Presentado en el congreso de la AIPFP en San Pablo, agosto 2016.
*Por Eduardo A. Grinspon

Cuando mencionamos la diversidad cultural, referimos a las consecuencias de la “tensión necesaria” entre lo singular y diferente respecto a un medio determinado ya sea social o familiar y en una dependencia asimétrica.

Pensamos que la supervivencia psíquica de “nuestros pacientes” implica una diversidad en nuestra escucha, que nos exige una posición clínica adecuada que implica a su vez nuestra singular supervivencia psíquica ante los atrapamientos subjetivo transferenciales que nos presentan.

Dentro de las diferentes perspectivas que tiene la supervivencia psíquica, nos centraremos en las consecuencias dadas por la especificidad de la supervivencia singular y su presencia en “nuestra clínica de familia y pareja”. Comenzare con aquellas características de “lo singular” que nos posibilite pensar el escollo clínico que nos implica ante su derivación vincular en pareja y familia.

En el caso que la tensión para sobrevivir exija una adaptabilidad posible, el desvalimiento puesto en juego refiere a un tipo singular de sufrimiento narcisista[1] y su frecuente derivación identitaria[2]. Hablar de supervivencia psíquica implica aceptar que en “nuestros pacientes” hubo una experiencia traumática con características específicas, en la cual se articuló un “desvalimiento singular” con la posibilidad de “apelar a recursos” a partir de los cuales se logró resistir (endurance[3]) y sostener su continuidad narcisista  e  identitaria.

Pensamos que aun en situaciones extremas para sostener esta continuidad y acceder a su solución narcisista, fue necesaria la presencia del objeto otro sujeto así como la terceridad en su singular condición de posibilidad “para ese ser vivo”. Un ejemplo útil para acercarnos a nuestra posición transferencial, es el modo en el que Janine Altounian describe en la supervivencia psíquica frente al genocidio armenio[4],una escena de base habitada por “un exterminable” frente a los “no exterminables”, testigos mudos y dueños del lenguaje posible. También R Roussillon[5] refiere el sufrimiento narcisista identitario, tanto a traumas precoces, como ante el desvalimiento dado en la exclusión social frente a la no respuesta del medio dentro del “contrato narcisista previsto”, diferenciando lo que habitualmente pensamos como “la falta” en espera de un otro, de las vivencias de “desesperación” dadas ante las fallas graves en la presencia de este último pudiendo llegar a la desesperanza como un equivalente agónico.

R Roussillon jerarquiza en las soluciones narcisistas “logradas”, el esfuerzo y posibilidad del psiquismo de ligar las “experiencias” de dolor, una marca pre-subjetiva registrada por un ser vivo, que retornan compulsivamente[6] “evitando

el encuentro con la necesidad del objeto”. Nuestra experiencia en familias y parejas con un alto nivel de toxicidad y sufrimiento narcisista nos llevó a tomar a la solución narcisista, en la que predomina este tipo de retorno[7], y fundamentalmente a su “derivación identitaria” como un pilar en nuestra posición clínica.

Es pertinente diferenciar nuestra escucha frente a familias en las que el procesamiento de lo traumático y su transmisión[8], es consecuencia de la sobrevida psíquica lograda a partir de situaciones de guerra, migraciones, de aquellas en las que lo sucedido dentro del espacio familiar, abusos narcisistas y sexuales[9], adquirió su carácter patógeno, muchas veces a través de generaciones. Lo patológico adquiere su dimensión patógena a partir del “equilibrio interdefensivo”[10] parental y la comunión de desmentida operante, con su consecuencia en el modo de transmisión traumática de lo traumático[11].Referimos no solo a la desmentida frente a la diferencia de sexo y de generaciones, sino fundamentalmente de la autonomía narcisista, de la diferencia vivo-muerto y de la interdicción a la intercambiabildad de seres.

Pensar en lo patógeno dentro del medio familiar, nos llevó a plantear  la vigencia de la “solución perversiva narcisista en un “entre dos” (“a deux”), que articula el concepto de “solución narcisista” por su referencia al retorno de las “experiencias de dolor” con el de perversión narcisista de P C Racamier, quien la enuncia como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”,(inmunidad conflictiva y objetal). También R Roussillon, enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación para asegurarse la descarga de lo que no pudo integrarse y significarse en su tránsito a “llegar a ser significativo para alguien”, en la propia economía pulsional. Al pensar este escollo clínico dentro de nuestra “inter- subjetividad transferencial” y en una economía pulsional vincular[12], lo patógeno deja siempre “un resto”[13] en un otro y lo perverso se transforma en perversivo de lo “aun pervertible” del otro a partir de su singular dependencia, muchas veces unívoca en las parejas en las que priman vinculo adictivos. Es fundamental en nuestra posición transferencial el destino de los restos presentes en sesión en el transito que va desde el retorno compulsivo a la expulsión y descarga; pero lo expulsado[14]“en alguien se torna un “resto en búsqueda” de un objeto otro sujeto y adquiere su función mensajera “para alguien” (¿nosotros?), en quienes nuestro  malestar y resistencia (endurance) nos llevan a intervenciones a partir de nuestra posición de “persona del analista”[15]. Nuestra escucha específica es una dimensión a doble vía, ya que lo traumático en una generación a partir del modo en el que se sostuvo la transmisión, tiene consecuencias en el modo en el que “sus hijos” pudieron transitar la necesaria apropiación subjetiva[16]de lo transmitido. Las consecuencias de esta articulación “transmisión – apropiación”, habitan en cada solución narcisista singular con la que “nos encontramos”, y muchas veces “en la que nos encontramos”.

Nuestros pacientes no comienzan con el trauma y partiendo que todo trauma fue trauma para alguien, a partir de los interrogantes que nos fueron surgiendo ante las manifestaciones presentes, podemos imaginar el siguiente transito:

  • A partir de un estado de desesperanza[17]identitariao ante un caso de exclusión social.
  • Alguien “a su modo” y “como pudo”, para mantener “su” relación narcisista con  “sus” objetos significativos.
  • en una retracción que tendió al anonimato y primó la perentoriedad, el “alivio y la calma”(lógica de la sobrevida psíquica, diferente a la de la vida psíquica en la que hubo acceso al principio de placer, la objetalizacion necesaria  y la experiencia de satisfacción).
  • Apeló a una adaptabilidad narcisista “a costa de lo propio” o del propio sentir[18],
  • Debió amputar algo de su “propia experiencia vivida”,
  • y quedar adherido en “su” medio familiar, al humor y sufrimiento de otro; habitualmente a la calma o el alivio de este  otro (o al representante del imperativo social),
  • se logró una solución garante del no retorno de lo clivado amenazador de su continuidad identitaria. Nos preguntamos ¿singular o familiar?
  • Pero este resto de “experiencia clivada hacia el yo”[19], está presente, y pulsa en negativo
  • lo clivado “propio –ajeno” ¿un extranjero a sí mismo?
  • ¿Qué destino tiene este resto en su insistencia? ¿re-edición hacia un más de lo mismo, o re–petición hacia la diferencia? ¿Cómo “lo encontramos” en el modo de vivir de estas parejas o familias?

Una especificidad en la derivación identitaria posible;

  • Frente a la presencia de la negatividad que surge como consecuencia de las fallas en “el modo de presencia” del objeto y la terceridad necesaria.
  • surge una derivación identitaria específica, dada por la singular capacidad de resistencia (endurance)a los climas abusivos, ya sea por exceso o por defecto,
  • apego ¿aferramiento? de sobrevida logrado al negativo[20]del objeto posible,
  • el rédito narcisista estuvo dado por “su” capacidad de  resistir  frente a su necesario llegar a ser “alguien para alguien”.
  • “Su solución” es sostenedora del sentimiento de si, su modo de ser,
  • “ser lo que sufrieron” en su escena privada o “paradigma relacional[21] de base, en la que
  • aun “en lo actual” el propio sufrimiento mantiene “la vigencia de la escena y lo “des-conocido” o bastardeado por el objeto cuya presencia alguna vez fue esperada y fallida.
  • Esto posibilita a nombrar o llamar en sus rumiaciones enloquecedoras, “padre” a un progenitor abusador o madre a su progenitora ausente,
  • afirmaciones identitarias en “nuestro vinculo transferencial”
  • En sesión ante “Yo soy” o sus equivalentes,
  • Escuchamos Yo soy ¿Para quién?

¿De qué modo estos matices nos implican y nos posibilita  intervenir? 

Nuestro malestar intrasesion frente a la fijeza de “su accionar y su aferramiento al sufrimiento como un organizador, nos conecta tanto con el paradigma relacional de base que subyace a cada solución, como con su coraza defensiva que mantiene en la base al chico que alguna vez fue[22] como dice R Roussillon, un testigo privilegiado[23]. Cada ser vivo nace, vive, sobrevive y muere como puede[24] y no como quiere, o como algunas veces nuestros conceptos definen, por ej. nos encontramos con el apego a las consecuencias del negativo del objeto, un tipo de apego que finalmente a partir de un narcisismo de sobrevida frente a los efectos de la negatividad, es un apego a la vida (lógica de la anormalidad R Roussillon[25]).

Pensamos que en este modo de ser[26] existen improntas[27]pre subjetivas de este tránsito aun en búsqueda de un objeto otro sujeto, necesario con quien en un compartir afectivo, acceder al trabajo de subjetivación historizante de “lo propio” clivado aún no subjetivado, y poder salir de lo compulsivo de sostener en su medio relacional “la vida es así”, a partir de la vigencia de su “ser lo que sufrieron en su “paradigma relacional” de base, en su doble posición: la de ser un objeto quejoso y sufriente o un agente siempre culpable y deudor, y acceder a la subjetivación de lo que “no cesa de insistir” un cuarto vasallaje del Yo[28] pensado hoy como Yo familiar.

¿Cómo llega esta problemática a nuestra clínica?

A partir de la articulación de estas soluciones en pareja, nos encontramos con una solución en un “entre dos” (“a deux») y su equilibrio inter-defensivo[29] patógeno, que al vacilar llegan como consulta posible a una terapia de pareja o familia. Vacilación dada habitualmente a partir de la desvitalización de un miembro de la pareja o por el pasaje por el acto de un hijo. Este equilibrio pluripsíquico es un seudo-equilibrio en permanente readecuación y dentro del cual ante su vacilación, nos vamos a implicar en la co-construcción del encuadre posible.

Situación clínica. Escenas paradigmáticas. 

Esta solución configura un sistema defensivo frente a la posibilidad del retorno de las experiencias de dolor “en desesperanza[30]” sin un origen, sin fine innombrables (lo intraducible) algunas vividas pero aún no vivenciadas y otras que no encuentran las palabras posibles para su subjetivación entre “humanos como uno”. La preeminencia en esta solución de su necesario retornar de un modo circular a sus personajes en posiciones fijas y sin salida, encontrarnos frente a personas atrapadas en una vigencia “a veces mortífera” en acto de lo actual y la no memoria del proceso  recorrido, genera en nosotros un malestar que referimos a un registro de estancamiento del proceso, que por su no acceso al pasado como referente en la historizacion lo enunciamos “impassé[31].

Este malestar nos llevó a profundizar la exploración de los pactos[32] sostenidos por los agentes de estas soluciones. Nos referimos a la manera en la que estas personas intentan “re-petir”[33] para transformar “dentro del medio en el que conviven”, sus  improntas del sufrimiento narcisista vivido que “no cesan en su retorno e insistencia”, en heridas posibles de ser sostenidas de un modo atemporal y referidas a un agente actual; o en nuestra propuesta a partir de un espacio terapéutico “adecuado”, acceder al trabajo de subjetivación historizante “de lo propio”, un tipo del trabajo del negativo que posibilite la recuperación o acceso a su singularidad y diferencia, a “ser sujeto del propio dolor padecido”.

Son relaciones de pareja habitualmente centradas en poder pedir desde el reproche, aquello que el “otro no puede dar”, es decir a partir del “límite del otro”, quedando un yo “ligado” o “aferrado” desde su sufrimiento y siendo “mi dolor el testimonio de tu falla o ausencia”[34]. En esta articulación defensiva y adictiva, cada agente accede a ser alguna vez “único para alguien” y al aportarle a su partenaire el personaje necesario para la escena privada del “supuesto otro”, refuerza en acto y a través de lo actual la eficacia del andamiaje defensivo.

A partir de una transformación pasiva activa “entre dos”[35], y dentro de un vínculo en el que el aferramiento al negativo[36]es un organizador y priman la deuda, la queja y el reproche un “Yo” puede activamente reclamar desde una posición de “agente acreedor con su razón” a un agente “siempre” deudor por el sufrimiento  padecido por algo sucedido en una atemporalidad innegociable. A su vez el agente “siempre” deudor de un modo “desesperado” tiene que demostrar a “su supuesto otro no otro” que “yo no soy  quien vos afirmas que soy”

En sesión estamos implicados en escenas en las que, discutiendo la realidad que nosotros no conocemos, se da un mutuo aferramiento contestatario, una coraza de co-excitación fusional sostenedora de la posibilidad paradojal de la coexistencia de varias realidades, haciendo posible que lo sucedido y padecido quizás no haya sido así.

Escenas desplegadas frente a un “testigo implicado su analista de pareja”, una dimensión plural que contiene “la singularidad y las diferencias”.

Por más intenso que se nos presente el sufrimiento desde la manifestación sintomática “entre dos”, al darse dentro de una escena hacia un otro, en acto y a través de lo actual, y frente a un testigo implicado “su analista de pareja” en persona, sostiene un “dolor en esperanza”[37]ya una vivencia de dolor, un sufrimiento de alguien ¿para alguien?, mientras que aquel dolor ante cuyo retorno, se despliega este andamiaje defensivo preventivo es “en desesperanza[38]” e innombrable.

¿Qué espacio y posición transferencial es posible?

  • Posicionados dentro de estos movimientos enloquecedores,
  • sus efectos nos involucran “más allá del momento de sesión”.
  • Esta afectación “inter-sesión”, nos llevó a ampliar el concepto de transferencia al de inter subjetividad transferencial,
  • una espacialidad que nos implica como “analistas en persona”,  y en la que se da la posibilidad de la penetración actuada del clima toxico “invivible” en el que sobreviven estas familias.

Nuestro malestar que podría pensarse como una reacción terapéutica negativa, lo referimos  a “la presencia de la negatividad en una transferencia “por retorno de lo clivado” y “paradojal[39]” por estar “llamados a devenir el espejo del negativo de  nuestros pacientes, a sentir aquello que para no sucumbir ha debido repudiar de el mismo, confrontados a aquello que no ha podido ser reflejado de manera suficiente en su historia significativa”.

Es una transformación de la negatividad radical[40]en una negatividad relativa a partir de la situación analizante en la cual se da la posibilidad del retorno de lo que no cesa de insistir en espera del otro necesario para la subjetivación. No referimos al acceso a un núcleo de verdad,  sino a la vacilación de la rigidez defensiva “entre dos” (“a deux”)  para acceder a este trabajo del negativo.[41].

Es a partir de nuestra singular resistencia (“endurance”) en sostener nuestro malestar el tiempo necesario y sus derivaciones, que va emergiendo una alianza trófica lograda con “algún sector de nuestros pacientes”.

Si resistimos a lo tranquilizador de la dimensión explicativa, nos encontramos con nuestra confusión y asombro. Acercarnos a lo “desconocido de nuestros pacientes” nos posibilita dirigirnos y “hablarle” a alguien que puede sentirse reconocido por un otro cómo “sujeto del propio dolor padecido”[a].

Son escollos clínicos en los que la atención flotante tiene poca probabilidad de eficacia, y es nuestra memoria la que posibilita un acceso a la diferencia. Proponemos “analista con memoria y “espoir”.

Entre las intervenciones contra-afirmativas[42]surgidas a partir de nuestro malestar  en sesión[43], una opción al operar sobre el encuadre,  es el acto analítico de ampliar el espacio terapéutico a “ampliado no escindido”,[44]y que el mismo objeto “su analista de pareja en persona” sea quien a partir de su padecimiento, acepte el limite dado por la coraza de co-excitación[45]y pueda ampliarlo a entrevistas singulares articuladas con las de pareja, o de pareja articuladas con la de familia. Por esta vía y a partir de un tipo de malestar del analista ¿su dolor–sufrimiento singular? accedemos junto a nuestros pacientes al trabajo de subjetivación de lo “propio” padecido y aun clivado.

Damos lugar a la dimensión singular, en primer lugar al sustraernos del atractor centrípeto incestual a nuestro propio sufrimiento padecido en sesión y sus resonancias con nuestras  historias singulares. Pensamos que las consecuencias de los interrogantes[46]surgidos en nosotros[47], son los que inauguran un movimiento co-alucinatorio que abre la posibilidad de salir de la re-edición y fijeza que sostienen las escenas en las que cada uno es un objeto “único” para el movimiento pulsional del “supuesto otro”.

Estamos delineando el pasaje del “ entre dos a lo singular”, no perdiendo de vista que queda de nuestro lado pensar las similitudes y diferencias de los paradigmas relacionales puestos en juego  por cada uno, para que se haya dado la dimensión “a deux”. A posteriori de conceptualizar la necesariedad de recuperar en sesión al sujeto del propio dolor, nos enfrentamos con el hecho que para co-construir el tejido cicatrizal necesario, era fundamental el trabajo de subjetivación historizante de lo que “alguna vez hubo” y los recursos singulares puestos en juego.

No refiero a las condiciones del objeto sino a las potencialidades de sobrevida psíquica de cada yo singular.

Partir de una posición intrasesion de no dudar que “algo hubo”, nos permite ir a la búsqueda de aquellos recursos y no enfrentar a nuestros pacientes con un tipo de desvalimiento sostenedor de la fantasía de auto engendramiento y reforzando su matiz identitario actual. El hecho que habite en nosotros un imperativo que sostiene “el vínculo preexiste al conflicto”, nos permite “imaginar” posiciones dentro del paradigma relacional vigente y acceder a intervenciones que posibiliten  obtener los recursos para ligar los movimientos pulsionales extintivos que retornan en búsqueda de la objetalizacion posible[48]. El proceso analítico y nuestra escucha es lo que permite patrimoniar aquello que también pertenece a nuestros pacientes. Pensamos que el contenido actual junto a nuestra respuesta frente a los movimientos pulsionales extintivos que nos implican, pueden llegar a co-construir una continencia actual dentro de la cual los contenidos puedan ser subjetivados.


NOTAS:

[1] M de M’Uzan: Vital- identital
[2] R Roussillon, una patología narcisista relacionada con una dificultad en la función subjetivante del Yo. Se sostiene una organización defensiva contra los efectos de un traumatismo primario clivado y la amenaza que su huella, al estar sometida al automatismo de repetición, pueda afectar a la organización del aparato psíquico y de la subjetividad. Son pacientes que más que la carencia en ser están caracterizados por una carencia en el ser.
[3]D Rose, L’enduranceprimaire
[4]Janine Altounian La Survivanc,  Los sobrevivientes de una violencia asesina de masas, sobreviven así a una experiencia traumática doble, pues sobrevivir al dominio de los torturadores no sustrae al dominio mudo y permanente de la pasividad del tercero, ellos han escapado en efecto a la muerte pero no a la invalidación en ellos del ser hablante, pues ellos entendieron el silencio letal de un mundo que deja cometer, incluso avala el crimen deglutiente de los hombres y los referentes que constituyen los fundamentos de su existencia. .Si en su falta ante todo es acomodarse de esta sobrevida psíquica que ellos no la deben en suma más que al azar, se mantienen  vivos a pesar de una deterritorializacion material y psíquica. Ellos tienen aún que afrontar el desinterés comprensible y sin embargo devastador de los ciudadanos de la normalidad, de aquellos no exterminables,   abarrotados de una indiferencia devenida sin embargo para ellos la sola figura de alteridad. Dice H Arendt (pág. 34 del mismo texto)  Todo pensamiento es un dialogo entre yo y yo mismo, pero este dialogo de dos en uno, no pierde contacto con el mundo de mis semejantes; aquellos  son en efecto representantes en el yo con los cuales yo entablo el dialogo del pensamiento. Hace que la desolación tan intolerable que es la pérdida del yo, que no puede ser confirmada en su identidad más que por la presencia confiante y digna de fe de mis iguales   La diferencia cultural de los no exterminables, constituye mal o bien para el refugiado un inter juego salvador gracias al cual el va a alfabetizarse hacia el mismo, el entorno de su vivencia… Nombrar en la lengua del tercero, la lengua del que me recibe, el impensado armenio, expulsado de todo continente
[5]L ‘erranceidentitaire
[6]Compulsión a la repetición y a la subjetivación,
[7]Jean Claude Rolland 1998, Retorno, presentación, re-presentación para alguien, acceso a la representación
[8]A Ciccone,
[9]Incestualidad , incesto,
[10]E Grinspon,
[11]A Ciccone
[12]D Maldavsky,
[13]D Scarffone resto-cósico, lo actual
[14]Dimensión cuantitativa que accede a ser resto para alguien,
[15]Son parejas que al no poder procesar el conflicto de un modo intrapsíquico e inter-instancias, necesitan que éste se juegue en una “trans-subjetividad”, tendiendo al acto de la descarga desubjetivante,  que al darse en nuestra espacialidad deja un resto en nosotros. Este matiz  define la especificidad en familia y pareja, ya que estos pacientes en espacios individuales habitualmente no funciona.
[16]A Ciccone,
[17]Chicos golpeados, abusados, lastimados, pendientes del sufrimiento sin salida de quienes dependen , padres violentos , adictos, delirantes etc
[18]Solución sacrificial, a costa del egoísmo necesario, antinarcisista a partir de F Pasche.
[19]R Roussillon La loi du plus faible,
[20]“Porque vos” Actualidad Psicológica” 2016,
[21] Adela Abella-
[22] con sus restos del sufrimiento narcisista padecido,
[23]E Grinspon: Concepto que subyace en nuestra meta clínica de sostener la subjetivación de los restos en el “pibe ojo” y el “pibe oreja Catástrofe generacional 2014
[24] Referencia al « azar » que hace J Altounian
[25] R roussillon,La loi du plus faible
[26]R Roussillon,
[27]J Press
[28] R Roussillon,
[29]Referimos a la articulación de distintas economías singulares y sus corrientes defensivas, dentro de una  economía pulsional vincular específica en pareja y familia.
[30]un tipo de sufrimiento “guardián del clivaje y de la sobrevida psíquica a deux” (diferente del masoquismo guardián de la vida descripto por B Rosemberg).
[31]Dominique Scarfone, P Denis,
[32]R Kaes, El pacto narcisista como alianza alienante, sostiene asignaciones inmodificables y en ciertos casos mortífera, a lugares de perfecta coincidencia narcisista patógeno. Este concepto es aplicable a la fijeza de los personajes interactuantes en las escenas en las que quedan atrapadas  las personas a través de generaciones. Es la pervertizacion del contrato narcisista de Piera Aulagnier por el cual cada sujeto viene simultáneamente al mundo de la vida psíquica, de la sociedad y de la sucesión de generaciones siendo portadores de una misión: asegurar la continuidad del conjunto al que pertenecen. Esta pervertizacion está al servicio del sostenimiento de la continuidad narcisista pervertizante familiar y guardián de la eficacia de los diferentes clivajes.
[33] R Roussillon; Compulsión a la re-petición y a la subjetivación de lo aun no subjetivado,
[34]P Denis, solución algógena,
[35] R Roussillon, “a deux” , el “retornar a” la escena traumática, para evitar el “retorno de” la misma escena padecida de un modo pasivo,
[36]R Roussillon D Anzieu
[37]En espoir
[38]En desespor,
[39]R Roussillon,
[40]R Kaes,
[41]Comodice J Press, no se tratasolamente de ofrecer al paciente una contra construccióneconómicamentemenospesada, frente al retornode la no experiencia y no representación, sino construir con él, es decirco-construir un espacio de pensamiento que no ha podidodesplegarsehasta este momento.
[42] E Grinspon Trabajo de subjetivación del testigo intra-subjetivodel sufrimiento padecido por “nuestros pacientes”2015.
[43]J Laplanche, transferencia en crudo se re-presenta lo enigmático del otro, un incendio en el teatro, pone en crisis la corriente asociativa y abre sobre la experiencia actual de la alteridad.(mencionado por D Scarffone)
[44]E Grinspon, “Posición del analista dentro de la solución perversivo narcisista”
[45]A la cual retornan de un modo compulsivo,
[46]Un equivalente a lo enigmático del otro, del analista, una seducción necesaria de la situación analizante que convoca el complejo de percepción y lo actual
[47]A partir de R Roussillon, No es lo mismo el sujeto solo frente a su pulsión en ausencia del objeto, que el sujeto solo frente a su pulsión,  ante alguna presencia del objeto. Pienso que esto es lo que sucede a nuestros pacientes en sesión cuando logramos que puedan conectarse con los momentos de haber estado solos frente a su pulsión en ausencia del objeto pero “ahora” en presencia de “su analista”. Momento del proceso transferencial en que se logra la articulación antes mencionada y al dar  matices a la dimensión del testigo, se puede acceder al testimonio del sufrimiento padecido.
[48]El conflicto “actual” no es el vínculo, pero puede ser defensivamente el organizador de la tensa continencia posible.
[a]Para que mi intervención como “persona del analista”, representando a su “analista  en persona”, sea eficaz, es necesario en primer lugar hacer presente al sujeto del dolor para tener a quien hablarle. Diferencio de un modo fundamental “decir” en sesión, que hablarle a alguien subjetivamente presente, esta variable es la que posibilita la eficacia de nuestra presencia como función objetalizante necesaria,  para que  advenga  el dolor en su dimensión cuantitativa en búsqueda del matiz cualitativo accediendo  a ser el sufrimiento de alguien.