Eduardo A Grinspon.

Enunciamos hijos de un encuentro desencontrado, a aquellos hijos quienes al no poder encontrar (-crear) un encuentro al cual referir su origen, se sostienen dentro de la tensión toxica y el permanente desencuentro del cual siguen formando parte. Como enuncia PC Racamier, una consecuencia de « les points obscurs que touchent aux origines ». «Pero ¿toxica para quién? y ¿oscuros para quién?» A esto nos referiremos.                                                              

Desde nuestra posición en sesión y los interrogantes que la clínica del sufrimiento narcisista[1] familiar nos presenta, compartiré un hallazgo clínico en el cual a partir nuestra escucha de lo familiar en el espacio de terapia individual de uno de los padres, hemos accedido a una repuesta al pasaje por el acto de sus hijos en su función mensajera. Así mismo, nos posibilitó relanzar hacia la subjetivación sectores aun clivados “en nuestro proceso de terapia individuaI” y sostenidos en “escenas fijas y privadas” de “mi paciente” que implicaban de un modo patógeno a sus hijos, atrapados como rehenes de su propia solución narcisista.

Aclaremos algunos términos,   

Diferenciamos el pasaje al acto que va a la descarga, del pasaje por el acto[i] en su función mensajera dentro de una intersubjetividad posible (valor del aguieren). 

En esta comunicación voy a referir a padres “tensamente separados”, (es decir aun unidos en un impassé por la tensión) en quienes priman soluciones narcisistas singulares y sus hijos en su “dependencia ineludible.

Pensamos a la “escucha de lo familiar” o escucha con la posibilidad de una perspectiva familiar como un matiz de nuestra escucha como analista en persona y fruto de la articulación entre nuestra experiencia personal de análisis de nuestros propios sufrimientos, nuestra formación y experiencia clínica. 

Interrogante de base.

¿En qué medida nuestra escucha de lo familiar, como posición implicativa en sesión, cualquiera que sea la espacialidad terapéutica a la que refiramos, puede sostener la co-construcción de un continente intersubjetivo? Diferenciando el continente de sus contenidos, este continente es el necesario para que advenga aquello que pulsa en búsqueda de su representancia[ii] y un acceso a la apropiación subjetiva. Me refiero a sectores clivados intra-familiares, cuyos restos van a ser movilizados a partir del sufrimiento e interrogantes de los hijos, habitualmente púberes o adolescentes, expresados como pasajes por el acto mensajeros hacia alguien disponible y utilizable.

 Al enunciar intrafamiliares ¿a qué familia nos estamos refiriendo?

En esta comunicación enuncio la dimensión familiar pensada a partir de “los hijos” quienes al nacer fundaron “la posibilidad de lo familiar para ellos”, más allá del destino del vínculo dado entre sus genitores. Es lo familiar para ese hijo. El concepto “familiar”, en estas configuraciones vinculares patógenas, “pulsa en nosotros desde la negatividady nos enfrenta con el interrogante ¿“familiar para quién? y ¿desde quien está siendo enunciado”? No es lo mismo para un hijo padres en su función (acorde a nuestro pensar lo psíquico), que sus genitores por el hecho biológico de haberlo gestado y a quienes nombra y nombramos “sus padres”. ¿Cuáles son los matices y el destino de la inter-relación entre ambas dimensiones? ¿Cuánto influye nuestra posición en sesión? 

Respecto a los clivajes intrafamiliares[2]y los diferentes retornos posibles en TPFP,

Abordar este ítem en TPFP es implicarnos en los pliegues que se dan en la articulación entre:

  • el sufrimiento narcisista en términos singulares,
  • sus derivaciones a nivel familiar, dadas por la posibilidad de soluciones patógenas “a deux” en la pareja genitora parental,
  • la transmisión de un modo traumático de lo traumático hacia sus hijos,
  • la temporalidad que hoy nos convoca.

Ya al enunciar clivajes estamos refiriendo en su situación tópica a sectores de la vida psíquica “de alguien” que no han podido ser subjetivados, integrados “en su subjetividad” por medio de la función subjetivante del yo. Recordemos que R Roussillon define a los “sufrimientos narcisistas identitarios como una patología narcisista relacionada con una dificultad en la función subjetivante del Yo”. Así mismo diferencia lo “clivado del yo”, de lo clivado hacia el yo” por nunca haber sido patrimonio subjetivo[3]. A partir de este matiz R Roussillon propone la posibilidad de la transferencia por retorno[4] de lo “aun” no subjetivado, en la cual  nuestros pacientes nos demandan ser el espejo del negativo de sí mismo, nos hacen vivir aquello que no ha podido  ser vivido de su historia y que resta como clivado.  

Este es una pilar en nuestra posición clínica en sesión, tanto frente al retorno de lo clivado en la pareja genitora parental como al retorno de lo clivado de la subjetividad del hijo[5].  

Pensando de un modo estructuralmente homologo, en TPFP y a partir de la posibilidad de la transmisión traumática de lo traumático, en estas configuraciones patógenas diferenciamos lo “clivado en la intersubjetividad familiar” (un clivaje funcional[6]), de lo “clivado de la subjetividad de sus hijos (un clivaje estructural para esos hijos), es decir, aquello que como consecuencia de la comunión de desmentida[7] parental”, no forma parte de su patrimonio subjetivo[8].  Refiero a un pacto jugado en el sector parental dentro de la asimetría generacional innegociable en nuestra posición. Un pacto cuyos efectos los registramos a posteriori y a partir de las consecuencias de los pasajes por el acto de sus hijos, mensajeros hacia nuestros espacios. 

Habitualmente este pacto es producto de la articulación de soluciones logradas frente al sufrimiento narcisista singular. Se constituye entonces una solución “a deux”[iii] ,en la cual los restos de experiencias traumáticas “vividas singularmente”, pudieron transformarse “entre dos” en una herida narcisista referida y ligada en “lo actual[iv], a un agente[9] responsable siempre deudor y omnipresente. Se configura en cada uno y de un modo atemporal (impasse et impassé) “su escena fija y privada con su otro no otro”, dentro de un paradigma relacional estático que implica siempre a sus hijos.

Estos restos de experiencias vividas por cada uno, siguen sometidos a una compulsión de integración más allá del principio de placer “ya sea en la reactivación dada por la actualidad de la vida del sujeto, o en las alianzas dadas[v]. Esta referencia nos enfrenta con “las posibilidades” de nuestro espacio pluripsiquico familiar[10] en el que específicamente estamos implicados dentro de un “equilibrio inter-defensivo[11]” e “inter-generacional” en permanente readecuación.

Sabemos que los espacios grupales familiares, de un modo específico dentro de la asimetría antes mencionada, contienen y superan a los de la pareja que a su vez contienen y superan a los singulares. ¿Cuál es la inter relación posible entre estos espacios? ¿En qué medida la vertiente somática del afecto en su búsqueda objetal, se torna mensajera y nos posibilitará acceder al trabajo de subjetivación de estos retornos?  

Desde la perspectiva del hijo : Estos sectores clivados intra familiares condensan fragmentos de historia traumática, los cuales desde la perspectiva del hijo fueron necesariamente vividos en “su familia” y sostenidos para él, como escenas clivadas de su subjetividad en un impasse atemporal (impassé). Esto es consecuencia del modo patógeno de sostener la vigencia de corrientes defensivas singulares de cada uno de sus genitoresy \ o” alguna continuidad narcisista familiar. Enuncio lo patógeno pues estos equilibrios   preventivos, ante la presencia de los hijos se tornan ofensivos[vi]. Es decir, ante el advenimiento de un hijo, se inaugura la posibilidad “que lo nuevo”, quede al servicio de esta neo continuidad identitaria familiar “a deux” ¿un matiz del autoengendramiento, un sin historia dado en pareja? Este pacto patógeno revela la categoría de alianzas alienantes. A partir de nuestra experiencia sostenemos, que en “lo singular de cada hijo” estos mecanismos patógenos dejan restos que “a su vez” no cesaran en su insistencia en búsqueda de la apropiación subjetiva. Es a partir de este “no cesar en su insistencia” que va a darse en la transferencia por retorno que nos implica, un tipo de trabajo del negativo que conduce a la subjetivación de los restos[vii] (trabajo del resto) (JL Donnet trabajo de transferencia que es inconsciente). Trabajo del afecto en su función mensajera que no cesa de insistir[12]. (Au même temp nous pensons «l’enfant» en famille, comme quelqu’un re-présentant aujourd’hui des nuances de la souffrance de l’enfant qui subsiste encore dans les agents pathogènes du couple parental).  

¿Cómo imaginamos estos restos? Estos restos en los hijos, provienen de huellas cuantitativas presubjetivas o mnémicas perceptivas[13], dadas por experiencias alucinatoriamente vividas pero que al ser fallidas en su búsqueda objetal, no pudieron ser subjetivadas[14]y que “funcionan” clivadas de la subjetividad del hijo. ¿? ¿Ante las fallas de la presencia del objeto se dio la incorporación de su sombra y quedaron incorporadas como un “incorporat” [15]? ¿Qué destino tendrán estos incorporats[16] en familia ¿

Como dice RR la compulsión a la subjetivación, funciona como un tercer principio junto al de placer y al de realidad, por medio del cual, lo aun no subjetivado retorna[17].

¿Qué determina la vacilación de estos equilibrios familiares patógenos?

¿Cuál es el circuito posible dado desde la emergencia intrafamiliar del sufrimiento en algún hijo, en quien a pesar de la adecuación ofensiva parental que implica a mi paciente y “su escena fija” su grito accede a su función mensajera para un otro disponible y utilizable? ¿Quién? ¿Sus padres? ¿Uno de sus genitores en sus terapias? ¿Nosotros en sesión? ¿Los padres de amigos testigos de sus desbordes? ¿Los servicios hospitalarios y policiales?  ? Nuestra propuesta acerca de este circuito al estar nosotros implicados será desplegado como power point yconclusión.

En estos hijos por ser los únicos testigos[viii] vivos del encuentro “alguna vez habido”, al cual pueden referir su origen, priman las consecuencias de un caos cognitivo dado por el bastardeo repetido de sus interrogantes interpelando a su medio familiar “y \ o contextual[ix]”. Son hijos en quienes este bastardeo pervertizante de sus búsquedas los lleva a que finalmente en una derivación identitaria se transformen dentro de su medio familiar (o social) en “hijos problemas” o hijos “Únicos de genitor único” contra el otro genitor.

Pero ¿problema para quién? Para “sus padres”, el hijo en si no “es” problema, el hijo problema es un “apellido otro” que le adjudican sus genitores ¿padres? (o a veces nosotros en nuestras categorías psicopatológicas), a partir de la fijeza de las escenas familiares en las que prima la tensión y la co- excitación. Esta opera como una seducción narcisista patógena” a partir de la cual estos hijos quedan cautivados y cautivos como parte de esa escena. Un interrogante del hijo en lugar de ser interrogante hacia sus padres, a partir de mecanismos perversivos, se tornan afirmaciones de estos sobre su accionar. Estas afirmaciones conducen al hijo a una solución con una derivación identitaria intrafamiliar de “hijo problema”, “desastre”, adicto, violento etc.[18] Son hijos que no deliran, sino que actúan lo secretado en la pareja genitora y es expresión a su vez del retorno posible ante la vacilación del clivaje familiar exitoso .Además   los hijos acusados hoy a “partir de su accionar” de bastardear los imperativos familiares o sociales, son los encargados de sostener para “sus genitores” y “de cuerpo presente” en la re-petición[19], la escena en referencia a “los puntos oscuros respecto a origen.   

Nos llamó la atención la habitual resistencia de muchos de estos hijos “problemas y Únicos” a habitar un espacio de terapia o a sostenerlo. ¿Qué condiciones pudimos imaginar necesarias para que este se habilite y resulte eficaz?

Vamos a la clínica,  

En nuestra casuística estos retornos se hicieron presente:

  • A partir de urgencias tanto psiquiátricas o médicas que implicaban lo institucional y los cuerpos de sus hijos y
  • En procesos en los que primaban sufrimientos narcisistas.

En estos de un modo no previsto comenzó a instalarse en mí un malestar frente al estancamiento y retorno “en mis pacientes ya separados, incluso habiendo constituido parejas estables, de una escena fija con su pareja anterior.

Esta escena se hacía presente en sesión de un modo reiterativo y era actualizada en acto y a partir de “lo actual” por el accionar de algún hijo.

Una característica singular fue el modo en el que a partir del accionar de estos hijos, se reactualizaba en “mi paciente afirmaciones en un tono particular” en referencia a su partenaire genitor y que implicaba a alguno de sus hijos. A las variaciones del tono de las enunciaciones de “mi paciente como padre”, las recibimos como un “acting in” en su función semaforizante que nos posibilitó darle al pasaje por el acto de sus hijos una función mensajera[20].para alguien que resiste (endurant) en el pliegue. Referimos a un sector de mi paciente presente hoy ante nuestra escucha familiar.

En un clima de hartazgo más que preocupación mi paciente afirma: (“puta como su tía”, “su madre, otra loca”, “a esta nada le alcanza”).  Este registro junto al de estancamiento ¿mi hartazgo en sesión?, me llevó a sustraerme del exceso de realidad histórica (des concretizar Bion) y en una apertura co alucinatoria[21] frente al afecto en su función mensajera, recuperé mi pensamiento en escenas. A partir de este imaginé el accionar de estos hijos, como una interpelación “a sus genitores”, vehiculizando sus interrogantes acerca del encuentro del cual cada hijo es hijo. ¿O eran mis interrogantes? (¿lo oscuro respecto su origen?) Interrogantes que imaginé provenientes de los restos sostenidos en sus sectores testigos[22], aun en búsqueda del testimonio del vínculo alguna vez habido “entre y con” estos. ¿O al poder sustraerme, yo recuperaba una terceridad que me posibilitaba la posición de testigo en sesión? Una posición de analista en persona con memoria y una mirada prospectiva (en espoir.)  Estos restos se re-presentan en sesión a partir del efecto en nosotros implicados frente a las consecuencias del inter-juego[23] de las diferentes soluciones narcisistas en familia. Una configuración familiar en la que impera una tensión toxica derivada de la co- excitación[24]. Un tipo de violencia sostenida por diferentes contrainvestiduras que en familia operan como un “masoquismo guardián del clivaje” al cual[25] (lo pensamos como un masoquismo guardián “de sobrevida psíquica” en referencia al tipo de soluciones narcisistas articuladas,

Así mismo esta escena familiar en la que prima la co-excitación fusional, puede representar para sus hijos la escena primaria [26] a la cual referir como origen posible, Estos “hijos de un encuentro desencontrado para ellos”, sostienen en acto y a través de lo actual, la vigencia de esta escena en búsqueda de su otro “intrafamiliar” necesario para acceder al trabajo de subjetivación de sus interrogantes y su propio sufrimiento aun no reductible.

Paulatinamente comenzó a instalarse en mí el interrogante acerca del tipo de encuentro alguna vez habido en la pareja genitora, que implicaba “ahora” a mi paciente y sus derivaciones a través del tiempo. Esto me posibilitó complejizar el interrogante sobre el origen y acceder a intervenciones relacionadas con la posibilidad de dar figurabilidad a una “escena primaria gestante y fundante” para cada hijo (en su diferencia con la escena primitiva)[27].(este concepto esta explicitado luego).

En sesión y a partir del sector hijos, se hacía presente un sub grupo familiar clivado que al estar fusionado de un modo atemporal constituía un cuerpo común incestual[28] “genitora-genitor-hijos producto y testigos[29], en el cual en un momento determinado se produjo una vacilación de este equilibrio ofensivo. Esta vacilación se evidenció por un grito de llamado de un hijo en “lo actual” que “nos implicaba” y fueron nuestras intervenciones, lo que posibilitó salir del estancamiento[30] del proceso y a su vez relanzar sectores “aun clivados” de los procesos individuales de sus genitores (es decir de “mi paciente”) .

Momento intrasesion en el que nuestra escucha transita entre familiar e individual. En este habitaba “su escena fija y privada” sosteniendo un aferramiento contestatario pasional a su partenaire obligatorio que sostenía rehén a su hijo. ¿Quién rehén de quién?

Estas parejas tensamente separadas (aun unidos por la tensión), nos llevó a diferenciar aquellos encuentros gestantes en los que, en “lo actual” seguía vigente en la pareja genitora una herida narcisista o más específicamente “una ilusión herida” (Green a partir de su vertiente narcisista) que no cesa en su insistencia sosteniendo la presencia de la tensión fusional y el bastardeo alguna vez vivido por alguno de ellos. En lo actual endosada al sector hijos.

Esta escena “fija y privada” sostenida en “un entre dos” vacila ante la presencia de uno de “sus hijos” y sus gritos de llamado hacia un otro intrafamiliar disponible y utilizable.  Momento de pasaje de lo trans a lo inter-generacional.

Plantear esto claramente en el ámbito individual, nos posibilitó re-visitar estos encuentros gestantes, los momentos y condiciones singulares en los que se concretaron, a partir de lo cual también resultó claro y ahora explicito que estos hijos problemas que van ocupando tensamente “nuestros espacios” no podían referir a un encuentro alguna vez habido y suficientemente “honrado”.

Este “relato que mata dato” al ser co-construido en sesión y en presencia de mi paciente en función de “padre, ya no solo genitor de sus hijos”, derivó en su compromiso en la apertura y acompañamiento del proceso terapéutico de sus hijos. Así mismo se tornaba innegociable, “en la medida de lo posible” la presencia de su partenaire genitor para que este objetivo pudiera llevarse a cabo. Este es un punto difícil y crucial en nuestra posición, a partir del fracaso de varios intentos de derivación, en los cuales hemos omitido este eslabón

Acerca de la escena primaria gestante y fundante.

A partir de mis pensamientos en escenas “jugadas” en sesión enuncié una “escena primaria gestante y fundante”, en su referencia a la gestación necesaria y fundaciónal como un ser vivo singular, dada en todo ser humano “que tenga ombligo y hable”. Esta referencia nos impone transitar los matices que condensan el concepto de escena primaria.

En pacientes, ¡alguna vez hijos, no importando su edad!, en quienes su solución narcisista y derivación identitaria, los lleva compulsivamente a vivir en una re-edición de escenas fijas intrafamiliares altamente toxicas, podemos imaginar   que al haber sido alguna vez parte del “cuerpo común incestual familiar”, persiste una “falla en la alucinación negativa suficiente(mente buena)” de la escena primaria de una pareja en tren de crearlos. ¿Capacidad de estar todo presente estando ausente, y \ o estar ausente en la presencia[31]?

Nuestro registro intra-sesion de la presencia de este matiz de falla en la “alucinación negativa” es fruto del trabajo del negativo dado dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica y en el circuito co-alucinatorio posible. Estamos refiriendo como plantea R Roussillon a una fantasía originaria de escena primitiva, vista desde el “hijo que estaba y no estaba allí”, una posibilidad de salir del autoengendramiento[32] sostenido en su solución narcisista de sobrevida psíquica y acceder en sesión a la capacidad de estar solo en presencia del otro y también de la pareja genitora. 

 Primer ejemplo que fue base para este desarrollo.

Voy a referir a un paciente quien a pesar de serios procesos depresivos y compromisos somáticos sostenía de un modo estable su nueva pareja. No era material de sesión una pareja anterior con quien había convivido menos de 3 años y había tenido un hija. Esta hija al crecer se tornó para mi paciente una hija problemática y agresiva que se fue transformando en un tumor intra familiar que atacaba en lo actual a su pareja actual. Esta hija se “presentaba” en sesión como “una loca” a la que mi paciente la aplacaba configurándose progresivamente una escena fija y privada entre ellos. Esta hija fue habitando en mi paciente, en su diferencia a poder estar con ella, no había dialogo, previsibilidad y continuidad. Más allá de las interpretaciones que transitábamos, su omnipresencia en sesión evidenciaba a su vez que este padre nunca la había entregado. Avanzaban las conductas autoagresivas y demandas económicas, frente a las cuales reacciona solo mi paciente explicitando que con la madre de esta hija “otra loca” no se podía contar. Este registro subjetivo transferencial, me llevo a pensar que tanto el vínculo de su hija como el de mi paciente, mantenía en estasis una escena fija y una ilusión herida con una madre no disponible (la de mi paciente depresiva con varios intentos de suicidio) y un padre que brillaba por su ausencia.  Poniéndome en la posición de la hija, registre su necesidad e interrogantes desde una hija del encuentro desencontrado y retomando la escena que advino en mí, que su “genitor ¿padre? estaba presente”. A partir del llamado de esta hija pensé en la necesidad que la pareja genitora pueda salir de la escena fija y honrar el patrimonio filiativo. Ningún espacio terapéutico para esta hija se había podido sostener. Antes de una nueva derivación, le propuse a mi paciente, que tuviera un encuentro con su pareja parental para intentar un acuerdo en acceder a un espacio de terapia para esta hija. Mi paciente acepta y acuerdan, sin que lo hubiésemos hablado antes, una sesión en mi consultorio. En esa entrevista, (continuando “mi escena en sesión con mi paciente) intervengo en un doblaje psicodramático desde la hija, preguntando y sosteniendo el interrogante acerca de “cuando era chiquita”. Ante mi asombro la madre habla y encuentro una madre para esta hija. El clima cambia y hubo recuerdo de escenas afectivas posibles. Los padres hablaron con su hija y pudimos acordar una derivación posible, los padres entrevistaran a esta analista y su hija hábito este espacio analítico.

Viñeta flia 3

Un paciente separado hace muchos años sostiene en sesión a su ex esposa, con quien tuvo 2 hijas, como una mujer promiscua que siempre le ha sido infiel.  Un hecho significativo fue que en uno de sus periodos de descontrol dejó a una de sus hijas con su pareja de turno quien abusó de ella. Este dato emerge en el primer tratamiento individual de esta hija coincidente con el hecho que luego de serias peleas con su madre, deja de vivir con ella y pasa a vivir con su padre, con quien ya vivía su hermana por la misma razón al tiempo abandona este tratamiento individual.

Aparentemente nada se había modificado en esta madre. La hija comienza a accidentarse, a consumir droga y manifiestas conductas promiscuas, que se tornaron omnipresentes en nuestra sesión en referencia al abuso sufrido y el desinvestimiento materno.

En casa de su madre tiene una crisis de excitación psicomotriz. Llaman a la urgencia psiquiátrica e indican la posibilidad de internación Mi paciente me llama en urgencia para poder sostener una derivación confiable. Pregunto primero si era posible trasladarse y los convoco a mi consultorio. Llegan los padres y esta hija retraída y en muy mal estado físico. Me encuentro con la presencia de la pareja parental de mi paciente en mi consultorio. Luego de un somero relato de la crisis y antes que se comience al exceso de realidad confirmatoria del más de lo mismo, le propongo a la hija conversar en otro consultorio. De un modo reticente acepta y de inicio continúa con su silencio evitativo mirando fijo a un costado. Le comienzo a hablar a partir de mi memoria, a la “hija de mi paciente”, refiero a su malestar en la tensión entre la casa de papa y mama y los últimos accidentes que había tenido.  Compartiendo un interrogante que habitaba en mí en ese momento, enuncio el hecho de cuando era profesora de sky, al esquiar sola fuera de pista, voló y tuvo varias fracturas al caer y yo me estaba preguntando si aún hoy ella no estaba pudiendo recuperar su pista. Me responde de un modo monosilábico pero comienza a hablar, que la dejen tranquila, que gritó porque estaba harta y pude registrar que refería a ambos padres con tonos diferentes, “si pero papa me harta” o “a ella solo le importa lo de ella”, continuando con el discurso demonizante de mi paciente percibí que esta hija “era papa en lo de mama” y “mama en lo de papa”. (Pensando que la oreja es el único orificio sin esfínter) le planteo su posición de “oreja full life”, ante lo cual esboza una casi imperceptible sonrisa. Le planteo que ya era hora que se tome vacaciones de esta tarea y acordamos hablar con sus padres. Nos sentamos juntos en un sillón frente al que estaban sus padres y les comunicamos su decisión de dejar esta posición de “oreja full life” y les pedíamos colaboración. Frente a las opciones decidimos que la entreviste esa noche un psiquiatra de mi confianza y la hija puede plantear retomar su terapia anterior. Se relanzó este espacio junto con una terapia familiar que incluyó a su hermana, una testigo también de escenas promiscuas en las que ambas estuvieron afectadas. En este espacio emerge la pregunta ahora desde la madre y delante de su padre acerca del abuso, del cual no estaba segura pero reconociendo no haberlas podido cuidar en ese momento y aquello hasta este momento secretado es compartido La hija puede dejar de ser la hija rehén que aun hoy mi paciente la referenciaba a su madre inimputable y abandonante.

[1] R  Roussillon,

[2] E Grinspon “Articulación entre lo clivado en la subjetividad parental y los efectos del retorno de lo clivado de la subjetividad del hijo, producto del trabajo de lo secretado”.

[3] Es un clivaje de la subjetividad, un clivaje “hacia el Yo, no un clivaje del Yo”, y la parte no representada, en su status de lo aun no subjetivado deberá pertenecer al Yo. Lo clivado tiende siempre a retornar y en la medida en que no es de naturaleza representativa, el retorno es en acto y actual sosteniendo y re-presentando el estado traumático mismo. Nos encontramos ante problemáticas de fallas de continente o de envolturas psíquicas, en un espacio dominado por la compulsión a la subjetivación de lo aún no advenido de sí mismo.

[4] R Roussillon, En su diferencia con la transferencia por desplazamiento. “Agonie, clivage et simbolisation”2005,

[5]  RRoussillon, “Il demande à l’analyste, d’être, le miroir du négatif de soi, le miroir de ce qui n’a pas été senti ni perçu de soi. »…..le sujet vient faire vivre à l’analyste ce qu’il n’a pu vivre de son histoire et qui est resté (resta) clivé de ses possibilités d’intégration.

[6] G Bayle,”Moi et defenses”.

[7] PC Racamier en su referencia a la Incestualidad.

[8] Lo secretado, coincidencia de la gestación con infidelidades, embarazos accidentales, experiencias de incesto, interrupción de embarazos   fallidos etc.

[9] R Roussillon.

[10] Familia se inaugura cuando una pareja al tener un hijo se transforma en genitora de ese hijo.

[11] Equilibrio interdefensivo: a partir de nuestra perspectiva clínica, en TPFP las defensas no pueden seguir siendo enunciadas en términos individuales. En esta especificidad   refieren a la articulación de economías y corrientes defensivas singulares, dentro de una economía pulsional vincular[11] dada en familia y pareja.  Este equilibrio por ser pluripsíquico y plurinarcisista, es dinámico y en permanente readecuación.

[12] P Denis,

[13] R Roussillon « Du jeu dans la mémoire » 2016. Huellas cuantitativas presubjetivas.

[14] Al no haber podido ser simbolizadas primariamente.

[15] R Roussillon.

[16] R Russillon,

[17] ¿Responde al objeto perceptivo Bioniano que nos presenta la cosa en carne y hueso?  Del mismo modo RR enuncia a este retorno como un cuarto vasallaje del yo junto al ello, el superyo y la realidad.

[18] Estos cuestionamientos clínicos conceptuales se reforzaron ante la presencia en hijos adoptivos de las consecuencias de sus enigmas acerca del origen y el modo en el que intentaban resolver por medio del accionar, los agujeros negros subyacentes, un tipo de negatividad que no cesa en su insistencia.

[19] R Roussillon,

[20] R Roussillon,

[21] E Grinspon, El concepto de lo alucinatorio y su aplicación en nuestra especificidad en TPFP

[22] E Grinspon, Trabajo de subjetivación del testigo intra-subjetivo del sufrimiento narcisista padecido por “nuestros pacientes” y subyacente en su solución de sobrevida psíquica.

[23] R Roussillon, “entre (je) jeu”

[24] En la excitación no es posible cualificar ni el afecto ni la representación, ya que la excitación puede pasar a la motricidad en forma de motricidad in-coordinada, no teniendo el valor de gestos que sería portadores de significación   . El afecto está en el corazón ya que es lo más motor en la vida psíquica,   P Denis piensa que el afecto puede llegar a ser un acting in que puede tomar el valor en la transferencia, como dice Freud un acto psíquico

[25] Articulando el pensamiento de Benno Rosemberg y de R Roussillon.

[26] En su diferencia con la escena primitiva por ej. M. Fain y D. Braunschweig respecto  a esta describe la “censura del amante” que ilustra  como la madre presente contiene al padre en su pensamiento como un tercero que modula, en un cierto sentido, su estilo interactivo

[27] En pacientes, ¡alguna vez hijos, no importando su edad!, en quienes su solución narcisista y derivación identitaria, los lleva compulsivamente a vivir en una re-edición de escenas fijas intrafamiliares altamente toxicas, podemos imaginar   que al haber sido un hijo alguna vez parte del “cuerpo común incestual familiar”, persiste una “falla en la alucinación negativa suficiente(mente buena)” de la escena primaria de una pareja en tren de crearlos. ¿Capacidad de estar todo presente estando ausente, y \ o estar ausente en la presencia?

[28] PC Racamier, surantimoi et sur anti ideal du moi singulier…exige « de croire tout en interdisant de savoir. Ce n’est pas une loi, c’est une tyrannie. Elle interdit mais ne protège pas. Il présente la vérité comme faute, la pensée comme un crime et les secrets comme intouchables ».

[29] Por ej. madre promiscua entregadora, padre víctima, hija abusada sexualmente, o padre violento golpeador, madre e pasiva hija y su cuerpo testigo.

[30] E Grinspon, “Estancamiento de un proceso terapéutico y su diferencia con interrupción”.

[31] R Roussillon, RFP « En seance » 2018 hablando de un paciente, “le falta una alucinación negativa suficiente de la pareja en tren de crearlo”, el fantasma originario de escena primitiva que supone que “el chico esté o no esté allí”, no puede organizarse.

[32] Descripto dentro de la incestualidad y las soluciones perversivo narcisistas , PC Racamier, A Eiguer, E Grinspon,.

[i] R Roussillon (2000).

[ii] R Roussillon, “ Le travail de symbolisation”

[iii] E Grinspon, “Del cuerpo familiar incestual a la singularidad subjetiva”. Pasajes por el acto o por el soma como tránsito a la reapropiación subjetiva del núcleo identitario singular” El contrato deviene en una derivación “patógena”, un pacto en el que prevalece una asignación inmodificable “a un emplazamiento de perfecta coincidencia narcisista entre el conjunto y el sujeto”. En la alianza parental, cada uno le aporta al otro el personaje necesario para sostener la eficacia de las corrientes defensivas singulares. Esta derivación está presente tanto en la articulación sincrónica dada en las parejas, como en las familias, en las que ante el advenimiento de un hijo, a partir de su dependencia inevitable en la constitución de su narcisismo, se abre la posibilidad diacrónica, “que lo nuevo salido de nosotros”, quede al servicio de esta neo continuidad identitaria familiar “a deux” (2016).

[iv]  R Roussillon, « La loi du plus faible »  cerner l’impasse par attribution, en lui trouvant ou en lui reconnaissant un responsable, un « coupable », le fait d’une subjectivité humaine incarnée. L’impasse ne peut être traitée « de soi à soi », elle doit être partagée par au moins plus d’un autre, elle doit impliquer l’autre, lui être adressée) (2006).

[v] R Roussillon « Se retirer pour survivre » « La situation dont le sujet a dû se retirer pour survivre, celle qui portait l’agonie psychique, ne disparaît pas avec le retrait, elle disparaît du présent, de l’actualité du sujet, mais elle reste inscrite dans la psyché comme toutes les expériences significatives. Et les traces qu’elle a laissées sont susceptibles d’être réactivées, soit en raison de poussées intégratives internes liée à la compulsion de répétition qui représente une contrainte d’intégration « au-delà du principe du plaisir », soit en raison de réactivation en lien avec les situations rencontrées dans le présent, dans l’actualité de la vie du sujet, soit dans l’alliance des deux, l’actualité du sujet venant renforcer la menace d’activation interne des traces traumatiques » (2017).

[vi] PC Racamier.

[vii] E Grinspon “El trabajo del trauma en un “entre dos” y su especificidad en TPFP frente a soluciones de supervivencia psíquica” (2018).

[viii] E Grinspon, “Trabajo de subjetivación del testigo intra-subjetivo del sufrimiento narcisista padecido por “nuestros pacientes” y subyacente en su solución de sobrevida psíquica” (2016).

[ix] Una interpelación homologa al caos somático posible frente a la presencia y respuesta inadecuada dada en el tránsito desde ese saber preparado biológicamente y que inevitablemente va a la búsqueda de la respuesta adecuada del medio.