Especificidad del concepto de escena primaria en su relación con el interrogante por el origen.
En un intento de encontrar matices al trabajo de simbolización necesario para la subjetivación del sufrimiento padecido en soluciones narcisistas de sobrevida psíquica, me acerque a diversas intervenciones que ponían en el tapete los interrogantes sobre el origen. Este registro a su vez me llevó a repensar los matices de aquello a lo que referimos como teorías sexuales infantiles, “duelo originario”, confusión de generaciones, des-parentización (deparentisation) de ascendientes y des-filiación de descendientes, como enuncia PC Racamier .
¿Cuáles son las condiciones para acceder al trabajo de simbolización necesario frente al retorno posible de estos interrogantes? ¿Cómo sostener en nuestro espacio intersubjetivo transferencial el pasaje transformacional frente a la fijeza de escenas en sesión en las que el sufrimiento es un organizador junto a un apego al negativo del objeto, sosteniendo una solución narcisista con su derivación identitaria, habitualmente referida por su invariancia a rasgos de carácter?
Esta singular situación transferencial me llevó en sesión a diferentes intervenciones cuyos efectos me permitieron registrar (a partir de la co-generatividad asociativa) la posibilidad de una vacilación gradual y progresiva de la rigidez defensiva. Estas intervenciones comenzaron en sesión a partir de un tipo de malestar singular frente al clima toxico dado por “el más de lo mismo”, una reedición dada por la vigencia de mecanismos contestatarios en una interacción provocante convocante. Este malestar en sesión me posibilitó sustraerme del exceso de realidad histórica, ante lo cual al recuperar mi pensamiento en escenas con memoria y en “espoir” aparecieron en mi imágenes acompañadas de cierta reflexión contra-afirmativa por ejemplo, ”pero si tiene ombligo y habla algo recibió”. Una reflexión intrasesion que me lleva a aportar por ejemplo, ¿fue chiquito alguna vez? ¿Tiene ombligo?
Si bien se tornaba más complejo en sesión de familia y pareja, al apoyarme en una trasferencia sobre el encuadre con una escucha familiar, a partir de mi malestar singular me posicioné como un objeto de pasaje dando acceso dentro de la grupalidad familiar al trabajo de simbolización de los restos del sufrimiento singular que no cesan en su insistencia y retorno. Es en este tránsito que se hicieron presentes “en mi” y en sesión, “los hijos de mis pacientes” y pude complejizar el interrogante sobre el origen accediendo a una intervención en la que enuncié una “escena primaria gestante y fundante”. Mi malestar y endurance se apoyaban en el imperativo de no negociar el matiz del sufrimiento singular alguna vez padecido, matiz pervertido en los movimientos incestuales.
Esta escena advenida en sesión individual, “presentaba para alguien subjetivamente disponible”, los interrogantes de sus hijos acerca del origen alguna vez habido, es decir una “escena primaria, gestante y fundante”, en su diferencia conceptual con la habitual descripción de “escena primitiva”. Situación transferencial singular en la que advinieron en nuestro espacio los interrogantes ¿de qué encuentro soy hijo? ¿Hubo alguna vez un encuentro al cual referir? ¿fue amoroso?.
Este movimiento pulsional jugado dentro de nuestra intersubjetividad transferencial, expresa la presencia de una pulsión de saber aún vigente en nuestros pacientes, extensivo a sus derivaciones relacionales familiares y la necesaria presencia de un “sujeto otro y su pulsión” para que esta pueda desplegarse y salir del impassé de su solución narcisista. Estos restos en nuestros pacientes se re-presentan en sesión, a partir del efecto en nosotros posicionados implicativamente frente a las consecuencias de los diversos pasajes por el acto dados en el inter juego de las diferentes soluciones narcisistas en familia.
A partir de mis pensamientos en escenas “jugadas” en sesión enuncié este tipo de escena primaria en su referencia a la gestación necesaria y fundaciónal como un ser vivo singular, dada en todo ser humano “que tenga ombligo y hable”. Esta referencia nos impone transitar los matices que condensan el concepto de escena primaria.
En pacientes, (¡¡alguna vez hijos, no importando su edad!!) en quienes su solución narcisista y derivación identitaria, los lleva compulsivamente a vivir en una re-edición de escenas fijas intrafamiliares altamente toxicas, podemos imaginar en estos hijos, alguna vez parte del “cuerpo común incestual familiar”, una falla en la alucinación negativa suficiente de la escena primaria de una pareja en tren de crearlos. ¿Capacidad de estar todo presente estando ausente, y \ o estar ausente en la presencia?
Nuestro registro de la presencia de este matiz de falla en la “alucinación negativa” es fruto del trabajo del negativo dado dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica y en el circuito co alucinatorio posible. Estamos refiriendo como plantea R Roussillon a una fantasía originaria de escena primitiva, vista desde el “hijo que estaba y no estaba allí”, una posibilidad de salir del autoengendramiento sostenido en su solución narcisista de sobrevida psíquica y acceder en sesión a la capacidad de estar solo en presencia del otro y también de la pareja (de sus padres).