Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva. Pasajes por el acto o por el soma como transito a la reapropiación subjetiva del núcleo identitario singular.  Eduardo Alberto Grinspon.

Palabras claveCuerpo familiar incestual– transmisión traumática de lo traumático–,  articulación de soluciones de sobrevida psíquica–solución perversiva tiránica–solución adhesiva anti narcisista– pulsionalidad y monismo psicosomáticoproceso autocalmante y depresión esencial en pareja masoquismo guardián de la vida– resistencia primaria singular- solución bio-lógica —expresión somática—subversión erótica. 

Mots cle corps familial incestuel transmission traumatique du traumatique –articulation de solutions de survie psychique– solution perversive tyrannique– solution adhésive anti-narcissique— pulsionnalité et monisme psychosomatique — processus autocalmante et dépression essentielle  dans la couple— masochisme gardien de la vie—’endurance primaire singulière—solution bio-logique—expression somatique – subversion érotique . 

Introduccion 

Este desarrollo partió del escollo clínico surgido a partir de nuestro malestar frente al estancamiento en procesos de terapia de pareja de soluciones narcisistas “a deux” primando el eje “solución perversiva tiránica”—-“solución adhesiva antinarcisista” y sus devastadoras consecuencias familiares. Un hallazgo clínico fue comprobar que en varios procesos la aparición en el agente de la solución adhesiva de un cuadro orgánico que puso en riesgo su vida, le posibilitó su recuperación subjetiva con consecuencias tróficas tanto en su relación de pareja como en su derivación familiar.  Intentare esbozar nuestro transito clínico conceptual

 

Acerca del cuerpo familiar incestual.

En una familia, se configuró de inicio una alianza, un determinado contrato afiliativo o un  contrato filiativo de formación de una pareja, que en el mejor de los casos fue amoroso,  trófico, y sostenido a través del tiempo. Pero otra posibilidad que esta en la base de nuestra investigación clínica, es aquella en la que a “partir del sufrimiento ya padecido por cada uno de los miembros de la pareja “alguna vez hijo”, se haya co-construido  un pacto narcisista “a deux” que les posibilitó configurar una “neo continuidad narcisista identitaria”, sostenedora a su vez de una ilusión de auto-engendramiento. En esta solución a deux cada uno le aporta a su partenaire “el personaje necesario” para sostener la eficacia de sus corrientes defensivas singulares. Se genera un “reforzamiento recíproco” de sus trazas identitarias (habitualmente enunciadas como rasgos de carácter), derivadas a su vez de sus singulares soluciones narcisistas.   Es decir los agentes de estas soluciones de sobrevida psiquica tienen una singularidad subjetiva, producto del modo de haber resistido frente a su necesario llegar a ser alguien para alguien. Fue el modo de sobrevivir a los climas abusivos por exceso o por defecto y sin salida, lo que forjó el sentimiento de sí

A posteriori ante el advenimiento de los hijos y a partir de la vigencia de mecanismos perversivos de lo nuevo, de las diferencias y neutralizantes de los interrogantes, puede inaugurarse una derivación familiar. Este pacto patógeno (en su diferencia cualitativa a lo patológico ya que “enferma a otros”) se tornó garante de la neo continuidad narcisista identitariafamiliar. Es decir, ante el advenimiento de un hijo y la inauguración de la “nueva dimensión familiar”, a partir de la dependencia inevitable de este hijo en la constitución de su narcisismo, la derivación preventiva en la pareja parental se torna ofensiva, al darse la posibilidad diacrónica, “que lo nuevo salido de nosotros”, quede al servicio de esta neo continuidad identitaria familiar “a deux”. .  Estos hijos se tornan en primer lugar depósitarios al servicio de esta neo continuidad narcisista identitaria sostenida por este pacto  que revela la categoría de alianzas alienantes.

Nuestra investigación acerca de la solución perversiva narcisista y sus derivaciones en TPFP, nos    enfrentó con estas familias en las que el cuerpo familiar se transformaba en un “cuerpo común e incestual” al devenir las alianzas defensivas como plantea PC Racamier  en “preventivas-ofensivas,”. Estas ultimas sostienen un pacto sobre un negativo particular, que es la necesidad de expulsar al “testigo intrasubjetivo del sufrimiento padecido y producir a su vez la desvitalizacion del depositario para que no haya posibilidad de retorno de los restos expulsados.  

Definimos la dimensión “incestual”, a partir de las consecuencias patógenas dadas por el equilibrio interdefensivo sostenido por la articulación de estas soluciones frente al singular sufrimiento narcisista identitario. Este equilibrio inter-defensivo e inter-generacional familiar por ser pluri- psíquico es un cuasi equilibrio “dinámico y en permanente readecuación”. 

La dimensión incestual refiere a un tipo de violencia que sostiene una tension fusional “a costa” de la subjetividad de otro.  El contrato posible deviene un pacto patógeno en el que prevalece una asignación inmodificable “a un emplazamiento de perfecta coincidencia narcisista entre el conjunto y el sujeto”.   

Enunciar las consecuencias patógenas en estas familias, es referir al singular modo de transmisión “traumática de lo traumático a través de generaciones”. Nos encontramos dentro de la dimensión “trans” dada por la trans-subjetividad, el trans-narcisismo y la trans-generacionalidad, en su diferencia cualitativa con la inter-generacionalidad necesaria.   

Pensamos que en estas “soluciones a deux”, la dimensión abusiva “a costa del otro” se complementa con la dimensión autoabusiva “a costa de lo propio”. Ante este registro clínico se torna necesario precisar los matices respecto a la dimensión de “lo propio” que desarrollaremos al enunciar la solución bio-logica.  

El concepto de antinarcisismo, o el clivaje posible del narcisismo singular nos ayuda a pensar que en la violencia incestual el balance económico entre el narcisismo y la posibilidad del yo singular a deshacerse de su propia sustancia en beneficio del objeto, queda al servicio del organizador incestual sostenido por el agente perversivo narcisista y la vigencia del antisuperyo familiar.¿Cuál es la vacilación posible de este entramado vincular? ¿Hay alguna marca posible a la cual apelar para  acceder la singularidad subjetiva?  

En la data clínica en que se basa esta presentación a partir de la articulación de una solución perversiva en su derivación tiránica y una solución adhesiva anti-narcisistaprimaba   un eje “Tiranía-Sumisión. La primera poniendo en juego el componente de dominio para evacuar las angustias intolerables y la segunda logrando ser “único para alguien” a partir de la desmentida “exitosa” de la posibilidad de su nadificacion en el deseo del otro. 

El agente perversivo tiránico destruye en su partenaire a su objeto interno y notablemente a su superyo para tomar su lugar. Impera el dominio desubjetivante, expresado en un hacer actuar o impedir pensar, transformando al “otro” en un “otro no otro”, un utensilio. A partir de un pacto basado en la comunión de desmentida de la autonomía narcisista, de la diferencia generacional y de la interdicción a la intercambiabilidad de seres, se puede sostener a través de generaciones la vigencia de esta solución a deux.  

Son familias en las que impera  la co-excitación fusional y el sufrimiento como organizador, junto a la imperiosidad  de aplacar al agente tiránico para evitar un desenlace catastrófico. Un imperativo y accionar intrafamiliar que perpetua su presencia organizadora.

 Este clima de alivio y calma emerge al primar dentro del equilibrio interpulsional familiar, la tendencia desobjetalizante de la pulsion. Dejo planteada la opción a que podamos diferenciar estos agentes tiránicos que operan de un modo “tumoral dentro de la trans-subjetividad familiar”, de los tumores orgánicos y sus consecuencias muchas veces tróficas en términos singulares.

Posibilidades del movimiento perversivo tiránico dentro de la intersubjetividad famiiar

Si pensamos a la “tiranía como dice A Ciccone en búsqueda de un objeto”, la solución tiránica fuerza “a su modo” la disponibilidad del objeto. Pensamos que su tendencia “natural a extrapolarse fuera de las relaciones íntimas es muchas veces la expresión de una, esperanza (“espoir”) de encontrar un objeto que resista su destructividad, constituyéndose un objeto “destruido-encontrado-creado” que le posibilite una salida para su singular sin salida. 

¿Podemos pensar como enuncia R Roussillon que en estas situaciones el núcleo identitario del agente tiránico se ha estructurado en una posición subjetiva de « yo soy el mal » en lugar de «  yo soy el seno »?  ¿Hay un tipo de culpabilidad  posible? ¿Quién la puede asumir?

Habitualmente se habla de estas personas a partir de las consecuencias de su destructividad,”pero queda velada al servicio del circuito de complicidad”, su “marca” del desvalimiento padecido. Sufrimiento psíquico subyacente a su seducción narcisista venenosa, junto a su vital dependencia hacia aquél ubicado en posición de partenaire ya sea cómplice y/o víctima. 

El campo de operación del agente perversivo narcisista es la realidad, sus movimientos perversivos involucran tanto al sentido de la realidad, como a la instancia superyoica transformada en un Superantiyo familiar. 

Recordemos que para PC Racamier esta última “amenaza en beneficio de un narcisismo privado insondable. No es una ley, es una tiranía, presenta la verdad como falta, el pensamiento como un crimen y los secretos como intocables”. ¿Podemos pensar al pacto   patógeno vigente , como garante de este narcisismo insondable en términos familiares? Desplegamos el trabajo actual considerando que el corrimiento posicional del “cómplice-victima” durante el proceso terapéutico, es lo que dio opción al cambio clínico, así mismo. revisitando nuestras evoluciones clínicas registramos que en varios procesos “en un momento estancados”, se había relanzado el proceso terapéutico a partir de un cuadro orgánico grave, que puso en riesgo la vida del partenaire de la solución tiránica.

Valor de la solución  somática. 

¿Cómo conceptualizar dentro del andamiaje tóxico dado por la articulación de una solución tiránica expoliadora de libido de un otro, con una solución adhesiva antinarcisista de este último, los efectos “tróficos” y “resubjetivantes” dados a partir de un cuadro orgánico en uno de los miembros durante el proceso que nos implica? ¿Cómo imaginamos el tránsito del dolor orgánico hasta transformarse en expresión somática de “alguien” “para alguien”, y que  esta  llegue a ser una solución bio-lógica que posibilite una salida de su solución adhesiva y del impasse relacional?

La solución adhesiva sostieneuna sobre adaptación al ritmo y a un ideal ajeno. En sesión presenciamos que desde su desesperación subyacente, el agente tiránico enuncia afirmaciones convocantes de un otro “no otro” a determinada escena. Este último se adhiere a la realidad perceptiva atrapado en una rumiación concéntrica junto a su aferramiento contestatario en acto y a partir de lo actual. Esta derivación en el agente adhesivo  es un sustituto pervertido de actividad que opera a partir de su efecto des-vitalizante y des-subjetivante como un proceso autocalmante. Como plantea Claude Smadja, es un pensamiento paulatinamente huérfano y privado de su autor. 

Retomando lo ya planteado, esta solución le garantiza “ser un objeto único para “alguien”, construyendo en sinergia con el agente perversivo, esta solución “a deux” ante la posibilidad del retorno en ambos de los restos aun clivados del traumatismo primario. Es un sostenimiento pervertizante del “otro no otro” necesario para la eficacia del equilibrio interdefensivo, y expresion de un  masoquismo guardián del clivaje frente a lo  expulsado. 

Este modo de pensar nos posibilito dar matices a lo que describíamos como la transformación de este “otro” en un utensilio manipulable en quien evacuar el sufrimiento sin posibilidad de retorno. Es pertinente la metáfora “utensilio” para estas personas ya que “su” marca identitaria los posiciona en “ser una función” ya sea fallida o eficaz, para la necesidad imperiosa del otro”. Esta dimensión autoabusiva y sacrificial es narcisistamente significaiva al operar como variable de ajuste dentro de los movimientos perversivos intrafamilares.  Esta lógica “funcional” diferente a la vincular, prima en quienes se les hace imposible pensar al límite del otro fuera de la eficacia de su adaptabilidad funcional

En nuestro tránsito partimos  de; 

  • aquellos procesos en los cuales hemos funcionado como testigos transferenciales, que posibilitaban la recuperación del testigo del sufrimiento padecido en los climas abusivos narcisistas, 

A pensar que ante el fracaso de esta posibilidad

  • a partir de un cuadro orgánico y sus consecuencias no desvitalizadas se pudo llegar a una expresión somática. Esta se logra al recuperarse a partir de la traza o “testigo” intrasomático presubjetivo del dolor, el tránsito hacia la vivencia de dolor de alguien. Es decir al acceder a experiencia de dolor “de alguien y para alguien”, ya es un pasaje por el soma, una expresión somática derivada de una solución biológica singular .

 Respecto a la solución bio-lógica.

La clínica que estamos encarando en el pasaje de su dimensión familiar incestual a la singular, nos enfrenta con el límite de la articulación de las soluciones narcisistas de sobrevida psíquica con el masoquismo guardián de la vida, como marca originaria de resistencia primaria singular. Recordemos que B Rosemberg define al “masoquismo primario erógeno guardián de la vida, como el “lugar donde se crea un espacio tiempo psíquico, en el cual el sujeto nace a sí mismo en su primer esbozo de vida psíquica asegurando la primer continuidad interna. Soportar toda la forma de excitación viniendo tanto de la realidad interna como realidad externa para acceder a su transformación”. ¿Podemos pensar que esta posibilidad de nacimiento subjetivo subyace en estado potencial en las configuraciones familiares a las que estamos refiriendo  y que los pasajes por el soma de alguno de sus miembros son una expresión de esta posibilidad ?

 Articular el concepto de pulsionalidad y monismo psicosomático en términos de economía pulsional vincular familiar, nos posibilitó repensar la capacidad transformacional de la pulsión, que articula su capacidad progrediente hacia la representación y  su capacidad regrediente hacia lo perceptivo alucinatorio en búsqueda del otro necesario, para  acceder al trabajo de figurabilidad. Pensamos que esta es la última posibilidad de recurso psíquico, previo a precipitarse a un “más aca”, hacia el propio soma como espacialidad posible para lograr una solución bio-lógica. Cae entonces la posibilidad de sostener el clivaje psique–soma, para pensar que la línea de clivaje se transfiere al interior del dualismo pulsional. El efecto psicosomático, o somatopsíquico  es producto de la construcción o deconstrucción del juego pulsional, y sus consecuencias dependen de la posibilidad singular de mantener dentro del equilibrio dinámico interpulsional familiar, un nivel adecuado del masoquismo erógeno guardián de la vida como nivel de resistencia primaria, una puerta abierta a la obetalizacion necesaria, que nos implica en nuestros espacios transferenciales.

Esta marca singular adquiere importancia en el movimiento autosustractivo re-narcisizante ya que refiere a un egoísmo necesario del sujeto y para el sujeto, opuesto  al egoísmo mezquino a costa del otro, prevalente hasta ahora dentro del masoquismo guardián del clivaje “a deux”

Si no hubiera habido una falla en el modo de presencia del objeto y la terceridad en ambos agentes, no estaría presente la línea traumática por fallas en el investimiento necesario,  pero el modo singular de haber “vivido” o “sobrevivido” frente a la amenaza de  nadificacion, abre la posibilidad para este movimiento regrediente singular.

Haciendo una derivación familiar a lo descripto en el funcionamiento operatorio, hemos notado en la alianza patógena, una compulsión a la actividad intrusiva en el agente perversivo tiránico y un agotamiento psicosomático en el agente de la soluciona adhesiva. Pensamos  a esta desvitalizacion progresiva, como un equivalente de depresión esencial, en la que se inicia progresivamente una desintrincación psico-somática (pulsional) y un  proceso de desobjetalización,  que afecta ahora al yo “singular” como objeto.

En nuestra data clínica, no alcanzó el empobrecimiento hemorrágico toxico de libido narcisista para acceder a un equivalente de angustia señal, sino que fueron los efectos del cuadro orgánico lesional de alguien lo que le posibilitó recuperar el valor traumático singular. Un recurso a la vía somática que opero como un pasaje por el soma mensajero dentro de nuestro espacio terapéutico familiar.

El sufrimiento en lugar de ser desvitalizado, se hizo presente a partir del cuerpo de alguien y puso en evidencia a partir de las consecuencias de la no desestimación de traza intrasomatica presubjetiva del dolor, una dimensión de testigo del sufrimiento padecido por alguien, que nos enfrentó con lo propio singular e  innegociable.

Ante la emergencia “inesperada de un cuadro orgánico grave, frente al riesgo de perder la “propia” vida, hasta entonces, una vida propia-ajena dentro de la trans-subjetividad, el agente de la solución adhesiva  pudo recuperar su egoísmo necesario, el valor traumático singular y llegar a un límite en su desvitalizacion progresiva. Acceder a una solución bio-lógica implicó poder apelar a su capacidad regrediente hacia su marca de resistencia primaria, modo singular de supervivencia, que es lo más propio en cada sujeto vivo. Se sostuvo la retracción necesaria que le permitió rescatarse del atractor centrípeto incestual y acceder a la redistribución de la libido del yo—libido de objeto, lo que a su vez implico una vacilación en la economía pulsional vincular familiar patógena.

Esta marca de resistencia primaria, funciona como un atractor al operar la pulsión de sanar, en su función de regresar hacia un estado de armonía anterior. La memoria en estos casos no es lo traumático, sino aquella huella mnémica (presubjetiva, atópica), que opera como patrimonio singular a la cual poder recurrir ante situaciones límites del desequilibrio psico-somático. Estos movimientos  regredientes en búsqueda  de una “re-apropiación somato psíquica de lo propio”, acceden a este representante de la ligadura pulsional “alguna vez” lograda y testimonio del tipo de presencia del objeto “alguna vez habida”. 

El modo singular de haber resistido a las fallas en la presencia del objeto primario y la terceridad necesaria, quedó plasmado en este núcleo masóquico primario en el cual también quedan, dentro de un más acá del masoquismo, las  trazas presubjetivas de un dolor aun sin consciencia.  

En estos sistemas perversivos, este signo de “endurance” (resistencia) subjetiva singular en su diferencia fundamental con  las marcas identitarias,  al entrar en resonancia en un “a posteriori” con la presencia subjetiva de la persona del analista, se genera una alianza trófica que posibilita acceder a su función mensajera y sus consecuencias resubjetivantes.  

Pensar al pasaje por el soma como un “nuevo acto somato psíquico hacia la recuperación del narcisismo singular, nos llevó a enunciar que la vacilación posible de aquella “marca identitaria”, que expresaban la eficacia de la solución narcisista lograda,  pudo apoyarse en su marca “originaria” de resistencia singular.  

Así como enunciamos dentro del cuerpo común familiar, un atractor centrípeto incestual,  describimos al pasaje, cuadro orgánico –solución bio-logica— expresión somatica, como una posibilidad de acceso a un “aspirador narcisista trófico y necesario para el proceso de resubjetivación y acceso a la dimensión Intergeneracional .

Frente al estado de fascinación desubjetivante que sostiene la seducción narcisista patógena y venenosa, en términos familiares, fue el cuerpo singular y su relación con un sujeto singular lo que sostuvo la vacilación posible y extensiva “a posteriori” a los diferentes miembros, a poder acceder al trabajo de subjetivación historizante.

La solución biológica expone al sujeto vivo a un dominio trófico que inevitablemente le impone su “cuerpo propio”, y que a su vez lo defiende de un modo autoconservatriz del dominio patógeno ejercido por el agente tiránico perversivo. Ya pensado como  una solución posible, este dominio trófico resubjetivante es lo que posibilita acceder finalmente a ser sujeto del propio sufrimiento. Si pensamos el pasaje de dolor a vivencia de dolor, no olvidemos que no hay sufrimiento sin un cuerpo para sentirlo, cuerpo afectivo habitado por la subjetividad. El cuerpo se torna exigencia de trabajo para el psiquismo y el síntoma es punto de partida en la reapropiacion subjetiva y renarcisizante. Si la solución adhesiva sostenía un equivalente de proceso autocalmante, la recuperación de la singularidad a través de la expresión somática es un tipo de subversión erótica.

Para que esto haya sido posible, fue necesario recuperar esbozos de una  posición pre-subjetiva “ en espoir” prospectiva y  “en busqueda de alguna diferencia”,  para sostener el llamado a la presencia de un objeto disponible, tanto medico como analista, que posibilite recuperar el “yo singular” sustraído del magma incestual.

Dentro del equilibrio interdefensivo que nos implica, nuestra presencia subjetiva como testigo transferencial y “un objeto otro sujeto posible que resista la destructividad”, facilitó el tránsito en el que se ´pudo recuperar el valor traumático para el yo singular de uno de los miembros. 

Conclusion 

En el proceso que intentamos delinear, al vacilar el aferramiento adhesivo se dio un movimiento pulsional “re-narcisizante”. Fue a partir de lo orgánico que se pudo relanzar “lo conservador de la pulsión”, recuperar su tendencia objetalizante y acceder  al movimiento narcisista de vida o“trófico”. A partir de esta expresión somática en su derivación familiar se revitalizó un motivo de consulta posible. Dentro del tránsito recorrido, si partimos de una concepción causalista, no se pudo evitar el recurso a lo somático pero a partir de una dimensión estructural de continencia, se pudo abrir la posibilidad resubjetivante a partir de esto. Como lo plantea Ch Dejours, lo que intentamos plantear no es el origen de las enfermedades psicosomáticas sino el impacto de un cuerpo “propio” enfermo sobre la exigencia de la capacidad de trabajo impuesto al psiquismo, esta vez planteado dentro del equilibrio interdefensivo familiar incestual.