*Eduardo A. Grinspon

        • ¿A qué llamamos “endurance”? A partir del termino en francés, referimos en el analista a la resistencia singular de la persona del analista, “durando y durante” el tiempo necesario hasta llegar a una intervención adecuada.
        • En nuestros pacientes, referimos a la resistencia singular de cada uno de nuestros pacientes, que posibilitó acceder “como pudieron” a su solución de sobrevida psíquica singular.  

Intentaremos desplegar:

        •  Trabajo de subjetivación dado a partir del retorno de la huella perceptiva de “nuestros pacientes”[1], en quienes en su solución narcisista de supervivencia psíquica, se sostiene el clivaje necesario en su estado “exitoso fracasado”[2], junto a la posibilidad del retorno de lo clivado, por medio del reinvestimiento alucinatorio de la huella perceptiva. Este retorno es específico en la transferencia por retorno dentro de la transferencia paradojal[3].
        • Posición del analista frente a la descarga somática del afecto “en sesión”. Articulación del afecto como factor cuantitativo en búsqueda del acceso a la representación (lo cualitativo) a partir de “lo alucinatorio”[4], que es empuje y fuerza pulsional en búsqueda del objeto necesario para el acceso a la figurabilidad.

 La experiencia traumática, lo vivido de un modo traumático por “nuestros pacientes”, va a ser reactivada alucinatoriamente en el automatismo de re-petición[5], a partir del reinvestimiento alucinatorio de la huella perceptiva[6], una marca de lo traumático alguna vez vivido, pero aun no vivenciado o subjetivado. Remarco “nuestros pacientes”, pues  este desarrollo clínico conceptual, parte de la subjetividad del analista en sesión y sus consecuencias en el proceso terapéutico “dans la duree”.

¿Cómo se hace presente en nuestra especificidad de familia y pareja y en la transferencia por retorno de lo aun no subjetivado[7], ese resto cósico[8] infiltrado por la huella perceptiva[9]? Este tipo de retorno se nos hace presente, es decir  se re-presenta en sesión a partir de la huella perceptiva que infiltra “en acto a lo actual”, ante lo cual para acceder a una actualización significante, se impone un tipo particular de nuestra disponibilidad narcisista para recibirlo y dar acceso a la co-generatividad asociativa.

Nuestra endurance singular, muchas veces evidenciada por momentos de confusión o malestar al registrar el gesto y la descarga somática del afecto en un miembro del grupo familiar o de la pareja. No referimos a nuestro registro consciente sino al proceso que cada analista puede desplegar a partir de su malestar intra en intersesion en este tipo de transferencia paradojal[10]. Damos un lugar fundamental a “lo actual”, pensado en sesión y dentro del vínculo inter-subjetivo transferencial. La huella perceptiva, retorna compulsivamente[11]por medio de su apertura alucinatoria en búsqueda de un objeto alucinable, y nos enfrenta “en sesión” con el complejo de percepción, en el que podemos referir al “predicado”, aquello con lo que nos podemos identificar o “comprender”,[12], lo descriptible, explicable y tranquilizador para nosotros, o logramos resistir a partir de nuestra endurance, sostenemos nuestro malestar “durando y durante el tiempo necesario” y damos lugar a “la cosa”, lo aun desconocido, un resto cósico, intraducible sostenido en el sector “infans” de nuestros pacientes[13].

Nos referimos aquel sector de nuestros pacientes aun clivado del lenguaje, no importando a que edad que persiste e insiste en búsqueda de la necesaria subjetivación (apropiación subjetiva). Este resto opera como un núcleo traumático “actual” susceptible de la re-petición.

La implicación singular de cada analista[14] a partir de su malestar, no desmentido por una posición explicativa, le posibilita acceder a un equivalente de neurosis traumática[15] un tipo de reverie que hemos enunciado “posición pre-onírica en sesión[16]”. Un modo posible de recuperar las posibilidades yoicas, arrasadas en el equilibrio interdefensivo patógeno sostenido en la trans-subjetividad trans-narcisista incestual y dado en familia y pareja. Es decir, recuperamos a partir de nuestra presencia, disponibilidad subjetiva e historia personal, el potencial alucinatorio dentro del movimiento pulsional de la vida psíquica. Diferenciamos la vía larga de la vida psíquica, con su acceso al principio de placer, la experiencia de satisfacción y la representación, intermediada por un objeto disponible y utilizable, cualitativamente diferente de la vía corta de la sobrevida psíquica dada por la imperiosidad, el alivio y la calma. Accedemos a la transformación del estado operatorio imperante “en sesión”, con sus equivalentes de procesos auto calmantes “a deux”, habitualmente sostenidos por la descarga y el sufrimiento del “otro no otro”[17], en una neurosis traumática, con la posibilidad, ante el retorno posible, de la subjetivación de lo clivado de la subjetividad. Referimos a la transferencia por retorno[18] que sostiene el encuentro co-alucinatorio, es decir el potencial alucinatorio de “nuestros pacientes” reorganizado dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica. Se recupera de este modo “el sentido y la fuerza subversiva” del representante psíquico de la pulsión. Transformación de los procesos autocalmantes del funcionamiento operatorio, en autoerotismos, una condición necesaria para acceder al circuito largo pulsional. El potencial alucinatorio es parte del narcisismo de vida ya que articula pulsión y narcisismo, y es atacado en los movimientos perversivos narcisistas.

En la posibilidad de acceso en el encuentro co-alucinatoria “en sesión”, a aquello vivido traumáticamente por nuestros pacientes, no referimos solo a los traumas infantiles. Suponemos que el potencial alucinatorio desencadenado por la huella perceptiva de lo vivido traumáticamente, dentro de lo estructuralmente humano,  esta siempre disponible en búsqueda de un objeto alucinable. El potencial alucinatorio original, indestructible incluido en el ello[19], puede siempre ser recibido y remodelado por un objeto que tenga las cualidades psíquicas adecuadas. Nuestros pacientes pueden reorganizar su potencial alucinatorio en contacto con “su” objeto analista en persona, un objeto “otro sujeto y su pulsión”[20] vivido en continuidad co-alucinatoria con su psiquis. Momento crucial en nuestra propuesta de posición subjetiva implicativa dentro de estas transferencias paradojales y por retorno[21]. Dice R Roussillon “en paralelo con la transferencia por desplazamiento[22] y de un modo clivado, otro proceso transferencial se hace presente y viene a doblar en paralelo al primero, sin antagonismo manifiesto y en el cual el analista está puesto en el lugar y posición en que estuvo el analizando, frente a sus objetos y singularmente frente a aquellos y a aquello que debió repudiar de él mismo para mantener la relación narcisista con ellos o para el sostenimiento de su continuidad narcisista”. En esta actualización significante se impone un clima en el cual la paradoja tiende a sustituir al conflicto psíquico subjetivamente percibido. La necesidad principal en las personas que configuran estas parejas o familias, sostenida en la transferencia paradojal, es poder apropiarse del sector de su historia subjetiva clivada, aquello que no ha podido ser simbolizado accediendo a la figurabilidad y a la palabra y que frecuentemente se mantiene incorporado, un “incorporat” que persiste e insiste.

Lo opuesto a lo planteado, se da ante la indisponibilidad del objeto sosteniendo en le re-edición hacia el mas de lo mismo, una alucinación en vacío que lleva a la desvitalización.

 


Notas:

 

[1] C Botella, en su diferencia con  la huella mnémica

[2] D Maldavsky.

[3] R Roussillon,

[4] Cesar y Sara Botella ,

[5] R Roussillon, compulsión a la subjetivación,

[6] C Botella

[7] R Roussillon,

[8]  D Scarffone,  RFP Dic 2014,  5.

[9] Cesar y Sara  Botella, La figurabilite.

[10] Anzieu- Roussillon,

[11] R Roussillon,

[12] Dentro del proceso de los tiempos lógicos,  ver-comprender- concluir,

[13] D Scarffone, retomando Lacan, afasia del infans.

[14]Interrogante sostenido por  Cesar Botella quien se preguntaba si mi reverie estaba sostenida por mi   neurosis traumática, una  posibilidad ausente en nuestros pacientes,

[15] C Botella

[16] C Botella,

[17] PC Racamier,

[18] R Roussillon,

[19] Lo que en ello estaba en yo debe advenir , pensado en nuestra especificidad de TPFP;

[20] R Roussillon,

[21] R Roussillon,

[22] en la que se juegan los desplazamientos sobre el analista de antiguas modalidades relacionales jugadas en  la historia del paciente