Eduardo A Grinspon[1] .
Co construcción de “Mi amiga quimio” y “Mi amigo cirujano”.
En esta oportunidad como ejemplo clínico de esta segunda intervención apelare a una experiencia personal vivida “en carne propia” con el Dr Hector Machain.
Este desarrollo intenta conceptualizar nuestra posición, intervenciones y su eficacia en procesos terapéuticos (habitualmente primando sufrimientos narcisistas de sobrevida psíquica) en los que se nos presentan pasajes por el soma[2] mensajeros[3] dentro de nuestra intersubjetividad transferencial. ¿Qué factores inciden para que en ciertos vínculos transferenciales nuestras intervenciones, buscando el re- investimiento erotico del cuerpo de nuestro paciente puedan ser eficaces?
Voy a partir de dos intervenciones que sostengo hace varios años con buenos resultados clínicos e intentaré articular conceptos que subyaces en mi posición clínica
Una de ellas la de “mi amiga quimio”, se inicia cuando un proceso canceroso, se hace presente dentro de nuestro espacio terapéutico. Un cáncer importante de pulmón ya con metástasis. Surgía un primer cuestionamiento acerca de la causa por la que hasta ese momento no había surgido ningún registro. Esta duda es lo que luego al conectarme con la escuela de psicosomática de París, pudimos pensar que es un estado previo en el que primando un estado operatorio no hay signos subjetivables. Momento en el que un sector del cuerpo de nuestro paciente resta clivado, anónimo y huérfano. ¿Qué destino o retorno tendrá este resto clivado de la subjetividad de nuestro paciente?
Nos conectamos con el segundo tiempo del trabajo de somatización que enuncia Claude Samadja que es la solución somática “de alguien”. Jerarquizo el término solución, a la que incluyo dentro de otras soluciones narcisistas de sobrevida psíquica[4]. La aparición en “mi paciente” de este cáncer, si bien había una historia muy compleja con mucho sufrimiento histórico, me asombró, pero sobre todo me impactó que mi paciente rápidamente comenzó a mencionar los efectos devastadores de la quimioterapia, mencionando detalladamente el sufrimiento que generaba las sesiones de quimio y el efecto de quedar pelada. En sesión desde mi registro subjetivo transferencial me encontré con un malestar frente a esta afirmación. Mi paciente quizás continuando con su estado operatorio estaba desmintiendo el mensaje de su soma en búsqueda del cuerpo de alguien.
Intervine planteando que “ella no podía convivir con el cáncer, o ella mata al cáncer o el cáncer la mata a ella”. Pensando en el tipo de anclaje vital posible en pacientes con soluciones narcisistas de sobrevida psíquica, sabemos que hubo una falla en el núcleo masoquico primario con la consecuente falla en el masoquismo guardián de la vida (B Rossemberg). Decidí junto a la enunciación de cáncer y matar, seguir enunciando que era “la amiga quimio quien nos podía ayudar a matar el cáncer para seguir viviendo”. Esta afirmación se basaba en los logros subjetivos ya patrimoniados en nuestro proceso por mi paciente.
Me ofrecí para acompañar en la primera sesión de quimio, estar presente e incluso darle la mano para sostener la recepción de la amiga quimio. El proceso se desarrolló favorablemente y mi paciente siguió viviendo.
Lo que me interesa es el registro en la intersubjetividad transferencial, el a deux que formamos mi paciente y yo para que ella me transmita un registro desafectivizado de un pasaje por su soma, y rápidamente me muestra un nivel de desmentida como si la palabra cáncer se hace intolerable. Yo creo que desde nuestro vinculo transferencial pude acercarme al concepto que era imposible vivir en la coexistencia con el cáncer[5], “mato al cáncer o el cáncer me mata a mí”. En esta ecuación pude encontrar estos investimientos laterales necesarios en lo psicosomático que fue apelar a la amiga quimio junto al amigo médico.,
¿Qué me llevó a incluir el significante amigo con la quimio, incluso sostenerla de cuerpo presente en las primeras experiencias de quimio? Se tornó una intervención casi habitual en mis pacientes con cáncer. Pero llegó la hora de pensar cómo surgen estas intervenciones, partiendo de algo ya planteado en la escuela psicosomática de París, que en estos pacientes habita un núcleo masoquico primario fallido concomitante con fallas en su núcleo erógeno primario.
Es decir son personas que como pudieron han sobrevivido a las fallas en las inscripciones corporales de experiencias primarias objetalmente necesarias para la constitución de su narcisismo, (un objeto necesario para la constitución del yo). Es Marilia Aisenstein quien enuncia una falla en el masoquismo erógeno guardián de la vida. El hecho de poder pensar en el masoquismo erógeno guardián de la vida, que es el egoísmo del sujeto para el sujeto, me reconecto con lo que enuncio como el egoísmo necesario, ese egoísmo al cual hay que apelar cuando un paciente se encuentra en estados límites de vida- muerte y se torna imprescindible su resistir para sobrevivir.
¿En qué medida nuestra posición como objeto disponible y utilizable puede relanzar sectores aun en latencia de este masoquismo erógeno guardián de la vida?
Así como “lo que en ello era en Yo debe advenir” podemos enunciar “lo que en soma era en cuerpo de alguien debe advenir” saliendo del cuerpo anónimo y huérfano.
¿Cómo podemos pensar el cuerpo que se hace presente en sesión?
Pensamos a la organización psicosomática individual como una economía psicosomática
Lo procesal a partir del monismo “psique soma”.
La noción de economía psicosomática y los medios variables para asegurar su regulación en los diferentes momentos de la vida, constituyen un modelo teórico – clínico que posibilita pensar los movimientos progredientes y regredientes dentro del monismo “psique soma”. César y Sara Botella integran a este último dentro de “lo procesal”, entendiendo al proceso como posibilidad transformacional de la pulsión que articula permanentemente la capacidad progrediente hacia la psico-lógica conducente hacia la representación, y la capacidad regrediente hacia lo perceptivo alucinatorio, fondo alucinatorio del psiquismo, que subyace a toda representación. Pensamos que la posibilidad de acceso a lo alucinatorio es la interfase entre la última posibilidad de recurso psíquico o de mentalización previo a precipitarse a un “más allá”, hacia el soma como espacio para lograr el pasaje por el soma mensajero hacia una solución bio-lógica. El movimiento pulsional tanto progrediente como regrediente muestra la no reversibilidad de la dirección pulsional que siempre es en el sentido “por venir”. Es este punto en el que pensamos que nuestra disponibilidad a implicarnos posibilita la apertura de circuito co alucinatorio[6] dentro de nuestra intersubjetividad transferencial. Es acá donde nuestras intervenciones adquieren su eficacia. Momento de articulación del médico clínico interlocutor del cuerpo que registra el mensaje somático y al modo del passeur (D Scarfone) opera como un objeto de transición y pasaje posibilitando salir de la preeminencia del clivaje y que los sectores clivados que persistían anónimos y huérfanos, accedan a ser parte del cuerpo de alguien.
Al entender la economía psicosomática dentro de este monismo cae la posibilidad de sostener el clivaje psique–soma, para pensar que la línea de clivaje se transfiere al interior del dualismo pulsional. El efecto “psico somático” es producto de la construcción o deconstrucción del juego pulsional, posibilidad singular de mantener un nivel adecuado del masoquismo erógeno guardián de la vida como nivel de resistencia primaria (Daniel Rosé). Todo esto depende de su enlace con la pulsión de autoconservación sostenedora del principio de constancia, del mantenimiento de una tensión vital opuesta a la descarga absoluta del sistema. Si se da una falla en este tipo de masoquismo y no se puede apelar a un movimiento regresivo hacia un punto de fijación adecuado, se sostiene un empecinamiento químico dentro de un automatismo aferrado a lo idéntico, en cuanto identidad de percepción, pudiéndose llegar finalmente a un triunfo de la función desobjetalizante que lleve a la descarga y a la muerte de la pulsión. Este desenlace será la consecuencia del triunfo de la defensa interpulsional desde la pulsión de muerte hacia Eros. (Freud, 1924)
Respecto al resistir es nuestra endurance[7] lo que nos posibilita intervenir más allá de las afirmaciones de nuestro paciente.
Creo fundamental nuestra implicancia en la apertura del circuito co-alucinatrio que ya evidencia desde nuestro paciente un movimiento pulsional en búsqueda objetalizante y somos nosotros quienes sostenemos al objeto otro sujeto y su pulsión[8] Por eso cuando se plantean la eficacia de las identificaciones laterales, pensé que en mi experiencia con estos pacientes, partiendo del médico clínico, la amiga quimio es otra identificación lateral. Es decir en nuestro espacio terapéutico estas transferencias laterales incluyen la terceridad necesaria y son ya parte de una escena en la que intervenimos.
Segunda intervención esta vez a referida a una experiencia vivida en “carne propia”.
Hace mucho tiempo ante los actos quirúrgicos de mis pacientes diferencié el enunciado “me operan” dicho en sesión desde una posición pasiva, muchas veces dentro de un contexto de objeto quejoso y sufriente, de la enunciación “me opero” como un movimiento activo en búsqueda de una respuesta a lo que su cuerpo propio necesitaba y pedía. Este circuito mensajero tiene su complejidad ya que se torna necesario que mi paciente pueda recibir de su cuerpo, habitualmente intermediado por su médico clínico un mensaje suficientemente doloroso o preocupante que le posibilite pedir una ayuda. A esto es lo que enuncio función passeur del clínico, un objeto de transición o de pasaje entre dos espacios el somático y el corporal.
¿A que cuerpo nos estamos refiriendo? Cristophe Dejours enuncia la posibilidad de acceder a una subversión libidinal que posibilita que el cuerpo biológico (soma) acceda a ser el cuerpo erótico de alguien. Lo denomina segundo cuerpo y es donde habitan los afectos, el circuito pulsional que ya enunciamos, la sexualidad infantil y los restos del tipo de apego al negativo del objeto que fue necesario para sobrevivir. Pienso que nuestra posición implicativa y disponibilidad sin concesiones junto a la posición del clínico es parte de esta subversión libidinal. La apertura del circuito co alucinatorio que hemos definido y desde el cual intervenimos, no podría tener lugar de otro modo.
Como segundo ejemplo voy a tratar de esbozar una situación personal. Se trata de una experiencia recientemente vivida “en carne propia” con mi clínico y el acceso a “mi amigo cirujano Dr. Héctor Machain”.
Hace varios años, mi clínico me diagnosticó un problema valvular cardiaco. Diagnostico surgido por un signo clínico (un soplo) y luego ratificado por estudios específicos. Yo no tenía ningún registro somático y sostuvimos un acuerdo de controlar su evolución anualmente. La lesión valvular iba progresando, aunque de un modo asintomático. Sin embargo yo sabía que el camino final sería la cirugía. ¿Presencia de un sector clivado para mí?
A partir de un tema articular recibo una medicación que descompensa mi equilibrio y me encuentro con una falta de aire que evidencia una insuficiencia cardiaca. Registro subjetivo de malestar que me llevó a una internación en la cual se comprueba que no tengo ninguna lesión arterial pero queda como único elemento la válvula y su agravamiento. Mi primera reacción fue negar el registro del pasaje por el soma mensajero pensando en sostener mi actividad y encarar la cirugía al regreso de mi próximo viaje.
La escucha de mi clínico, no concesiva, continente, “con memoria”, y manteniendo su registro de lo somático, generó que me llamara a los dos días proponiéndome ver a un cardiólogo, con la hora ya tomada. Su tono me llevó a no cuestionarlo. Posición esta que me posibilitó el apropiarme de lo aun clivado. Cuando veo al cardiólogo, me comenta en un clima de diálogo que lo conveniente es ir a cirugía. En ese momento pude aceptar la indicación, pero era muy difícil acceder a una cirugía tan compleja sin ningún síntoma. Yo no tenía aún ningún registro somatocorporal que me permita pedirle algo a algún amigo cirujano. Era simplemente aceptar la lectura del clínico que determinaba que ya era momento de encarar la cirugía. No cuestione esa indicación y pacte un horario para conocer al cirujano que me indicaba mi clínico.
De inicio, me encuentro con una persona cirujano, es decir “alguien” totalmente disponible a sostener el tiempo necesario para dialogar y sentirme entendido. Pude así aceptar las ventajas respecto a que el cambio de válvula sea en este momento.
Ese encuentro que tuve con la persona cirujano era exactamente el modelo que en lo conceptual venía sosteniendo con mis pacientes. Pude incluso, debido a que él conocía cual era mi actividad profesional (a partir de su relación con mi clínico), explicitarle lo importante de esa entrevista respecto al concepto de “mi amigo cirujano” e incluso la diferencia entre soma y cuerpo. Cuerpo ya propio desde el cual poder pedir algo.
El Dr. Machain tiene un equipo con una coherencia notable respecto al trato con el paciente y en carne propia pude comprobar que el equilibrio inmunitario psicosomático era parte importante en esta evolución. Mi experiencia fue que me encontré ante una cirugía compleja, pero permanentemente acompañado por “mi amigo cirujano”.
Creo que el nivel de cicatrización y evolución está organizado por un equilibrio inmunitario al cual ya me refería en las situaciones transferenciales cuando mi paciente se apropia de su cuerpo intermediado por su clínico y accediendo al “amigo cirujano”.
Artículos antecedentes:
1988 “Somatosis y empecinamiento químico”
2016 “Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva. Pasajes por el acto y por el soma como tránsito a la reapropiación del núcleo identitario singular
[3] R Roussillon
[4] E Grinspon a partir de R Roussillon.
[5] Homologo a otros miembros de su familia que hemos enunciado tumores intra familiares.
[6] E Grinspon,”El concepto de lo alucinatorio su aplicación en nuestra especificidad de TPFP ““Posición impicativa de la persona del analista en momentos tóxicos intrsesión. Lo alucinatorio en sesion”
[7] E Grinspon “Posición preonírica del analista en sesión. Endurance necesaria del analista……”
[8] R Roussillon,