”, escena que también habita como una posibilidad en el sufrimiento del analista.

A partir de nuestra intersubjetividad transferencial intentamos relanzar el transito somato psíquico y salir de la estasis, impasse, o impassé[30]. La dimensión de catástrofe generacional[31] y su inevitable transmisión, es un concepto que habita en nuestro pensamiento y va adquiriendo figurabilidad a partir de la co-generatividad asociativa interpsiquica[32] lograda a partir de la inclusión intra-estructural de nuestra subjetividad en el proceso terapéutico vivido con nuestros pacientes, parejas o   familias.

¿Cuál es el modo en que cada analista “se aporta” dentro del vínculo transferencial (tanto individual, pareja o familiar), para sostener el “objeto otro sujeto (y su pulsión)” necesario para que emerja “entre nosotros” esta dimensión de testigo en su camino a ser testimonio y vacile la escena de estar “solo frente a su pulsión en presencia de la ausencia del objeto[33] ?

Cuando enunciamos los “singulares recursos para la sobrevida psíquica”, retorna el interrogante acerca del modo posible de incluir en el paradigma relacional[34] vigente  en el que estamos implicados, lo poco pero “quizás” alguna vez habido de un continente narcisista positivo, un recurso muchas veces necesario para la autoconservación y potencialidad en nuestro espacio analítico. Esta posición implicativa del analista tiende a posibilitar a partir de los recursos propios de cada paciente el trabajo de apropiación subjetiva de lo alguna vez habido. Nos referidos a su pulsión de sanar como un aliado fundamental del terapeuta[35], si esta última tiende al retorno a un estado anterior, ¿cómo implementar la objetalizacion para dar lugar a un sector de la pulsión de sanar que regrese a un estado alguna vez habido y que a su vez posibilite el tránsito de las carencias narcisistas presubjetivas y atópicas a heridas narcisistas, a su cicatrización y re lanzamiento subjetivo? Pensamos que si nuestros pacientes tienen “ombligo y hablan”, algo “han recibido e hicieron lo que pudieron”, quedando de nuestro lado posibilitar el trabajo de simbolización para acceder a la   subjetivación historizante de estas marcas. Un objetivo clínico para el cual la conceptualización clínico teórica de esta posición de testigo intra estructural, nos parece fundamental. Es decir al habitar en nosotros la posibilidad de dar lugar a estas escenas, accedemos a intervenciones[36] surgidas a partir de nuestro registro y un tipo de transferencia a la que R Roussillon enuncia paradojal en la medida que se sostiene un movimiento transferencial por retorno de un tipo particular de negatividad, que al pulsar y no cesar de insistir en búsqueda del objeto “otro sujeto”, lo lleva a un uso singular de la disponibilidad de su analista. Esta posición subjetiva transferencial sostiene “a partir de nosotros” como personas de “su analista”, un tipo de esperanza (“espoir”) que nos lleva a diferenciar, “lo imposible y nunca habido” sostenido en lo que muchas veces se presenta como un supuesto rasgo de carácter, de lo muy poco probable pero “quizás alguna vez habido” y teniendo que respetar el modo en el que estas “personas como uno”, accedieron a sus recursos de sobrevida psíquica. Estamos refiriendo a un “a posteriori” que inaugura nuestra disponibilidad empática y afectiva a los matices del sufrimiento identitario. Con estos pacientes, son los momentos en los que la situación analizante[37] adquiere la función necesaria[38] de ser un “un dispositivo social[39]”.

Entre las intervenciones que he utilizado, muchas de ellas partieron de poder recibir las escenas que iban surgiendo en mí y en lugar de desecharlas por imposibles, ingenuas o reducirlas con una explicación,  poder transformarlas en interrogantes, los que al ser planteados en sesión con palabras entendibles por humanos, abrió en el vínculo transferencial dado “en ese momento” la condición de posibilidad (por ej. preguntar por recuerdos a partir del cuerpo o de la palma de la mano de “mi paciente” cuando era chiquito, o en una familia preguntar y proponer ver “juntos” en sesión fotos de la familia qua alguna vez fueron y “no aceptando” que esta familia se inaugura con lo traumático, etc. ) .

Intento acceder al trabajo de subjetivación historizante de los afectos singulares, a partir de una ilusión o esperanza sostenida en mí, que “me y nos” lleva  a dar figurabilidad al chico alguna vez ubicado “solo frente a la pareja de sus padres”[40], que hemos llamado  el pibe ojo y  al pibe oreja. Estos momentos de sesión nos permite una co-generatividad asociativa no explicativa que nos lleva a la co-construcción y configuración de escenas, que “ya son parte de nuestro patrimonio”, y es nuestra memoria la que tiene que sostenerlas en una continuidad procesal.  Aceptamos necesario que una vivencia insoportable o innombrable, deba ser olvidada o sostenida clivada del yo (tanto singular como familiar), para luego ser pasible de ser recordada[41] por un “yo sujeto” “en presencia de un objeto otro sujeto como uno”, en nuestro caso “su analista”. ¿Cómo adecuar este matiz a nuestro memoria y posición clínica dentro del trabajo de subjetivación en sesión “fragmento por fragmento” de lo “aun no subjetivado”? Estas escenas muchas veces nos asombran y es lo que enuncio como lo aún desconocido en\o de nuestros pacientes.

Nos encontramos con pacientes quienes por su retorno incesante a la misma posición intra proceso, pensamos en la vigencia de “rasgos de carácter”. Refiero a procesos terapéuticos en los que frente al retorno compulsivo a la misma escena, se genera en nosotros un tipo de malestar que, al resistir a  a la explicación confirmatoria, nos lleva a recordar otros momentos, en el mismo paciente ya sea singular, pareja o familia, en los que  se evidenciaban sectores diferentes y acorde a defensas tróficas. Estos registros “en mi”, me han llevado a diferentes intervenciones[42] y una de ellas consistió en intervenir relatándole o comentándole a la paciente, pareja o familia en sesión “ahora” presente subjetivamente y “a partir de mi memoria”, diferentes momentos de “mi paciente” y el proceso que pudimos transitar. Fue notable la sensación de comodidad y derecho a hacerlo, que pude sentir en aquellos momentos en los que, incluyendo la dimensión de lo propio no negociable desde un egoísmo necesario y dentro de la intersubjetividad transferencial, no interpreto “diciendo a”, sino relato a alguien “presente”, mi registro subjetivo singular.

En pacientes en los que el supuesto rasgo de carácter, nos posiciona frente a soluciones narcisistas de sobrevida psíquica “a deux”, tenemos que revalorizar, como ya lo hemos planteado, las diversas facetas del testigo del sufrimiento narcisista padecido y su derivación identitaria acaecida.

Conclusión

Del mismo modo que en las patologías constructivas[43], lo registrado por el testigo está disponibles, siempre y cuando llegue a ser significativos para alguien, en nuestro desarrollo nos posicionamos frente a las consecuencias de “nuestro registro” articulado de un modo no articulable con el registro de “nuestro paciente”, pero somos nosotros quienes desde nuestra posición de testigo intra proceso y por medio de nuestras intervenciones, vamos a la búsqueda de la dimensión cuantitativa del  testigo de nuestros pacientes para co-construir la dimensión cualitativa del testimonio.


NOTAS

[1] E Grinspon www.eduardogrinspon.com. “La supervivencia psíquica, una diversidad cultural en nuestra escucha psicoanalítica frente al sufrimiento narcisista identitario familiar”.

[2] E Grinspon, www.eduardogrinspon.com. “Nuestros pacientes no nacen ni comienzan con el trauma: co-construcción de “nuestros pacientes”.

[3] R Roussillon, define la “solución” en su referencia al modo de presencia del objeto, es decir la plantea como un “testimonio del esfuerzo del psiquismo para ligar las experiencias de dolor compulsivamente alucinadas, que no han sido simbolizadas primariamente sino solamente ligadas mediante una solución que impronta a lo erótico su poder de ligadura evitando el encuentro con la necesidad del objeto. Esta solución resta narcisista y está bajo la primacía del principio de placer pero no necesariamente implica satisfacción. Diferencia fundamental que plantea R Roussillon entre el acceso al “placer” por medio de la descarga y “el acceso a la experiencia de satisfacción en presencia del objeto subjetivamente presente”.

[4] R Roussillon,

[5]  E Grinspon, www.eduardogrinspon.com. “El trabajo del trauma en un “entre dos” y su especificidad en TPFP frente a soluciones de supervivencia psíquica.

[6] E Grinspon posibilidad del “Espacio terapéutico ampliado no escindido”.

[7] R Roussillon, compulsión a la repetición en búsqueda de la apropiación subjetiva.

[8] À partir de la proposition que Lacan a rendu tellement célèbre « Wo es war soll ich werden », R Roussillon nous propose «là où était le Ça le sujet (le Ich, le sujet, le Moi, le Moi-sujet) doit advenir », autrement dit les contenus du Ça doivent s’intégrer dans la subjectivité, doivent être appropriés dans/par celle-ci. Ce qui est en reste dans la vie psychique, ce qui reste sous une forme « Ça », c’est-à-dire sans sujet ni objet, doit devenir Ich, doit devenir Moi considéré comme instance de la subjectivité ».

[9] Es su diferencia con la estéril, pero tranquilizadora para nosotros, posición explicativa.

[10] E Grinspon. Continuidad narcisista identitaria 2014.

[11] No solo frente a la diferencia de sexo y de generaciones, sino fundamentalmente de la autonomía narcisista, de la diferencia vivo-muerto y de la interdicción a la intercambiabilidad de seres

[12] A Ciccone,

[13] R Roussillon.

[14] Pareja fundante de la institución familia,

[15] R Roussillon,

[16] A Ciccone, el sentido de la experiencia vivida,

[17] Diferencio la re-edición hacia un más de lo mismo, de la re-petición en búsqueda de una diferencia y pienso que la re-edición en el espacio transferencial es un tipo de re-petición de la objetalizacion necesaria.

[18] R Roussillon,

[19] E Grinspon, www.eduardogrinspon.com, « Posición implicativa de la persona del analista en momentos tóxicos intrasesion y su derivación en equivalentes pre oníricos.  Lo alucinatorio en sesión.

[20] Luego de transitar los tiempos lógicos  de “ver, comprender, concluir”

[21] R Roussillon ; les termes de scènes ou l’enfant est présent et confronté aux effets sur lui des particularités de la relation pulsionnellement investie du couple de ses parents, c’est-à-dire de scène dans lesquelles, sans être formellement inclus et impliqué (il ne s’agit pas de la question des « parents combinés »), il est néanmoins le témoin privilégié. (E Grinspon una anticipación del testigo intrasubjetivo hoy enunciado)

[22] A Ciccone, Le traumatisme comme exigence de travail psychique ».

[23] E Grinspon, Porque vos…! Un modo posible de sostener la coexistencia paradojal de varias realidades , Actualidad Psicológica Marzo 2015

[24] Diferencio el egoísmo mezquino “a costa de otro”, del egoísmo necesario para la sobrevida psíquica, relacionado con el masoquismo guardián de la vida (B Rosemberg), un masoquismo del sujeto y para el sujeto.

[25] PC Racamier, Superantiyo Esta instancia es un heredero de la seducción narcisista, es débil en libido pero fuerte en destructividad.   Se coagula con un ideal del yo soberano. Exige de creer todo prohibiendo saber, el incesto es la exigencia de ceder junto a la interdicción de desear. No es una ley severa, es una tiranía. Prohíbe pero no protege. Presenta la verdad como una falta, el pensamiento como un crimen y los secretos como intocables.

[26] E Granjon,

[27] R Roussillon,

[28] R Roussillon : L’analyste est appelé à devenir le « miroir du négatif » de l’analysant, appelé à ressentir et éprouver ce que l’analysant, pour ne pas succomber, a dû répudier de lui. Plus qu’a une logique de la perte, ou là encore, en parallèle à celle-ci, c’est à une logique de ce qui n’a pas pu avoir lieu psychique, à ce qui n’a pu advenir à la psyché que l’analyse est confrontée, à ce qui de celle-ci n’a pu être reflété de manière suffisante dans l’histoire significative du sujet.

[29] Diferenciamos lo trans-narcisita y lo trans-subjetivo incestual,   de lo inter-narcisista y lo inter-subetivo.

[30] P Denis,

[31] E Grinspon 2014 “Continuidad narcisista identitaria”

[32] R Roussillon.

[33] R Roussillon,

[34] A Abella, Nosotros sufrimos de nuestro pasado, pero más exactamente de los paradigmas relacionales inconscientes que hemos construido a partir de nuestro pasado, construyéndolos a partir de nuestra pulsionalidad. La transferencia, eje específico de nuestra tarea es la tendencia del individuo a actualizar sus paradigmas inconscientes en la relación con el analista. Refiere… ni a los objetos externos del paciente arcaico o actual sino que sus objetos internos y la calidad de su relación entre ellos, tales como el sujeto los ha construido y que son transferidos.

[35] S Freud Conferencia 32 ª « Angustia y vida pulsional »

[36] Intervención contra-afirmativa E Grinspon (2014)

[37] JL Donnet,

[38] R Roussillon À moins que son contre–transfert ne manifeste une réaction contre ces éprouvés déplaisants. L’analyste est appelé à devenir le « miroir du négatif » de l’analysant, appelé à ressentir et éprouver ce que l’analysant, pour ne pas succomber, a dû répudier de lui. Plus qu’a une logique de la perte, ou là encore, en parallèle à celle-ci, c’est à une logique de ce qui n’a pas pu avoir lieu psychique, à ce qui n’a pu advenir à la psyché que l’analyse est confrontée, à ce qui de celle-ci n’a pu être reflété de manière suffisante dans l’histoire significative du sujet.

[39] A Ciccone Par leurs témoignages, ils convoquent le regard du groupe social et exposent leur histoire. Ils essaient de dépasser la situation traumatique, la honte, la culpabilité, en la racontant, en la partageant avec d’autres, dans un « dispositif social » pourrait-on dire.

[40] R Roussillon

[41] A Ciccone,

[42] E Grinspon, Intervenciones contra-afirmativas 2014,

[43] Construpedia, enciclopedia construcción.

La supervivencia psíquica, una diversidad cultural en nuestra escucha psicoanalítica frente al sufrimiento narcisista identitario familiar

Presentado en el congreso de la AIPFP en San Pablo, agosto 2016.
*Por Eduardo A. Grinspon

Cuando mencionamos la diversidad cultural, referimos a las consecuencias de la “tensión necesaria” entre lo singular y diferente respecto a un medio determinado ya sea social o familiar y en una dependencia asimétrica.

Pensamos que la supervivencia psíquica de “nuestros pacientes” implica una diversidad en nuestra escucha, que nos exige una posición clínica adecuada que implica a su vez nuestra singular supervivencia psíquica ante los atrapamientos subjetivo transferenciales que nos presentan.

Dentro de las diferentes perspectivas que tiene la supervivencia psíquica, nos centraremos en las consecuencias dadas por la especificidad de la supervivencia singular y su presencia en “nuestra clínica de familia y pareja”. Comenzare con aquellas características de “lo singular” que nos posibilite pensar el escollo clínico que nos implica ante su derivación vincular en pareja y familia.

En el caso que la tensión para sobrevivir exija una adaptabilidad posible, el desvalimiento puesto en juego refiere a un tipo singular de sufrimiento narcisista[1] y su frecuente derivación identitaria[2]. Hablar de supervivencia psíquica implica aceptar que en “nuestros pacientes” hubo una experiencia traumática con características específicas, en la cual se articuló un “desvalimiento singular” con la posibilidad de “apelar a recursos” a partir de los cuales se logró resistir (endurance[3]) y sostener su continuidad narcisista  e  identitaria.

Pensamos que aun en situaciones extremas para sostener esta continuidad y acceder a su solución narcisista, fue necesaria la presencia del objeto otro sujeto así como la terceridad en su singular condición de posibilidad “para ese ser vivo”. Un ejemplo útil para acercarnos a nuestra posición transferencial, es el modo en el que Janine Altounian describe en la supervivencia psíquica frente al genocidio armenio[4],una escena de base habitada por “un exterminable” frente a los “no exterminables”, testigos mudos y dueños del lenguaje posible. También R Roussillon[5] refiere el sufrimiento narcisista identitario, tanto a traumas precoces, como ante el desvalimiento dado en la exclusión social frente a la no respuesta del medio dentro del “contrato narcisista previsto”, diferenciando lo que habitualmente pensamos como “la falta” en espera de un otro, de las vivencias de “desesperación” dadas ante las fallas graves en la presencia de este último pudiendo llegar a la desesperanza como un equivalente agónico.

R Roussillon jerarquiza en las soluciones narcisistas “logradas”, el esfuerzo y posibilidad del psiquismo de ligar las “experiencias” de dolor, una marca pre-subjetiva registrada por un ser vivo, que retornan compulsivamente[6] “evitando

el encuentro con la necesidad del objeto”. Nuestra experiencia en familias y parejas con un alto nivel de toxicidad y sufrimiento narcisista nos llevó a tomar a la solución narcisista, en la que predomina este tipo de retorno[7], y fundamentalmente a su “derivación identitaria” como un pilar en nuestra posición clínica.

Es pertinente diferenciar nuestra escucha frente a familias en las que el procesamiento de lo traumático y su transmisión[8], es consecuencia de la sobrevida psíquica lograda a partir de situaciones de guerra, migraciones, de aquellas en las que lo sucedido dentro del espacio familiar, abusos narcisistas y sexuales[9], adquirió su carácter patógeno, muchas veces a través de generaciones. Lo patológico adquiere su dimensión patógena a partir del “equilibrio interdefensivo”[10] parental y la comunión de desmentida operante, con su consecuencia en el modo de transmisión traumática de lo traumático[11].Referimos no solo a la desmentida frente a la diferencia de sexo y de generaciones, sino fundamentalmente de la autonomía narcisista, de la diferencia vivo-muerto y de la interdicción a la intercambiabildad de seres.

Pensar en lo patógeno dentro del medio familiar, nos llevó a plantear  la vigencia de la “solución perversiva narcisista en un “entre dos” (“a deux”), que articula el concepto de “solución narcisista” por su referencia al retorno de las “experiencias de dolor” con el de perversión narcisista de P C Racamier, quien la enuncia como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”,(inmunidad conflictiva y objetal). También R Roussillon, enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación para asegurarse la descarga de lo que no pudo integrarse y significarse en su tránsito a “llegar a ser significativo para alguien”, en la propia economía pulsional. Al pensar este escollo clínico dentro de nuestra “inter- subjetividad transferencial” y en una economía pulsional vincular[12], lo patógeno deja siempre “un resto”[13] en un otro y lo perverso se transforma en perversivo de lo “aun pervertible” del otro a partir de su singular dependencia, muchas veces unívoca en las parejas en las que priman vinculo adictivos. Es fundamental en nuestra posición transferencial el destino de los restos presentes en sesión en el transito que va desde el retorno compulsivo a la expulsión y descarga; pero lo expulsado[14]“en alguien se torna un “resto en búsqueda” de un objeto otro sujeto y adquiere su función mensajera “para alguien” (¿nosotros?), en quienes nuestro  malestar y resistencia (endurance) nos llevan a intervenciones a partir de nuestra posición de “persona del analista”[15]. Nuestra escucha específica es una dimensión a doble vía, ya que lo traumático en una generación a partir del modo en el que se sostuvo la transmisión, tiene consecuencias en el modo en el que “sus hijos” pudieron transitar la necesaria apropiación subjetiva[16]de lo transmitido. Las consecuencias de esta articulación “transmisión – apropiación”, habitan en cada solución narcisista singular con la que “nos encontramos”, y muchas veces “en la que nos encontramos”.

Nuestros pacientes no comienzan con el trauma y partiendo que todo trauma fue trauma para alguien, a partir de los interrogantes que nos fueron surgiendo ante las manifestaciones presentes, podemos imaginar el siguiente transito:

  • A partir de un estado de desesperanza[17]identitariao ante un caso de exclusión social.
  • Alguien “a su modo” y “como pudo”, para mantener “su” relación narcisista con  “sus” objetos significativos.
  • en una retracción que tendió al anonimato y primó la perentoriedad, el “alivio y la calma”(lógica de la sobrevida psíquica, diferente a la de la vida psíquica en la que hubo acceso al principio de placer, la objetalizacion necesaria  y la experiencia de satisfacción).
  • Apeló a una adaptabilidad narcisista “a costa de lo propio” o del propio sentir[18],
  • Debió amputar algo de su “propia experiencia vivida”,
  • y quedar adherido en “su” medio familiar, al humor y sufrimiento de otro; habitualmente a la calma o el alivio de este  otro (o al representante del imperativo social),
  • se logró una solución garante del no retorno de lo clivado amenazador de su continuidad identitaria. Nos preguntamos ¿singular o familiar?
  • Pero este resto de “experiencia clivada hacia el yo”[19], está presente, y pulsa en negativo
  • lo clivado “propio –ajeno” ¿un extranjero a sí mismo?
  • ¿Qué destino tiene este resto en su insistencia? ¿re-edición hacia un más de lo mismo, o re–petición hacia la diferencia? ¿Cómo “lo encontramos” en el modo de vivir de estas parejas o familias?

Una especificidad en la derivación identitaria posible;

  • Frente a la presencia de la negatividad que surge como consecuencia de las fallas en “el modo de presencia” del objeto y la terceridad necesaria.
  • surge una derivación identitaria específica, dada por la singular capacidad de resistencia (endurance)a los climas abusivos, ya sea por exceso o por defecto,
  • apego ¿aferramiento? de sobrevida logrado al negativo[20]del objeto posible,
  • el rédito narcisista estuvo dado por “su” capacidad de  resistir  frente a su necesario llegar a ser “alguien para alguien”.
  • “Su solución” es sostenedora del sentimiento de si, su modo de ser,
  • “ser lo que sufrieron” en su escena privada o “paradigma relacional[21] de base, en la que
  • aun “en lo actual” el propio sufrimiento mantiene “la vigencia de la escena y lo “des-conocido” o bastardeado por el objeto cuya presencia alguna vez fue esperada y fallida.
  • Esto posibilita a nombrar o llamar en sus rumiaciones enloquecedoras, “padre” a un progenitor abusador o madre a su progenitora ausente,
  • afirmaciones identitarias en “nuestro vinculo transferencial”
  • En sesión ante “Yo soy” o sus equivalentes,
  • Escuchamos Yo soy ¿Para quién?

¿De qué modo estos matices nos implican y nos posibilita  intervenir? 

Nuestro malestar intrasesion frente a la fijeza de “su accionar y su aferramiento al sufrimiento como un organizador, nos conecta tanto con el paradigma relacional de base que subyace a cada solución, como con su coraza defensiva que mantiene en la base al chico que alguna vez fue[22] como dice R Roussillon, un testigo privilegiado[23]. Cada ser vivo nace, vive, sobrevive y muere como puede[24] y no como quiere, o como algunas veces nuestros conceptos definen, por ej. nos encontramos con el apego a las consecuencias del negativo del objeto, un tipo de apego que finalmente a partir de un narcisismo de sobrevida frente a los efectos de la negatividad, es un apego a la vida (lógica de la anormalidad R Roussillon[25]).

Pensamos que en este modo de ser[26] existen improntas[27]pre subjetivas de este tránsito aun en búsqueda de un objeto otro sujeto, necesario con quien en un compartir afectivo, acceder al trabajo de subjetivación historizante de “lo propio” clivado aún no subjetivado, y poder salir de lo compulsivo de sostener en su medio relacional “la vida es así”, a partir de la vigencia de su “ser lo que sufrieron en su “paradigma relacional” de base, en su doble posición: la de ser un objeto quejoso y sufriente o un agente siempre culpable y deudor, y acceder a la subjetivación de lo que “no cesa de insistir” un cuarto vasallaje del Yo[28] pensado hoy como Yo familiar.

¿Cómo llega esta problemática a nuestra clínica?

A partir de la articulación de estas soluciones en pareja, nos encontramos con una solución en un “entre dos” (“a deux») y su equilibrio inter-defensivo[29] patógeno, que al vacilar llegan como consulta posible a una terapia de pareja o familia. Vacilación dada habitualmente a partir de la desvitalización de un miembro de la pareja o por el pasaje por el acto de un hijo. Este equilibrio pluripsíquico es un seudo-equilibrio en permanente readecuación y dentro del cual ante su vacilación, nos vamos a implicar en la co-construcción del encuadre posible.

Situación clínica. Escenas paradigmáticas. 

Esta solución configura un sistema defensivo frente a la posibilidad del retorno de las experiencias de dolor “en desesperanza[30]” sin un origen, sin fine innombrables (lo intraducible) algunas vividas pero aún no vivenciadas y otras que no encuentran las palabras posibles para su subjetivación entre “humanos como uno”. La preeminencia en esta solución de su necesario retornar de un modo circular a sus personajes en posiciones fijas y sin salida, encontrarnos frente a personas atrapadas en una vigencia “a veces mortífera” en acto de lo actual y la no memoria del proceso  recorrido, genera en nosotros un malestar que referimos a un registro de estancamiento del proceso, que por su no acceso al pasado como referente en la historizacion lo enunciamos “impassé[31].

Este malestar nos llevó a profundizar la exploración de los pactos[32] sostenidos por los agentes de estas soluciones. Nos referimos a la manera en la que estas personas intentan “re-petir”[33] para transformar “dentro del medio en el que conviven”, sus  improntas del sufrimiento narcisista vivido que “no cesan en su retorno e insistencia”, en heridas posibles de ser sostenidas de un modo atemporal y referidas a un agente actual; o en nuestra propuesta a partir de un espacio terapéutico “adecuado”, acceder al trabajo de subjetivación historizante “de lo propio”, un tipo del trabajo del negativo que posibilite la recuperación o acceso a su singularidad y diferencia, a “ser sujeto del propio dolor padecido”.

Son relaciones de pareja habitualmente centradas en poder pedir desde el reproche, aquello que el “otro no puede dar”, es decir a partir del “límite del otro”, quedando un yo “ligado” o “aferrado” desde su sufrimiento y siendo “mi dolor el testimonio de tu falla o ausencia”[34]. En esta articulación defensiva y adictiva, cada agente accede a ser alguna vez “único para alguien” y al aportarle a su partenaire el personaje necesario para la escena privada del “supuesto otro”, refuerza en acto y a través de lo actual la eficacia del andamiaje defensivo.

A partir de una transformación pasiva activa “entre dos”[35], y dentro de un vínculo en el que el aferramiento al negativo[36]es un organizador y priman la deuda, la queja y el reproche un “Yo” puede activamente reclamar desde una posición de “agente acreedor con su razón” a un agente “siempre” deudor por el sufrimiento  padecido por algo sucedido en una atemporalidad innegociable. A su vez el agente “siempre” deudor de un modo “desesperado” tiene que demostrar a “su supuesto otro no otro” que “yo no soy  quien vos afirmas que soy”

En sesión estamos implicados en escenas en las que, discutiendo la realidad que nosotros no conocemos, se da un mutuo aferramiento contestatario, una coraza de co-excitación fusional sostenedora de la posibilidad paradojal de la coexistencia de varias realidades, haciendo posible que lo sucedido y padecido quizás no haya sido así.

Escenas desplegadas frente a un “testigo implicado su analista de pareja”, una dimensión plural que contiene “la singularidad y las diferencias”.

Por más intenso que se nos presente el sufrimiento desde la manifestación sintomática “entre dos”, al darse dentro de una escena hacia un otro, en acto y a través de lo actual, y frente a un testigo implicado “su analista de pareja” en persona, sostiene un “dolor en esperanza”[37]ya una vivencia de dolor, un sufrimiento de alguien ¿para alguien?, mientras que aquel dolor ante cuyo retorno, se despliega este andamiaje defensivo preventivo es “en desesperanza[38]” e innombrable.

¿Qué espacio y posición transferencial es posible?

  • Posicionados dentro de estos movimientos enloquecedores,
  • sus efectos nos involucran “más allá del momento de sesión”.
  • Esta afectación “inter-sesión”, nos llevó a ampliar el concepto de transferencia al de inter subjetividad transferencial,
  • una espacialidad que nos implica como “analistas en persona”,  y en la que se da la posibilidad de la penetración actuada del clima toxico “invivible” en el que sobreviven estas familias.

Nuestro malestar que podría pensarse como una reacción terapéutica negativa, lo referimos  a “la presencia de la negatividad en una transferencia “por retorno de lo clivado” y “paradojal[39]” por estar “llamados a devenir el espejo del negativo de  nuestros pacientes, a sentir aquello que para no sucumbir ha debido repudiar de el mismo, confrontados a aquello que no ha podido ser reflejado de manera suficiente en su historia significativa”.

Es una transformación de la negatividad radical[40]en una negatividad relativa a partir de la situación analizante en la cual se da la posibilidad del retorno de lo que no cesa de insistir en espera del otro necesario para la subjetivación. No referimos al acceso a un núcleo de verdad,  sino a la vacilación de la rigidez defensiva “entre dos” (“a deux”)  para acceder a este trabajo del negativo.[41].

Es a partir de nuestra singular resistencia (“endurance”) en sostener nuestro malestar el tiempo necesario y sus derivaciones, que va emergiendo una alianza trófica lograda con “algún sector de nuestros pacientes”.

Si resistimos a lo tranquilizador de la dimensión explicativa, nos encontramos con nuestra confusión y asombro. Acercarnos a lo “desconocido de nuestros pacientes” nos posibilita dirigirnos y “hablarle” a alguien que puede sentirse reconocido por un otro cómo “sujeto del propio dolor padecido”[a].

Son escollos clínicos en los que la atención flotante tiene poca probabilidad de eficacia, y es nuestra memoria la que posibilita un acceso a la diferencia. Proponemos “analista con memoria y “espoir”.

Entre las intervenciones contra-afirmativas[42]surgidas a partir de nuestro malestar  en sesión[43], una opción al operar sobre el encuadre,  es el acto analítico de ampliar el espacio terapéutico a “ampliado no escindido”,[44]y que el mismo objeto “su analista de pareja en persona” sea quien a partir de su padecimiento, acepte el limite dado por la coraza de co-excitación[45]y pueda ampliarlo a entrevistas singulares articuladas con las de pareja, o de pareja articuladas con la de familia. Por esta vía y a partir de un tipo de malestar del analista ¿su dolor–sufrimiento singular? accedemos junto a nuestros pacientes al trabajo de subjetivación de lo “propio” padecido y aun clivado.

Damos lugar a la dimensión singular, en primer lugar al sustraernos del atractor centrípeto incestual a nuestro propio sufrimiento padecido en sesión y sus resonancias con nuestras  historias singulares. Pensamos que las consecuencias de los interrogantes[46]surgidos en nosotros[47], son los que inauguran un movimiento co-alucinatorio que abre la posibilidad de salir de la re-edición y fijeza que sostienen las escenas en las que cada uno es un objeto “único” para el movimiento pulsional del “supuesto otro”.

Estamos delineando el pasaje del “ entre dos a lo singular”, no perdiendo de vista que queda de nuestro lado pensar las similitudes y diferencias de los paradigmas relacionales puestos en juego  por cada uno, para que se haya dado la dimensión “a deux”. A posteriori de conceptualizar la necesariedad de recuperar en sesión al sujeto del propio dolor, nos enfrentamos con el hecho que para co-construir el tejido cicatrizal necesario, era fundamental el trabajo de subjetivación historizante de lo que “alguna vez hubo” y los recursos singulares puestos en juego.

No refiero a las condiciones del objeto sino a las potencialidades de sobrevida psíquica de cada yo singular.

Partir de una posición intrasesion de no dudar que “algo hubo”, nos permite ir a la búsqueda de aquellos recursos y no enfrentar a nuestros pacientes con un tipo de desvalimiento sostenedor de la fantasía de auto engendramiento y reforzando su matiz identitario actual. El hecho que habite en nosotros un imperativo que sostiene “el vínculo preexiste al conflicto”, nos permite “imaginar” posiciones dentro del paradigma relacional vigente y acceder a intervenciones que posibiliten  obtener los recursos para ligar los movimientos pulsionales extintivos que retornan en búsqueda de la objetalizacion posible[48]. El proceso analítico y nuestra escucha es lo que permite patrimoniar aquello que también pertenece a nuestros pacientes. Pensamos que el contenido actual junto a nuestra respuesta frente a los movimientos pulsionales extintivos que nos implican, pueden llegar a co-construir una continencia actual dentro de la cual los contenidos puedan ser subjetivados.


NOTAS:

[1] M de M’Uzan: Vital- identital
[2] R Roussillon, una patología narcisista relacionada con una dificultad en la función subjetivante del Yo. Se sostiene una organización defensiva contra los efectos de un traumatismo primario clivado y la amenaza que su huella, al estar sometida al automatismo de repetición, pueda afectar a la organización del aparato psíquico y de la subjetividad. Son pacientes que más que la carencia en ser están caracterizados por una carencia en el ser.
[3]D Rose, L’enduranceprimaire
[4]Janine Altounian La Survivanc,  Los sobrevivientes de una violencia asesina de masas, sobreviven así a una experiencia traumática doble, pues sobrevivir al dominio de los torturadores no sustrae al dominio mudo y permanente de la pasividad del tercero, ellos han escapado en efecto a la muerte pero no a la invalidación en ellos del ser hablante, pues ellos entendieron el silencio letal de un mundo que deja cometer, incluso avala el crimen deglutiente de los hombres y los referentes que constituyen los fundamentos de su existencia. .Si en su falta ante todo es acomodarse de esta sobrevida psíquica que ellos no la deben en suma más que al azar, se mantienen  vivos a pesar de una deterritorializacion material y psíquica. Ellos tienen aún que afrontar el desinterés comprensible y sin embargo devastador de los ciudadanos de la normalidad, de aquellos no exterminables,   abarrotados de una indiferencia devenida sin embargo para ellos la sola figura de alteridad. Dice H Arendt (pág. 34 del mismo texto)  Todo pensamiento es un dialogo entre yo y yo mismo, pero este dialogo de dos en uno, no pierde contacto con el mundo de mis semejantes; aquellos  son en efecto representantes en el yo con los cuales yo entablo el dialogo del pensamiento. Hace que la desolación tan intolerable que es la pérdida del yo, que no puede ser confirmada en su identidad más que por la presencia confiante y digna de fe de mis iguales   La diferencia cultural de los no exterminables, constituye mal o bien para el refugiado un inter juego salvador gracias al cual el va a alfabetizarse hacia el mismo, el entorno de su vivencia… Nombrar en la lengua del tercero, la lengua del que me recibe, el impensado armenio, expulsado de todo continente
[5]L ‘erranceidentitaire
[6]Compulsión a la repetición y a la subjetivación,
[7]Jean Claude Rolland 1998, Retorno, presentación, re-presentación para alguien, acceso a la representación
[8]A Ciccone,
[9]Incestualidad , incesto,
[10]E Grinspon,
[11]A Ciccone
[12]D Maldavsky,
[13]D Scarffone resto-cósico, lo actual
[14]Dimensión cuantitativa que accede a ser resto para alguien,
[15]Son parejas que al no poder procesar el conflicto de un modo intrapsíquico e inter-instancias, necesitan que éste se juegue en una “trans-subjetividad”, tendiendo al acto de la descarga desubjetivante,  que al darse en nuestra espacialidad deja un resto en nosotros. Este matiz  define la especificidad en familia y pareja, ya que estos pacientes en espacios individuales habitualmente no funciona.
[16]A Ciccone,
[17]Chicos golpeados, abusados, lastimados, pendientes del sufrimiento sin salida de quienes dependen , padres violentos , adictos, delirantes etc
[18]Solución sacrificial, a costa del egoísmo necesario, antinarcisista a partir de F Pasche.
[19]R Roussillon La loi du plus faible,
[20]“Porque vos” Actualidad Psicológica” 2016,
[21] Adela Abella-
[22] con sus restos del sufrimiento narcisista padecido,
[23]E Grinspon: Concepto que subyace en nuestra meta clínica de sostener la subjetivación de los restos en el “pibe ojo” y el “pibe oreja Catástrofe generacional 2014
[24] Referencia al « azar » que hace J Altounian
[25] R roussillon,La loi du plus faible
[26]R Roussillon,
[27]J Press
[28] R Roussillon,
[29]Referimos a la articulación de distintas economías singulares y sus corrientes defensivas, dentro de una  economía pulsional vincular específica en pareja y familia.
[30]un tipo de sufrimiento “guardián del clivaje y de la sobrevida psíquica a deux” (diferente del masoquismo guardián de la vida descripto por B Rosemberg).
[31]Dominique Scarfone, P Denis,
[32]R Kaes, El pacto narcisista como alianza alienante, sostiene asignaciones inmodificables y en ciertos casos mortífera, a lugares de perfecta coincidencia narcisista patógeno. Este concepto es aplicable a la fijeza de los personajes interactuantes en las escenas en las que quedan atrapadas  las personas a través de generaciones. Es la pervertizacion del contrato narcisista de Piera Aulagnier por el cual cada sujeto viene simultáneamente al mundo de la vida psíquica, de la sociedad y de la sucesión de generaciones siendo portadores de una misión: asegurar la continuidad del conjunto al que pertenecen. Esta pervertizacion está al servicio del sostenimiento de la continuidad narcisista pervertizante familiar y guardián de la eficacia de los diferentes clivajes.
[33] R Roussillon; Compulsión a la re-petición y a la subjetivación de lo aun no subjetivado,
[34]P Denis, solución algógena,
[35] R Roussillon, “a deux” , el “retornar a” la escena traumática, para evitar el “retorno de” la misma escena padecida de un modo pasivo,
[36]R Roussillon D Anzieu
[37]En espoir
[38]En desespor,
[39]R Roussillon,
[40]R Kaes,
[41]Comodice J Press, no se tratasolamente de ofrecer al paciente una contra construccióneconómicamentemenospesada, frente al retornode la no experiencia y no representación, sino construir con él, es decirco-construir un espacio de pensamiento que no ha podidodesplegarsehasta este momento.
[42] E Grinspon Trabajo de subjetivación del testigo intra-subjetivodel sufrimiento padecido por “nuestros pacientes”2015.
[43]J Laplanche, transferencia en crudo se re-presenta lo enigmático del otro, un incendio en el teatro, pone en crisis la corriente asociativa y abre sobre la experiencia actual de la alteridad.(mencionado por D Scarffone)
[44]E Grinspon, “Posición del analista dentro de la solución perversivo narcisista”
[45]A la cual retornan de un modo compulsivo,
[46]Un equivalente a lo enigmático del otro, del analista, una seducción necesaria de la situación analizante que convoca el complejo de percepción y lo actual
[47]A partir de R Roussillon, No es lo mismo el sujeto solo frente a su pulsión en ausencia del objeto, que el sujeto solo frente a su pulsión,  ante alguna presencia del objeto. Pienso que esto es lo que sucede a nuestros pacientes en sesión cuando logramos que puedan conectarse con los momentos de haber estado solos frente a su pulsión en ausencia del objeto pero “ahora” en presencia de “su analista”. Momento del proceso transferencial en que se logra la articulación antes mencionada y al dar  matices a la dimensión del testigo, se puede acceder al testimonio del sufrimiento padecido.
[48]El conflicto “actual” no es el vínculo, pero puede ser defensivamente el organizador de la tensa continencia posible.
[a]Para que mi intervención como “persona del analista”, representando a su “analista  en persona”, sea eficaz, es necesario en primer lugar hacer presente al sujeto del dolor para tener a quien hablarle. Diferencio de un modo fundamental “decir” en sesión, que hablarle a alguien subjetivamente presente, esta variable es la que posibilita la eficacia de nuestra presencia como función objetalizante necesaria,  para que  advenga  el dolor en su dimensión cuantitativa en búsqueda del matiz cualitativo accediendo  a ser el sufrimiento de alguien.

Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva

Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva. Pasajes por el acto o por el soma como transito a la reapropiación subjetiva del núcleo identitario singular.  Eduardo Alberto Grinspon.

Palabras claveCuerpo familiar incestual– transmisión traumática de lo traumático–,  articulación de soluciones de sobrevida psíquica–solución perversiva tiránica–solución adhesiva anti narcisista– pulsionalidad y monismo psicosomáticoproceso autocalmante y depresión esencial en pareja masoquismo guardián de la vida– resistencia primaria singular- solución bio-lógica —expresión somática—subversión erótica. 

Mots cle corps familial incestuel transmission traumatique du traumatique –articulation de solutions de survie psychique– solution perversive tyrannique– solution adhésive anti-narcissique— pulsionnalité et monisme psychosomatique — processus autocalmante et dépression essentielle  dans la couple— masochisme gardien de la vie—’endurance primaire singulière—solution bio-logique—expression somatique – subversion érotique . 

Introduccion 

Este desarrollo partió del escollo clínico surgido a partir de nuestro malestar frente al estancamiento en procesos de terapia de pareja de soluciones narcisistas “a deux” primando el eje “solución perversiva tiránica”—-“solución adhesiva antinarcisista” y sus devastadoras consecuencias familiares. Un hallazgo clínico fue comprobar que en varios procesos la aparición en el agente de la solución adhesiva de un cuadro orgánico que puso en riesgo su vida, le posibilitó su recuperación subjetiva con consecuencias tróficas tanto en su relación de pareja como en su derivación familiar.  Intentare esbozar nuestro transito clínico conceptual

 

Acerca del cuerpo familiar incestual.

En una familia, se configuró de inicio una alianza, un determinado contrato afiliativo o un  contrato filiativo de formación de una pareja, que en el mejor de los casos fue amoroso,  trófico, y sostenido a través del tiempo. Pero otra posibilidad que esta en la base de nuestra investigación clínica, es aquella en la que a “partir del sufrimiento ya padecido por cada uno de los miembros de la pareja “alguna vez hijo”, se haya co-construido  un pacto narcisista “a deux” que les posibilitó configurar una “neo continuidad narcisista identitaria”, sostenedora a su vez de una ilusión de auto-engendramiento. En esta solución a deux cada uno le aporta a su partenaire “el personaje necesario” para sostener la eficacia de sus corrientes defensivas singulares. Se genera un “reforzamiento recíproco” de sus trazas identitarias (habitualmente enunciadas como rasgos de carácter), derivadas a su vez de sus singulares soluciones narcisistas.   Es decir los agentes de estas soluciones de sobrevida psiquica tienen una singularidad subjetiva, producto del modo de haber resistido frente a su necesario llegar a ser alguien para alguien. Fue el modo de sobrevivir a los climas abusivos por exceso o por defecto y sin salida, lo que forjó el sentimiento de sí

A posteriori ante el advenimiento de los hijos y a partir de la vigencia de mecanismos perversivos de lo nuevo, de las diferencias y neutralizantes de los interrogantes, puede inaugurarse una derivación familiar. Este pacto patógeno (en su diferencia cualitativa a lo patológico ya que “enferma a otros”) se tornó garante de la neo continuidad narcisista identitariafamiliar. Es decir, ante el advenimiento de un hijo y la inauguración de la “nueva dimensión familiar”, a partir de la dependencia inevitable de este hijo en la constitución de su narcisismo, la derivación preventiva en la pareja parental se torna ofensiva, al darse la posibilidad diacrónica, “que lo nuevo salido de nosotros”, quede al servicio de esta neo continuidad identitaria familiar “a deux”. .  Estos hijos se tornan en primer lugar depósitarios al servicio de esta neo continuidad narcisista identitaria sostenida por este pacto  que revela la categoría de alianzas alienantes.

Nuestra investigación acerca de la solución perversiva narcisista y sus derivaciones en TPFP, nos    enfrentó con estas familias en las que el cuerpo familiar se transformaba en un “cuerpo común e incestual” al devenir las alianzas defensivas como plantea PC Racamier  en “preventivas-ofensivas,”. Estas ultimas sostienen un pacto sobre un negativo particular, que es la necesidad de expulsar al “testigo intrasubjetivo del sufrimiento padecido y producir a su vez la desvitalizacion del depositario para que no haya posibilidad de retorno de los restos expulsados.  

Definimos la dimensión “incestual”, a partir de las consecuencias patógenas dadas por el equilibrio interdefensivo sostenido por la articulación de estas soluciones frente al singular sufrimiento narcisista identitario. Este equilibrio inter-defensivo e inter-generacional familiar por ser pluri- psíquico es un cuasi equilibrio “dinámico y en permanente readecuación”. 

La dimensión incestual refiere a un tipo de violencia que sostiene una tension fusional “a costa” de la subjetividad de otro.  El contrato posible deviene un pacto patógeno en el que prevalece una asignación inmodificable “a un emplazamiento de perfecta coincidencia narcisista entre el conjunto y el sujeto”.   

Enunciar las consecuencias patógenas en estas familias, es referir al singular modo de transmisión “traumática de lo traumático a través de generaciones”. Nos encontramos dentro de la dimensión “trans” dada por la trans-subjetividad, el trans-narcisismo y la trans-generacionalidad, en su diferencia cualitativa con la inter-generacionalidad necesaria.   

Pensamos que en estas “soluciones a deux”, la dimensión abusiva “a costa del otro” se complementa con la dimensión autoabusiva “a costa de lo propio”. Ante este registro clínico se torna necesario precisar los matices respecto a la dimensión de “lo propio” que desarrollaremos al enunciar la solución bio-logica.  

El concepto de antinarcisismo, o el clivaje posible del narcisismo singular nos ayuda a pensar que en la violencia incestual el balance económico entre el narcisismo y la posibilidad del yo singular a deshacerse de su propia sustancia en beneficio del objeto, queda al servicio del organizador incestual sostenido por el agente perversivo narcisista y la vigencia del antisuperyo familiar.¿Cuál es la vacilación posible de este entramado vincular? ¿Hay alguna marca posible a la cual apelar para  acceder la singularidad subjetiva?  

En la data clínica en que se basa esta presentación a partir de la articulación de una solución perversiva en su derivación tiránica y una solución adhesiva anti-narcisistaprimaba   un eje “Tiranía-Sumisión. La primera poniendo en juego el componente de dominio para evacuar las angustias intolerables y la segunda logrando ser “único para alguien” a partir de la desmentida “exitosa” de la posibilidad de su nadificacion en el deseo del otro. 

El agente perversivo tiránico destruye en su partenaire a su objeto interno y notablemente a su superyo para tomar su lugar. Impera el dominio desubjetivante, expresado en un hacer actuar o impedir pensar, transformando al “otro” en un “otro no otro”, un utensilio. A partir de un pacto basado en la comunión de desmentida de la autonomía narcisista, de la diferencia generacional y de la interdicción a la intercambiabilidad de seres, se puede sostener a través de generaciones la vigencia de esta solución a deux.  

Son familias en las que impera  la co-excitación fusional y el sufrimiento como organizador, junto a la imperiosidad  de aplacar al agente tiránico para evitar un desenlace catastrófico. Un imperativo y accionar intrafamiliar que perpetua su presencia organizadora.

 Este clima de alivio y calma emerge al primar dentro del equilibrio interpulsional familiar, la tendencia desobjetalizante de la pulsion. Dejo planteada la opción a que podamos diferenciar estos agentes tiránicos que operan de un modo “tumoral dentro de la trans-subjetividad familiar”, de los tumores orgánicos y sus consecuencias muchas veces tróficas en términos singulares.

Posibilidades del movimiento perversivo tiránico dentro de la intersubjetividad famiiar

Si pensamos a la “tiranía como dice A Ciccone en búsqueda de un objeto”, la solución tiránica fuerza “a su modo” la disponibilidad del objeto. Pensamos que su tendencia “natural a extrapolarse fuera de las relaciones íntimas es muchas veces la expresión de una, esperanza (“espoir”) de encontrar un objeto que resista su destructividad, constituyéndose un objeto “destruido-encontrado-creado” que le posibilite una salida para su singular sin salida. 

¿Podemos pensar como enuncia R Roussillon que en estas situaciones el núcleo identitario del agente tiránico se ha estructurado en una posición subjetiva de « yo soy el mal » en lugar de «  yo soy el seno »?  ¿Hay un tipo de culpabilidad  posible? ¿Quién la puede asumir?

Habitualmente se habla de estas personas a partir de las consecuencias de su destructividad,”pero queda velada al servicio del circuito de complicidad”, su “marca” del desvalimiento padecido. Sufrimiento psíquico subyacente a su seducción narcisista venenosa, junto a su vital dependencia hacia aquél ubicado en posición de partenaire ya sea cómplice y/o víctima. 

El campo de operación del agente perversivo narcisista es la realidad, sus movimientos perversivos involucran tanto al sentido de la realidad, como a la instancia superyoica transformada en un Superantiyo familiar. 

Recordemos que para PC Racamier esta última “amenaza en beneficio de un narcisismo privado insondable. No es una ley, es una tiranía, presenta la verdad como falta, el pensamiento como un crimen y los secretos como intocables”. ¿Podemos pensar al pacto   patógeno vigente , como garante de este narcisismo insondable en términos familiares? Desplegamos el trabajo actual considerando que el corrimiento posicional del “cómplice-victima” durante el proceso terapéutico, es lo que dio opción al cambio clínico, así mismo. revisitando nuestras evoluciones clínicas registramos que en varios procesos “en un momento estancados”, se había relanzado el proceso terapéutico a partir de un cuadro orgánico grave, que puso en riesgo la vida del partenaire de la solución tiránica.

Valor de la solución  somática. 

¿Cómo conceptualizar dentro del andamiaje tóxico dado por la articulación de una solución tiránica expoliadora de libido de un otro, con una solución adhesiva antinarcisista de este último, los efectos “tróficos” y “resubjetivantes” dados a partir de un cuadro orgánico en uno de los miembros durante el proceso que nos implica? ¿Cómo imaginamos el tránsito del dolor orgánico hasta transformarse en expresión somática de “alguien” “para alguien”, y que  esta  llegue a ser una solución bio-lógica que posibilite una salida de su solución adhesiva y del impasse relacional?

La solución adhesiva sostieneuna sobre adaptación al ritmo y a un ideal ajeno. En sesión presenciamos que desde su desesperación subyacente, el agente tiránico enuncia afirmaciones convocantes de un otro “no otro” a determinada escena. Este último se adhiere a la realidad perceptiva atrapado en una rumiación concéntrica junto a su aferramiento contestatario en acto y a partir de lo actual. Esta derivación en el agente adhesivo  es un sustituto pervertido de actividad que opera a partir de su efecto des-vitalizante y des-subjetivante como un proceso autocalmante. Como plantea Claude Smadja, es un pensamiento paulatinamente huérfano y privado de su autor. 

Retomando lo ya planteado, esta solución le garantiza “ser un objeto único para “alguien”, construyendo en sinergia con el agente perversivo, esta solución “a deux” ante la posibilidad del retorno en ambos de los restos aun clivados del traumatismo primario. Es un sostenimiento pervertizante del “otro no otro” necesario para la eficacia del equilibrio interdefensivo, y expresion de un  masoquismo guardián del clivaje frente a lo  expulsado. 

Este modo de pensar nos posibilito dar matices a lo que describíamos como la transformación de este “otro” en un utensilio manipulable en quien evacuar el sufrimiento sin posibilidad de retorno. Es pertinente la metáfora “utensilio” para estas personas ya que “su” marca identitaria los posiciona en “ser una función” ya sea fallida o eficaz, para la necesidad imperiosa del otro”. Esta dimensión autoabusiva y sacrificial es narcisistamente significaiva al operar como variable de ajuste dentro de los movimientos perversivos intrafamilares.  Esta lógica “funcional” diferente a la vincular, prima en quienes se les hace imposible pensar al límite del otro fuera de la eficacia de su adaptabilidad funcional

En nuestro tránsito partimos  de; 

  • aquellos procesos en los cuales hemos funcionado como testigos transferenciales, que posibilitaban la recuperación del testigo del sufrimiento padecido en los climas abusivos narcisistas, 

A pensar que ante el fracaso de esta posibilidad

  • a partir de un cuadro orgánico y sus consecuencias no desvitalizadas se pudo llegar a una expresión somática. Esta se logra al recuperarse a partir de la traza o “testigo” intrasomático presubjetivo del dolor, el tránsito hacia la vivencia de dolor de alguien. Es decir al acceder a experiencia de dolor “de alguien y para alguien”, ya es un pasaje por el soma, una expresión somática derivada de una solución biológica singular .

 Respecto a la solución bio-lógica.

La clínica que estamos encarando en el pasaje de su dimensión familiar incestual a la singular, nos enfrenta con el límite de la articulación de las soluciones narcisistas de sobrevida psíquica con el masoquismo guardián de la vida, como marca originaria de resistencia primaria singular. Recordemos que B Rosemberg define al “masoquismo primario erógeno guardián de la vida, como el “lugar donde se crea un espacio tiempo psíquico, en el cual el sujeto nace a sí mismo en su primer esbozo de vida psíquica asegurando la primer continuidad interna. Soportar toda la forma de excitación viniendo tanto de la realidad interna como realidad externa para acceder a su transformación”. ¿Podemos pensar que esta posibilidad de nacimiento subjetivo subyace en estado potencial en las configuraciones familiares a las que estamos refiriendo  y que los pasajes por el soma de alguno de sus miembros son una expresión de esta posibilidad ?

 Articular el concepto de pulsionalidad y monismo psicosomático en términos de economía pulsional vincular familiar, nos posibilitó repensar la capacidad transformacional de la pulsión, que articula su capacidad progrediente hacia la representación y  su capacidad regrediente hacia lo perceptivo alucinatorio en búsqueda del otro necesario, para  acceder al trabajo de figurabilidad. Pensamos que esta es la última posibilidad de recurso psíquico, previo a precipitarse a un “más aca”, hacia el propio soma como espacialidad posible para lograr una solución bio-lógica. Cae entonces la posibilidad de sostener el clivaje psique–soma, para pensar que la línea de clivaje se transfiere al interior del dualismo pulsional. El efecto psicosomático, o somatopsíquico  es producto de la construcción o deconstrucción del juego pulsional, y sus consecuencias dependen de la posibilidad singular de mantener dentro del equilibrio dinámico interpulsional familiar, un nivel adecuado del masoquismo erógeno guardián de la vida como nivel de resistencia primaria, una puerta abierta a la obetalizacion necesaria, que nos implica en nuestros espacios transferenciales.

Esta marca singular adquiere importancia en el movimiento autosustractivo re-narcisizante ya que refiere a un egoísmo necesario del sujeto y para el sujeto, opuesto  al egoísmo mezquino a costa del otro, prevalente hasta ahora dentro del masoquismo guardián del clivaje “a deux”

Si no hubiera habido una falla en el modo de presencia del objeto y la terceridad en ambos agentes, no estaría presente la línea traumática por fallas en el investimiento necesario,  pero el modo singular de haber “vivido” o “sobrevivido” frente a la amenaza de  nadificacion, abre la posibilidad para este movimiento regrediente singular.

Haciendo una derivación familiar a lo descripto en el funcionamiento operatorio, hemos notado en la alianza patógena, una compulsión a la actividad intrusiva en el agente perversivo tiránico y un agotamiento psicosomático en el agente de la soluciona adhesiva. Pensamos  a esta desvitalizacion progresiva, como un equivalente de depresión esencial, en la que se inicia progresivamente una desintrincación psico-somática (pulsional) y un  proceso de desobjetalización,  que afecta ahora al yo “singular” como objeto.

En nuestra data clínica, no alcanzó el empobrecimiento hemorrágico toxico de libido narcisista para acceder a un equivalente de angustia señal, sino que fueron los efectos del cuadro orgánico lesional de alguien lo que le posibilitó recuperar el valor traumático singular. Un recurso a la vía somática que opero como un pasaje por el soma mensajero dentro de nuestro espacio terapéutico familiar.

El sufrimiento en lugar de ser desvitalizado, se hizo presente a partir del cuerpo de alguien y puso en evidencia a partir de las consecuencias de la no desestimación de traza intrasomatica presubjetiva del dolor, una dimensión de testigo del sufrimiento padecido por alguien, que nos enfrentó con lo propio singular e  innegociable.

Ante la emergencia “inesperada de un cuadro orgánico grave, frente al riesgo de perder la “propia” vida, hasta entonces, una vida propia-ajena dentro de la trans-subjetividad, el agente de la solución adhesiva  pudo recuperar su egoísmo necesario, el valor traumático singular y llegar a un límite en su desvitalizacion progresiva. Acceder a una solución bio-lógica implicó poder apelar a su capacidad regrediente hacia su marca de resistencia primaria, modo singular de supervivencia, que es lo más propio en cada sujeto vivo. Se sostuvo la retracción necesaria que le permitió rescatarse del atractor centrípeto incestual y acceder a la redistribución de la libido del yo—libido de objeto, lo que a su vez implico una vacilación en la economía pulsional vincular familiar patógena.

Esta marca de resistencia primaria, funciona como un atractor al operar la pulsión de sanar, en su función de regresar hacia un estado de armonía anterior. La memoria en estos casos no es lo traumático, sino aquella huella mnémica (presubjetiva, atópica), que opera como patrimonio singular a la cual poder recurrir ante situaciones límites del desequilibrio psico-somático. Estos movimientos  regredientes en búsqueda  de una “re-apropiación somato psíquica de lo propio”, acceden a este representante de la ligadura pulsional “alguna vez” lograda y testimonio del tipo de presencia del objeto “alguna vez habida”. 

El modo singular de haber resistido a las fallas en la presencia del objeto primario y la terceridad necesaria, quedó plasmado en este núcleo masóquico primario en el cual también quedan, dentro de un más acá del masoquismo, las  trazas presubjetivas de un dolor aun sin consciencia.  

En estos sistemas perversivos, este signo de “endurance” (resistencia) subjetiva singular en su diferencia fundamental con  las marcas identitarias,  al entrar en resonancia en un “a posteriori” con la presencia subjetiva de la persona del analista, se genera una alianza trófica que posibilita acceder a su función mensajera y sus consecuencias resubjetivantes.  

Pensar al pasaje por el soma como un “nuevo acto somato psíquico hacia la recuperación del narcisismo singular, nos llevó a enunciar que la vacilación posible de aquella “marca identitaria”, que expresaban la eficacia de la solución narcisista lograda,  pudo apoyarse en su marca “originaria” de resistencia singular.  

Así como enunciamos dentro del cuerpo común familiar, un atractor centrípeto incestual,  describimos al pasaje, cuadro orgánico –solución bio-logica— expresión somatica, como una posibilidad de acceso a un “aspirador narcisista trófico y necesario para el proceso de resubjetivación y acceso a la dimensión Intergeneracional .

Frente al estado de fascinación desubjetivante que sostiene la seducción narcisista patógena y venenosa, en términos familiares, fue el cuerpo singular y su relación con un sujeto singular lo que sostuvo la vacilación posible y extensiva “a posteriori” a los diferentes miembros, a poder acceder al trabajo de subjetivación historizante.

La solución biológica expone al sujeto vivo a un dominio trófico que inevitablemente le impone su “cuerpo propio”, y que a su vez lo defiende de un modo autoconservatriz del dominio patógeno ejercido por el agente tiránico perversivo. Ya pensado como  una solución posible, este dominio trófico resubjetivante es lo que posibilita acceder finalmente a ser sujeto del propio sufrimiento. Si pensamos el pasaje de dolor a vivencia de dolor, no olvidemos que no hay sufrimiento sin un cuerpo para sentirlo, cuerpo afectivo habitado por la subjetividad. El cuerpo se torna exigencia de trabajo para el psiquismo y el síntoma es punto de partida en la reapropiacion subjetiva y renarcisizante. Si la solución adhesiva sostenía un equivalente de proceso autocalmante, la recuperación de la singularidad a través de la expresión somática es un tipo de subversión erótica.

Para que esto haya sido posible, fue necesario recuperar esbozos de una  posición pre-subjetiva “ en espoir” prospectiva y  “en busqueda de alguna diferencia”,  para sostener el llamado a la presencia de un objeto disponible, tanto medico como analista, que posibilite recuperar el “yo singular” sustraído del magma incestual.

Dentro del equilibrio interdefensivo que nos implica, nuestra presencia subjetiva como testigo transferencial y “un objeto otro sujeto posible que resista la destructividad”, facilitó el tránsito en el que se ´pudo recuperar el valor traumático para el yo singular de uno de los miembros. 

Conclusion 

En el proceso que intentamos delinear, al vacilar el aferramiento adhesivo se dio un movimiento pulsional “re-narcisizante”. Fue a partir de lo orgánico que se pudo relanzar “lo conservador de la pulsión”, recuperar su tendencia objetalizante y acceder  al movimiento narcisista de vida o“trófico”. A partir de esta expresión somática en su derivación familiar se revitalizó un motivo de consulta posible. Dentro del tránsito recorrido, si partimos de una concepción causalista, no se pudo evitar el recurso a lo somático pero a partir de una dimensión estructural de continencia, se pudo abrir la posibilidad resubjetivante a partir de esto. Como lo plantea Ch Dejours, lo que intentamos plantear no es el origen de las enfermedades psicosomáticas sino el impacto de un cuerpo “propio” enfermo sobre la exigencia de la capacidad de trabajo impuesto al psiquismo, esta vez planteado dentro del equilibrio interdefensivo familiar incestual.    

 

La supervivencia psíquica, su impronta narcisista singular y familiar.

Presentación en UCES 16-04-16
*Por Eduardo A. Grinspon
Voy a delinear un tránsito clínico conceptual, jerarquizando aquellos conceptos que operan como imperativos en mi accionar clínico. Nuestro desarrollo partió del escollo clínico dado por el estancamiento de los procesos terapéuticos de pareja,  luego de un primer eslabón de nuestras experiencias en familia, en la que ya sosteníamos las consecuencias de lo que A Ciccone enuncia como la transmisión traumática de lo traumático.

Nuestro título articula la supervivencia psíquica en su impronta singular y familiar. Pienso que nuestra escucha especifica como analistas de pareja y familia, es una dimensión a doble vía, ya que la supervivencia en una generación implica, a partir de su solución lograda y el modo en el que la alianza parental sostuvo la transmisión de lo traumático, consecuencias en el modo en el que “sus hijos” pudieron resolver “sus” interrogantes generados en  diferentes momentos vitales.

En patologías narcisistas graves, a  partir del modo en el que emerge el sufrimiento psíquico, nos encontramos con las consecuencias de esta asimetría e intersubjetividad innegociable.

Es pertinente diferenciar de inicio nuestra escucha y posición clínica frente a      dos tipos de situaciones: aquellas familias en las que el sufrimiento psíquico, su procesamiento de lo traumático y su transmisión , es consecuencia de la sobrevida psíquica lograda a partir de situaciones como la guerra, migraciones, desastres climáticos, de aquellas en las que lo sucedido dentro del espacio intrafamiliar (incesto, incestualidad, abusos sexuales y narcisistas, cuadros psiquiátricos y sufrimientos psíquicos sostenidos sin salida  entre otros, adquirió su carácter patógeno  a través de generaciones, a partir del equilibrio interdefensivo parental y de la comunión de desmentida operante, con su consecuencia en el modo de transmisión. En  nuestra especificidad de familia y pareja, lo  traumático  refiere frecuentemente  a la consecuencia de la  transmisión traumática de lo traumático.

Sobrevivir dentro de este clima familiar determinó que la estructuración del narcisismo se haya dado a partir de estrategias de “sobrevida psíquica frente al sufrimiento narcisista identitario, (R Roussillon) soluciones narcisistas que implicaron a su vez un modo singular de nacimiento del “objeto para un yo”, “del yo”, de la “estructuración del narcisismo” y el rasgo identitario logrado. Son familias en las que frecuentemente nos encontramos con uno de los hijos posicionado en “el hijo problema” o “hijo único de genitor único”, y alianzas parentales con una comunión de desmentida, en la que priman diferentes desmentidas, fundamentalmente de la diferencia de generaciones, de la autonomía narcisista, de la diferencia vivo muerto y de la interdicción a la intercambiabilidad de seres.

Hablar de supervivencia psíquica implica aceptar que en nuestros pacientes, hubo una experiencia traumática con características específicas, dada por el sufrimiento narcisista identitario, en la cual se articuló un desvalimiento singular con la posibilidad de apelar a recursos a partir de los cuales se logró sostener su continuidad narcisista  e  identitaria. Siguiendo a R Roussillon, son patologías narcisistas relacionadas con una dificultad en la función subjetivante del Yo. En estas se sostiene una organización defensiva contra los efectos de un traumatismo primario clivado y la amenaza que su huella, al estar sometida al automatismo de repetición, pueda afectar a la organización del aparato psíquico y de la subjetividad. Son pacientes que más que la carencia en ser están caracterizados por una carencia en el ser.

Nuestros pacientes no comienzan con el trauma y si partimos  del hecho que todo trauma es trauma para alguien, en nuestra clínica nos encontramos con su solución narcisista, en este caso de sobrevida psíquica y su derivación identitaria lograda.  

Diferenciamos la lógica de estas soluciones, en las que en una retracción que tiende al anonimato, primó la perentoriedad, el alivio y la calma, de aquella lógica propia a la vida psíquica en la que fue posible la objetalización trófica, la experiencia de satisfacción, el acceso a la temporalidad y a una terceridad eficaz. La tensión entre ambas lógicas persiste en nuestra subjetividad  transferencial y las  intervenciones posibles.  

Es una especificidad clínica en la que nos encontramos subjetivamente implicados ante recursos y soluciones que refieren al singular modo de haber sobrevivido  a las fallas en el modo de presencia del objeto otro sujeto y la terceridad necesaria, en su condición de posibilidad.  Es decir de algún modo se logró resistir a los climas abusivos, ya sea por exceso o por defecto, y acceder a una “solución narcisista” sostenedora del sentimiento de sí.

Éstas operan para cada uno como su marca identitaria, “su modo de ser”, muchas veces enunciada como rasgo de carácter;  que funciona como “su apellido otro” Partimos que el apellido que marca a un hijo y pasa a ser “su apellido”, es co-producido en la interacción con su alianza parental y que en este tipo de  solución hubo, a partir de un pacto narcisista parental, un abuso narcisista que condujo a este desenlace.  Este modo de ser, es un equivalente afiliativo de supervivencia psíquica, que expresa la síntesis dada a partir del abuso padecido en la transmisión traumática de lo traumático y el modo posible de apropiación de lo transmitido  Pensamos a estos rasgos como “personajes”, dentro de escenarios fijos en los que están atrapadas estas personas.

Es decir los agentes de estas soluciones, tienen una singularidad subjetiva, producto del modo de haber resistido frente a su necesario llegar a ser “alguien para alguien”.

En cada solución  lograda, con su fijeza e invariancia, a partir de lo que podemos imaginar, se sostienen las consecuencias del tránsito: dolor pre subjetivo–capacidad singular de resistir- -vivencia de dolor–sufrimiento de alguien- presencia de la negatividad–tipo de apego de sobrevida logrado– apego al negativo del objeto posible ––rédito narcisista- solución identitaria lograda—ser alguien para alguien–ser lo que sufrieron en su escena privada adheridos a un sufrimiento propio/ajeno.

El propio sufrimiento mantiene la vigencia en acto y a través de lo actual de lo “desconocido” o bastardeado por el objeto otro sujeto alguna vez necesario. Este mecanismo, cualitativamente diferente del negativante, posibilita que en las rumiaciones  y afirmaciones provocantes/convocantes, estos pacientes puedan seguir llamando “padre” a un progenitor abusador, o “madre” a una progenitora siempre presente como ausente (enuncio “llamando” por la articulación paradojal de “nombrar y llamar”).

A partir de nuestro malestar intrasesión frente a la fijeza de su accionar ¿su  modo de ser?, y su aferramiento al sufrimiento como un organizador, nos conectamos tanto con el paradigma relacional de base que subyace a cada solución, como con su coraza defensiva de sobrevida psíquica que mantiene en la base al chico que alguna vez fue, como dice R Roussillon, un testigo privilegiado. “Cada ser vivo nace, vive, sobrevive y muere como puede y no como quiere o como algunas veces, nuestros conceptos definen”; Por ejemplo, nos encontramos con las consecuencias del apego al negativo del objeto, un tipo de apego de sobrevida psíquica  que finalmente, a partir de un narcisismo de sobrevida frente a los efectos de la negatividad,  es un apego a la vida.

¿Existe en “este modo de ser” trazas presubjetivas  aún en búsqueda del objeto otro sujeto necesario para acceder a la subjetivación del propio sufrimiento padecido y salir de lo compulsivo de “ser lo que sufrieron”? ¿Cuál es la condición necesaria  de este objeto otro sujeto?

Acerca del sentido de la realidad incomprensible,  ¿para quién?

¿Cómo tornar comprensible en nuestros pacientes el sentido  de una realidad que inevitablemente fue vivida, pero aun no vivenciada y que se sostiene  a partir de una re-edición en lo actual de un modo contextual y atemporal? Refiero a dar lugar desde nuestra intersubjetividad transferencial al trabajo de subjetivación historizante (R Roussillon)  del propio sufrimiento padecido, un tipo de trabajo del negativo frente a la negatividad operante en los recursos de sobrevida psíquica.  

Diferencio la re-edición hacia un más de lo mismo, de la re-petición en búsqueda de una diferencia y pienso que la re-edición en el espacio transferencial es un tipo de re-petición de la objetalización necesaria.

Decidí apelar al uso metafórico del término “testigo intrasubjetivo”, a partir de lo enunciado en las patologías constructivas referidas a estructuras de hormigón. Este es un material vivo en el que su elasticidad y capacidad acotada de transformación, lleva a que ante grietas posibles, un técnico instale un “testigo de yeso o de vidrio” que registra y evidencia lo que “fue sucediendo” o “está sucediendo”. Es decir es un testigo puesto por alguien y para alguien,  por ejemplo  en nuestros pacientes en sesión, para su analista en persona.  En  nuestra clínica dentro de la subjetividad transferencial que nos implica, refiero tanto al testigo intrasubjetivo del analista en sesión, como al testigo del sufrimiento padecido por nuestros pacientes.  El testigo no  refiere a un momento puntual, sino una posición dentro de la propia singularidad subjetiva, que sostiene un registro intra-estructural de las variaciones transitadas en su medio relacional. De un modo homólogo al testigo en las grietas del hormigón, planteamos al testigo intra estructural disponible, siempre y cuando sus registros lleguen a ser significativos para alguien.

En aquel sector que enunciamos como el testigo del sufrimiento padecido por alguien en periodos significativos de su vida, habitan las marcas pre-subjetivas y diversos registros de aquellos interrogantes que fueron surgiendo al tratar de comprender y dar sentido a su realidad. A partir de la respuesta posible de su medio familiar, su realidad se fue tornando inentendible e innombrable, quedando como conclusión que sólo el sufrimiento y la cantidad de dolor operan como  organizadores. Este registro se tornó causa de  su solución narcisista, dada a partir del trabajo psíquico que nos impone lo traumático ante la necesariedad de apropiación y transformación posible de lo transmitido (A Ciccone).  

Este matiz diferencial dado por la “capacidad de resistir para llegar a ser”, es el que determina que nuestra posición subjetiva transferencial esté relacionada con nuestra capacidad singular de resistir en nuestro malestar el tiempo adecuado, un equivalente del sufrimiento como organizador en estos vínculos..

Base para nuestra posición clínica actual

En estas configuraciones vinculares planteamos la vigencia de la “solución peversiva narcisista a deux”, un neoconcepto que articula el concepto de “solución narcisista” de R Roussillon -por su referencia al esfuerzo y posibilidad del psiquismo de ligar las experiencias de dolor que retornan compulsivamente evitando el encuentro con la necesidad del objeto-, con el de perversión narcisista de P C Racamier -quien la enuncia como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”-.

También R Roussillon, enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación, para asegurarse la descarga de lo que no  pudo integrarse y significarse en su tránsito a “ser significativo para alguien”, en la propia economía pulsional. Al pensar este espectro clínico dentro de la TPFP, lo patológico se torna patógeno dejando un resto en un otro, y lo perverso se transforma en perversivo de lo pervertible del otro. A partir de la  variable  de los restos descargados surgen interrogantes a definir en nuestra posición clínica subjetivo transferencial

Pensamos que  las experiencias de  dolor refieren a una dimensión cuantitativa en su camino a ser el sufrimiento de alguien. Es un tipo de retorno en búsqueda del objeto otro sujeto necesario disponible y utilizable, para acceder al tránsito  hasta la singularidad y diferencia. Jerarquizamos la mención a aquello que retorna de un modo compulsivo: referimos a la compulsión a la subjetivación de aquello aun no subjetivado que no cesa en su insistencia, e implica un tipo de retorno sosteniendo como lo plantea R Roussillon, un cuarto vasallaje del yo, esta vez pensado en su dimensión de Yo familiar.  Este es uno de los pilares en los que sostenemos nuestra posición subjetiva transferencial frente a una transferencia paradojal y por retorno.

¿Cómo llega esta problemática a nuestra clínica?  

A partir de la articulación de estas soluciones en pareja (y sus consecuencias en  familia), nos encontramos con un tipo  de alianza defensiva-ofensiva y su equilibrio interdefensivo patógeno. Referimos a la articulación de distintas economías singulares y sus corrientes defensivas, dentro de una  economía pulsional vincular  descripta por D Maldavsky, específica en pareja y familia

Una solución a deux, que al vacilar, llega como consulta posible a una terapia de pareja o familia. Este equilibrio pluripsíquico y plurinarcisista, es un seudo-equilibrio en permanente re- adecuación, dentro del cual nos vamos a implicar en la co-construcción del encuadre posible, para que el sufrimiento que circula en términos trangeneracionales, pueda recuperar su función mensajera.

Situación clínica.  Escenas paradigmáticas

La preeminencia de esta solución “a deux”, su necesario retornar de un modo circular a sus personajes en posiciones fijas y sin salida, atrapados en una vigencia a veces mortífera, en acto y en lo actual, y la no memoria del proceso  recorrido, genera en nosotros un malestar que referimos a un registro del estancamiento o “impasse” del proceso terapéutico, que por su no acceso al pasado como referente en la historización lo enunciamos como, un  “impassé” (Paul Denis).

Pensamos que aquello que en lo manifiesto  se nos presenta como  una problemática grave y sin salida, en su base sostiene un equilibrio interdefensivo o una solución narcisista “a deux”  en  su estado “exitoso fracasado”.

¿Por qué la necesaria fijeza e invariancia?

Esta solución “a deux” configura un sistema defensivo frente a la posibilidad del retorno de las vivencias de dolor “en desesperanza” y su dimensión de ser   innombrables, sin un origen, sin fin y atemporal.

Frente a estas parejas, nos encontramos subjetiva y transferencialmente implicados en un circuito trans-subjetivo sostenedor de un apego al negativo del objeto (R Roussillon, D Anzieu), dentro del cual a partir del “sufrimiento que hoy padezco y “vos me lo provocas”, el dolor sostenido como el último testimonio presubjetivo de las fallas en la presencia o disponibilidad del objeto en la experiencia del desvalimiento singular transitado, adquiere la dimensión cualitativa de sufrimiento “de alguien” como un organizador posible de la escena vivida.  Experiencia que habitualmente refiere a los momentos de la constitución del yo sujeto; eesto nos lleva a diferenciar  al sujeto del propio dolor, de la posición de objeto del dolor causado por el movimiento de otro.

A partir de una transformación pasiva/activa “a deux” en su estado exitoso, (D Maldavsky),  y dentro de un tipo de vínculo en el que el aferramiento al dolor es un organizador y priman la deuda, la queja y el reproche, un “Yo” puede activamente reclamar desde una posición de “agente acreedor con su razón” (es decir racionalmente entendible y figurable en la dimensión humana), a un agente “siempre” deudor, el sufrimiento dado a partir de las consecuencias de algo sucedido en una atemporalidad innegociable. A su vez el agente “siempre” deudor, de un modo “desesperado” tiene que demostrar a “su supuesto otro no otro”, que “yo no soy ese que vos afirmas que soy”. Escenas desplegadas frente a un testigo implicado, su analista. Es un escenario de aferramiento contestatario en el que priman las afirmaciones identitarias dadas a partir de las consecuencias de lo acontecido. Son escenas que posibilitan, a partir de la recuperación de un  alerta señal, la transformación de la desesperanza agónica (un tipo de desvitalización representante de la hemorragia libidinal) en desesperación, dimensión humana que  sostiene la recuperación pre subjetiva de la  condición de posibilidad, dadas por las afirmaciones provocantes-convocantes sostenidas por el agente acreedor.

Estas relaciones de pareja habitualmente están centradas en poder pedir desde el reproche, aquello que el otro no puede dar quedando yo “ligado” o “aferrado” desde mi sufrimiento y siendo mi dolor el testimonio de tu falla o ausencia” (solución algógena Paul Denis).

En esta articulación defensiva, cada agente accede a ser alguna vez “único para alguien” y refuerza en acto y a través de lo actual la  eficacia del andamiaje defensivo de su partenaire. Es un movimiento en el cual cada miembro, de un modo fijo y estereotipado, sostiene su disponibilidad para aportarle a su partenaire el personaje necesario para la escena privada del “supuesto otro”, sostenedora ésta de su singular continuidad narcisista identitaria acorde a su contrato filiativo y a la cadena de la cual cada uno es miembro.

Son pacientes que, al no poder procesar el conflicto de un modo intrapsíquico e inter-instancias, necesitan que éste se juegue permanentemente en una “trans-subjetividad”, tendiendo al acto desubjetivante, predominancia de la descarga en la tendencia entrópica de la pulsión. ¿Deja este movimiento expulsivo un resto en nosotros? Como analistas estamos implicados ante el modo posible de retorno de sectores aun no subjetivados (R Roussillon), presentados  en la fijeza del accionar de estas personas atrapadas en personajes fijos.

A partir de nuestro  malestar intra e intersesión, si no desvitalizamos aquello diferente que se genera en nosotros,  nuestra memoria aporta un tipo de presencia e intervención que posibilita una vacilación del equilibrio interdefensivo   en el que estas parejas se mantienen de un modo invariante. Nos referimos a la posibilidad de salir de la re-edición sostenida por la sinergia (articulación inconsciente) de garantizarse mutuamente “ser un objeto del dolor producido por el accionar del otro”, y acceder a un tipo particular de nacimiento subjetivo que permita ser sujeto del propio dolor vivenciado durante el tiempo necesario para acceder a la apropiación de la singularidad, diferencias y las adecuaciones defensivas posibles dentro las cuales estamos implicados.

En este escollo clínico la dimensión de estancamiento es un registro subjetivo transferencial de la persona del analista -diferencio la “persona del analista”,  del “analista en persona”  de nuestros pacientes-, y nos habla de un estado duradero de un tipo  de malestar de cada analista. De un modo generalizante este malestar podría pensarse como una  reacción terapéutica negativa, pero en estos casos lo pensamos como la presencia de la negatividad en la transferencia.

¿A qué tipo de negatividad nos referimos?

Es una transformación posible de la negatividad  radical (lo real, inaccesible, al decir de R. Kaess) en una negatividad relativa, y posible a partir de la situación analizante en la cual se da la posibilidad del retorno de lo “aun no subjetivado”. No referimos al acceso a un núcleo de verdad, sino a la vacilación de la rigidez defensiva “a deux”  para acceder al negativo antes enunciado.  

Es decir que permitiendo que estas escenas nos habiten, accedemos a intervenciones surgidas a partir de nuestro propio malestar y a un tipo de  transferencia que R Roussillon define como paradojal, en la medida que se mantiene un movimiento transferencial de retorno  de un tipo de negatividad, que manteniendo su pulsación y no cesando de insistir en su movimiento en búsqueda del objeto “otro sujeto”, lleva a una utilización singular de la disponibilidad de su analista. El comentario siguiente de R Roussillon,  nos habilita a diferentes intervenciones “somos convocados a devenir el espejo del negativo del analizando, a ser portador de aquello que el analizando no ha podido integrar de su historia,  de aquello que no ha tenido lugar para ser en el mismo, pero que no cesa de amenazar de un retorno desorganizador”.

Son escollos clínicos en los que la atención flotante tiene poca probabilidad de eficacia, y es nuestra memoria subjetiva transferencial la que posibilita un acceso a la diferencia., por lo que proponemos en lugar del “analista sin deseo y sin memoria” una posición de “analista con memoria y esperanza (espoir)”

Son situaciones en las que el acto analítico de ampliar el espacio terapéutico a su dimensión de “ampliado no escindido” -concepto que desplegué en relación a la  Posición del analista dentro de la  solución perversiva narcisista- deriva a que el mismo objeto “su analista de pareja en persona” sea quien, a partir de su padecimiento y el efecto que tiene el resto que subyace en nosotros, acepte el límite dado por la coraza de co-excitación y pueda ampliarlo a entrevistas singulares articuladas con las de pareja, habilitando un tránsito trófico que nos posibilita relanzar el proceso terapéutico.  Por esta vía y a partir de un tipo de malestar del analista, ¿su dolor–sufrimiento singular? accedemos junto a nuestros pacientes al nacimiento subjetivo del “sujeto del dolor singular”, un tránsito hacia la subjetivación  de lo padecido y aún clivado.

Esto permite salir de la re-edición compulsiva, muchas veces en términos transgeneracionales y recuperar el necesario trabajo de subjetización historizante que le corresponde a cada generación habilitada por una alianza parental de inicio exogámica.

Damos lugar a partir de nuestro malestar intrasesión, a la dimensión singular en primer lugar accediendo a nuestro testigo intra subjetivo del propio sufrimiento padecido. Pensamos que las consecuencias de los interrogantes dados en nosotros, son los que abren la posibilidad de salir de la fijeza que sostienen las escenas en las que cada uno es un objeto “único” para el movimiento pulsional del otro

Estamos aludiendo desde nuestra  posición con “memoria y  espoir”, a  recuperar o conectarnos con las trazas de aquellas situaciones sin posibilidad de recuerdo, sin representación (memoria amnésica), presubjetiva, surgidas frente a lo desconocido del objeto otro sujeto, una negatividad que está en la base de esas marcas identitarias. Si el eje del malestar con el que se presentan estas parejas o familias, o mejor dicho se hacen presentes en nosotros, es el sufrimiento que otro me causa, es a partir de nuestro singular malestar, nuestro propio sufrimiento y sus derivaciones, que nos posiciona como un sujeto otro testigo implicado y presencial. Desde esta posición aportamos la objetalización que da lugar dentro de nuestro espacio analítico al trabajo de subjetivación del testigo intrasubjetivo del dolor padecido por nuestros pacientes.

Estamos delineando el pasaje del “a deux a lo singular”,  no perdiendo de vista que  en estas personas al referir su marca identitaria a un paradigma relacional determinado, queda de nuestro lado pensar las similitudes y diferencias de los paradigmas relacionales puestos en juego  por cada uno, para que se haya dado la dimensión a deux. Un objetivo en el cambio clínico esperado, es que ante la vacilación de este equilibrio interdefensivo, logremos comenzar a conectarnos con aquel sector de “su verdad histórica” sostenido en estas posiciones patógenas y registradas en el sufrimiento por un otro, hoy por nosotros. No referimos al acceso a un núcleo de verdad,  sino a la vacilación de la rigidez defensiva “a deux”  para acceder a este trabajo del negativo. 

Nuestra implicación a partir como dice A Ciccone de una “des implicación objetivante”, es llevar el circuito  tóxico provocante/convocante a deux, a un esbozo de intersubjetividad, al aportar los efectos desde nuestro malestar y, en el devenir de esta alianza con un sector de estas personas singulares, se da un cambio clínico en la medida que cada uno al variar la escena  del paradigma relacional, puede promover lo diferente del otro.

Acerca del paradigma relacional subyacente en nuestros pacientes

*Por Eduardo A. Grinspon

En pacientes sostenidos por su núcleo identitario de sobrevida psíquica, no debemos perder de vista que al haber sobrevivido como pudieron”, en cada uno subyace un paradigma relacional de sobrevida psíquica a partir del cual se posiciona en su lugar actual de “objeto quejoso o sufriente del movimiento de otro”, alternando un accionar acorde con un “yo culpable y deudor” o con un accionar destructivo sostenedor de un “yo soy el mal”[1].

En estas parejas el paradigma relacional dentro del cual nos encontramos implicados, es un paradigma “actual” que articula la historia singular de cada miembro y el rasgo diferencial en este tipo de sufrimiento narcisista identitario, es sostener la dimensión identitaria de “ser” de cada uno, a partir del sufrimiento sostenido en una solución narcisista “a deux”. En esta subyace un conglomerado de escenas fallidas y exitosas que han dejado su marca en el narcisismo de cada ser vivo y su solución de sobrevida psíquica. En nuestra clínica partimos del escollo clínico que implica en la TPFP, la solución narcisista de sobrevida psíquica “a deux”, y su equilibrio interdefensivo singular y patógeno, frente al cual nos enfrentamos y dentro del cual estamos implicados. En definitiva dos personas con historias diferentes constituyeron como pudieron un pacto (narcisista) denegativo en el cual a partir de su mutuo accionar y la interdependencia innegociable, mantienen de un modo atemporal la eficacia del sistema defensivo preventivo singular.

Desde nuestros pacientes y pensando en la vacilación necesaria del equilibrio interdefensivo:

  1. A) ¿Qué condujo a la vacilación de este equilibrio y al motivo de consulta?
  2. B) ¿Desde qué escena propia habla cada uno cuando habla? ¿O dice?
  3. C) ¿a quién imaginamos que le habla?
  4. D) ¿Frente a quien se despliega esta escena? ¿Un testigo? ¿Una función paterna? ¿Otro?

Desde el analista:

  1. a) ¿a quién recibimos?
  2. b) ¿desde donde escuchamos?
  3. c) ¿Cómo intervenimos? ¿Intervenir o interpretar?
  4. d) ¿a quién hablamos cuando intervenimos?
  5. e) ¿Cómo incluir en estas escenas lo poco pero alguna vez habido, de un continente narcisisticamente positivo, para ser base de la auto conservación actual y las potencialidades en un espacio analítico?

 

¿Cómo conceptualizar la evolución de estos procesos terapéuticos a partir de la transformación de estos paradigmas relacionales en los procesos de TPFP dentro de los que nos encontramos implicados, y en los que lo patológico se torna patógeno, con su consecuencia en el otro?

A posteriori de conceptualizar  la necesariedad de recuperar en sesión al sujeto del propio dolor, nos enfrentamos con el hecho que para co-construir el tejido cicatrizal necesario, era fundamental el trabajo de subjetivacion historizante de lo que alguna vez hubo. ¿Cuáles fueron los recursos utilizados, sus marcas y restos aun en búsqueda de la subjetivación necesaria?

¿Desde qué posición clínica podemos ir a la búsqueda de estos recursos?

Al ser este un interrogante surgido no como una estrategia técnica, sino a partir de un registro subjetivo transferencial de la persona del analista, quedan convocadas en el espacio intra e intersesion nuestras propias vivencias con alguna homología estructural a las que  subyacen  en el espacio transferencial.

Al corrernos de la posición explicativa y circular, estos recursos que refieren a lo rescatable del vinculo primario o corriente de apego, incluso si tuvo que ser “al negativo del objeto”, pero apego posible alguna vez habido, pueden ser actualizados y tornarlos disponibles. No refiero a las condiciones del objeto sino a las potencialidades de sobrevida psíquica del yo primitivo de realidad ante la falla de lo maternal necesario[2].

Depende de la posición subjetivo transferencial de cada analista, que nuestros pacientes obtengan o accedan a recursos que por haber sobrevivido alguna vez poseen, pero no pueden disponer para enfrentar situaciones actualizadas con características dolorosas, abusivas, avergonzantes, humillantes etc. ¿Es una referencia a “Aquello que teniendo no poseo”? ¿Un tipo especifico de función reflejante necesaria de la posición del analista? Referimos a escenas en acto y actuales que pueden ser sostenidas en la reedición atemporal de lo ya conocido, o acceder a la re-petición de la diferencia a partir de un analista otro sujeto, “en persona” sostenedor de una terceridad adecuada.

Partir de una posición  intrasesion  de no dudar que algo hubo, nos permite ir a la búsqueda de aquellos recursos y no enfrentar a nuestros pacientes con un tipo de desvalimiento sostenedor de la fantasía de auto engendramiento y reforzando su matiz identitario actual. El hecho que habite en nosotros en el escenario intrasesion un imperativo que sostiene “el vinculo preexiste al conflicto”, nos posibilita imaginar posiciones subjetivas dentro del paradigma relacional vigente, las defensas en juego y es a su vez, desde donde se torna posible obtener los recursos para ligar los movimientos pulsionales extintivos, los cuales en sesión también están en búsqueda de la objetalizacion posible. El conflicto “actual” no es el vínculo, pero puede ser defensivamente el organizador de la tensa continencia posible.

A partir de nuestra afirmación, “Usted no es lo que sufrió, sino quien sufrió”, estamos convocando a un esbozo de sujeto. El proceso analítico y nuestra escucha es lo que permite patrimoniar aquello que también habita en nuestros pacientes. La historia de estos no comienza con el trauma, es decir su vida no ha comenzado con lo que explicamos acerca de lo que subyace a su andamiaje defensivo y pensamos como traumático. Lo traumático en lo actual refiere al contenido que por omnipresencia, en la reedición, sostiene una continencia tensa y pervertida que M Hurni G Stoll enunciaron como la tensión intersubjetiva perversa. Podemos suponer que también hay restos de una continencia posible que preexiste y que el contenido actual junto a nuestra respuesta frente a los movimientos pulsionales extintivos que nos implican, pueden llegar a co-construir una continencia actual dentro de la cual los contenidos puedan ser subjetivados. Diferenciamos el dolor del andamiaje defensivo puesto en juego.

¿Cómo acceder a la subjetivación historizante de los sectores de  cada ser vivo desde donde poder incluir en nuestro espacio subjetivo transferencial, su patrimonio subjetivo que le posibilitó acceder a  lo que operó como traumático para alguien?

En mi experiencia clínica con este tipo de pacientes surgen “en mi” imágenes  o inquietudes que me llevan a plantear interrogantes o intervenciones contrafirmativas. Un tipo de afirmación sobre el “ser de nuestros pacientes que  son planteadas como tal en sesión. Por ejemplo: ¿fue usted chiquito alguna vez?, ¿nació usted alguna vez? Pregúntele a su piel, hay restos de alguna caricia. ¿Fue feliz alguna vez? Cada una de estas frases contienen términos que supongo que son entendidos por mi paciente y es su respuesta lo que me va a dar índices de este registro. Me asombra encontrar en ciertos pacientes que pareciera que nunca hubo algo diferente y rescatable, una respuesta no esperada a partir de esta intervención contrafirmativa.

¿Cómo conceptualizar la articulación entre  la moción pulsional del paciente con “su analista y su pulsión”?,  pues para que el cambio clínico se de en el paciente,  debió haber en este una disposición  al cambio, y  articulado con algo de la pulsión del  terapeuta. Referir a lo articulado y no articulable, es pensar al analista en sesión  dentro de un espacio inter subjetivo que es el espacio subjetivo transferencial. No es lo mismo el sujeto solo frente a su pulsión en ausencia del objeto, que el sujeto solo frente a su pulsión,  ante alguna presencia del objeto. Pienso que esto es lo que pasa a nuestros pacientes en sesión cuando logramos que puedan conectarse con los momentos de haber estado solos frente a su pulsión en ausencia del objeto pero “ahora” en presencia del analista. Momento del proceso transferencial en que se logra la articulación antes mencionada y al dar  matices a la dimensión del testigo, se puede acceder al testimonio del sufrimiento padecido.


NOTAS:

[1] R  Roussillon,
[2] R Roussillon,