¿Cuáles son los matices específicos del retorno jugado en esta transferencia por retorno? ¿Cómo se nos hace presente en sesión y cómo relanzar el trabajo del negativo necesario?
La situación analizante es determinada por un demasiado “lleno” de realidad histórica paradojalmente actual y\o por un demasiado de excitación poco ligada psíquicamente.
Es en referencia a este matiz que surge en mí y “en sesión”, el interrogante acerca de “la ilusión posible subyacente en un a priori de toda vivencia traumática”. Todo trauma al cual referimos en nuestra clínica, evidencia las consecuencias de una experiencia que se tornó traumática a partir de un movimiento pulsional en el cual subyacía un movimiento en esperanza (en espoir), que sostenía una interpelación al medio ¿una “ilusión” que correspondería a la “expectativa” enunciada por Freud en 1926? El resultado traumático y su resto de dolor “en alguien”, son marcas que quedaron también registradas en ese movimiento en ilusión. ¿En que se transforma esta ilusión para que este movimiento de algún modo se sostenga? Una ilusión herida que luego sigue insistiendo y mantiene la marca de esta herida en los restos de este movimiento vigente en lo actual. ¿Qué recursos están puestos en juego para que se sostenga esta endurance singular? Finalmente un desenlace posible con el cual nos encontramos en la clínica, son soluciones en las que el “sufrimiento y la tensión” priman como organizadores de un apego al negativo, expresión de la presencia organizadora de la negatividad en nuestra clínica frente al sufrimiento narcisista y su derivación identitaria.
¿En qué momento este estado de espera e ilusión se transforma en desesperanza –des-ilusión–, perdida de energía vital, hemorragia libidinal y va a hacia lo agónico?
Al ser nuestra presencia e intervenciones un aporte desde una posición implicativa, somos nosotros quienes transformamos nuestro malestar en sesión en ilusión posible dentro de un movimiento prospectivo. Esta transformación es parte del circuito co-alucinatorio en sesión que posibilita salir del impasse y relanzar el trabajo del negativo necesario para acceder o restaurar lo faltante de una alucinación negativa encuadrante al trabajo de simbolización que llevará a las representaciones posibles.
Es la falla en la constitución de la alucinación negativa necesaria la que pulsa y motoriza en el espacio intersubjetivo transferencial, los movimientos co-alucinatorios, que posibilitan salir del demasiado lleno de realidad histórica y recuperar la posibilidad imaginaria singular y acceso a los interrogantes. Esta situación específica se presenta tanto en la espacialidad de la terapia individual como de TPFP.
La convalidación en sesión del sufrimiento padecido dentro de lo humano es un paso necesario en el pasaje de las marcas cuantitativas habitando en el testigo intrasubjetivo del sufrimiento padecido, a la dimensión cualitativa del testimonio dentro de nuestra intersubjetividad transferencial. A partir de la ilusión en nosotros accedemos junto a nuestros pacientes a la posibilidad de fantasear una escena primitiva y primaria gestante y fundante. La ilusión es un significante que aportamos en sesión, producto de la negatividad operante en el espacio intersubjetivo transferencial y que al ser aportado, si tiene efecto en nuestros pacientes, abre la dimensión in-cierta o imaginaria, diferente a la vigencia del hubiera que sostiene “en acto” la doble realidad paradojal. Es una posibilidad de pasar a partir de nuestra presencia y espesor subjetivo objetalizante, del estancamiento de libido narcisista hacia lo objetal posible.