Eduardo A Grinspon

Ante la presencia creciente en la clínica actual de sistemas defensivos frente a traumas narcisistas primarios y en nuestro intento de desplegar la especificidad clínico conceptual en la terapia psicoanalítica en pareja y familia (TPPF) , nos encontramos con problemáticas habitualmente pensadas desde el psicoanálisis individual,las que por  constituir un tipo particular de alianza defensiva y su equilibrio interdefensivopatógeno, al vacilar este, llegan a la consulta posible, accediendo a una terapia de pareja o familia. Cuando mencionamos un equilibrio interdefensivo, nos referimos a la articulación de distintas economías singulares y sus corrientes defensivas, dentro de una economía pulsional vincular[3] dada en pareja y familia. Este equilibrio por ser pluripsiquico y plurinarcisita es dinámico y en permanente re- adecuación. Intentaremos pensar nuestra posición clínica frente al estancamiento del proceso analítico de las parejas y familias en las que prima la articulación de soluciones narcisistas frente al singular sufrimiento narcisista identitario[4]. Este último refiere tanto a las fallas en la constitución de un narcisismo trófico, como a sus consecuencias en el núcleo identitario posible.

Esta especificidad clínica implica no perder de vista que como analistas, nos encontramos “subjetivamente implicados” ante estrategias de sobrevida psíquica, las que refieren al singular modo de haber sobrevivido psíquicamente a las fallas en el modo de presencia del objeto “otro sujeto” y la terceridad necesaria. Es decir de algún modo se logró resistir a los climas abusivos, ya sea por exceso o por defecto, y acceder a una “solución narcisista” sostenedora del sentimiento de sí y del núcleo identitario posible. Éstas operan para cada uno como su marca identitaria, a la que enunciamos, “su apellido otro”. Es decir los agentes de estas soluciones, tienen una singularidad subjetiva, producto del modo de haber resistido frente a su necesario llegar a ser alguien para alguien.  

Pensar en este tipo de estrategia de sobrevida psíquica (imperiosidad, alivio y calma), con una lógica diferente a aquella de la vida psíquica (objetalizacion necesaria, experiencia de satisfacción, acceso al principio de placer), nos permitió dar matices al concepto de perversión narcisista y acercarnos a la solución perversiva narcisista y sus derivaciones patógenas dentro del “siempre presente” espacio relacional. Esto nos posibilitó dar sentido y figurabilidad a las escenas en las que se articula tanto el sufrimiento que el agente perversivo narcisista inflige de un modo compulsivo a un “otro no otro”, quien posicionado tanto como víctima o cómplice, es agente de una solución sacrificial auto-abusiva antinarcisista[5], como al sufrimiento “desesperanzado-desesperado” que subyace en el agente perversivo.

Este neoconcepto de solución perversiva narcisista surge a partir de la articulación del concepto de “solución narcisista” en el que R Roussillon refiere al “esfuerzo y posibilidad del psiquismo, de ligar las experiencias de dolor que retornan compulsivamente evitando el encuentro con la necesidad” del objeto, con el de perversión narcisista de PC Racamier, quien la enuncia como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”. También R Roussillon, enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación, para asegurarse la descarga de lo que no pudo integrarse y significarse en su tránsito a “ser significativo para alguien”, en la propia economía pulsional. Este espectro clínico nos enfrenta con la necesidad de definir:

  • ¿a qué nos referimos el enunciar la dimensión de las experiencias de dolor? ¿refiere a una dimensión cuantitativa en su camino a ser el sufrimiento de alguien, en su dimensión cualitativa?
  • ¿a qué tipo de retorno referimos lo compulsivo?, ¿al retorno de “lo clivado en” la subjetividad familiar, o a “lo clivado de” la subjetividad de algún hijo, lo que nos conecta con la posibilidad del retorno de “lo aun no subjetivado”? Una referencia a la compulsión a la subjetivación[6] que “no cesa en su insistencia” e implica un tipo de retorno  sosteniendo como lo plantea R Roussillon un cuarto vasallaje del yo , esta vez  ampliado a su dimensión de Yo familiar.
  • Al enunciar la “necesidad del objeto,” tenemos que precisar ¿necesidad de quién? ¿de un Yo? ¿de qué tipo de yo? ¿del Yo sujeto de la pulsión o del yo objeto del investimiento pulsional?
  • Y al referir a objeto ¿objeto de la pulsión en su dimensión intercambiable, u objeto para el yo en su dimensión narcisista?
  • ¿A qué movimiento de descarga y a qué tipo de contradicción interna nos referimos?, ¿necesidad de descargar ¿de quién? y ¿en quién? ¿deja este movimiento expulsivo un resto? ¿un resto para quién?
  •  La autoconservación habla de un egoísmo necesario para el sujeto, ¿de qué sujeto hablamos? ¿está constituido el sujeto para poder referir a él?

Frente a los interrogantes enunciados, se nos impone la diferencia de pensarlos dentro de una economía pulsional singular, o incluir el matiz dado en la economía pulsional vincular de las parejas y familias a las que nos dedicamos. Esta especificidad nos posibilitó conceptualizar el hecho que en las parejas en las que prima un pacto narcisista dado por la articulación de soluciones narcisistas, la marca de una carencia narcisista producto de una falla grave en la presencia del objeto y la terceridad necesaria, se pueda transformar en un “entre deux”, en una herida narcisista, sostenida en la escena actual de un modo atemporal y producida por un agente responsable y “siempre” deudor ahora presente,  

Esta solución “a deux” posibilita salir del dolor “en desesperanza”[7], sin un origen, sin fin, atemporal e innombrable. Nos encontramos subjetiva y transferencialmente implicados, en un circuito trans-subjetivo sostenedor de un apego al negativo del objeto[8], dentro del cual, a partir del “sufrimiento que hoy padezco y “vos me lo provocas” “mi dolor”, último testimonio presubjetivo de las fallas en la presencia del objeto en la constitución del yo sujeto, es sostenido y adquiere en lo actual la dimensión cualitativa de sufrimiento “de alguien” como un organizador posible de la escena vivida. 

A partir de una transformación pasiva activa “a deux” en su estado exitoso y dentro de un tipo de vínculo en el que al operar el “apego al negativo del objeto”[9]el aferramiento al dolor es un organizador y priman la deuda, la queja y el reproche; un Yo puede activamente, reclamar desde una posición de “agente acreedor con su razón”  a un agente “siempre” deudor, el sufrimiento dado a partir de las consecuencias de algo sucedido en una atemporalidad innegociable sostenida por “siempre vos….”en una referencia al “habría o hubiera”. A su vez el agente “siempre” deudor, de un modo desesperado necesita demostrar a “su supuesto otro no otro”, que “yo no soy ese que vos afirmas que soy”.

Queda velada en esta descripción la desesperanza transformada en desesperación y las consecuencias patógenas dadas por las afirmaciones provocantes-convocantes sostenidas por el agente perversivo acreedor.

 Una secuencia posible pensada dentro de la intersubjetividad transferencial que nos implica,

Aclaremos el concepto de “intersubjetividad transferencial”. Desde una posición implicativa que nos posiciona dentro de los movimientos enloquecidos y enloquecedores que se dan en estas parejas o familias, sus efectos nos involucran “más allá del momento de sesión”. Estos efectos o afectación “inter-sesión”, nos llevó a ampliar el concepto de  transferencia al de subjetividad transferencial, una espacialidad intersubjetiva que nos implica como analistas en persona, en el neogrupo[10] que constituimos y en la que se da la posibilidad de la penetración actuada  del clima toxico “invivible” en el que sobreviven estas familias.

Secuencia posible dada en estos equilibrios interdefensivos, 

 Dolor, una dimensión cuantitativa en búsqueda de la objetalizacion necesaria,

“en desesperanza”, un tipo de desvitalizacion representante de la hemorragia libidinal equivalente a lo agónico,

alerta que lleva a la desesperación, dimensión humana que enuncia la,

  Recuperación pre subjetiva de la condición de posibilidad,

 Ante esto, nos encontramos implicados frente a diversas opciones entre las cuales distinguimos:

A) rumiación “intrasubjetiva” y posibilidad de instalar un incorporatintra somático, o

B) apelar a una agresividad necesaria en su función objetalizante, pero degradada a un tipo de violencia con:  

Tendencia a la descarga provocante y convocante ahora de un “otro no otro”, un tipo de doble narcisista y,

respuesta de este otro acorde a su propia posibilidad, dada por su singular solución narcisista de sobrevida psíquica.

Configuración en acto y en lo actual, en un “entre dos”, de una escena entre un acreedor con “su razón entendible por humanos”, frente a “su pulsión” y al objeto “ahora presente y deudor”,  Al darse esta escena en sesión el registro de presente y deudor implica a una  terceridad demandada  e impotente, por ejemplo “un padre pintado” presente físicamente y ausente en su función tercera, sostenido en latencia en el malestar del analista, pero ¡este registro ya es un resto dentro de nuestra intersubjetividad transferencial! Queda planteada la necesidad de dar matices a la dimensión del malestar intra sesión y sus derivaciones, diferente al dolor como organizador de las escenas habituales, así como a la posición del testigo en su tránsito hacia el testimonio.

En esta secuencia de escenas se recupera de un modo aun pervertido y patógeno, la posibilidad identitaria en su referencia a un otro necesario y a una negatividad singular, dada por las consecuencias del negativo del objeto.

¿Pero negativo de qué objeto y objeto para quién?

Es necesario definir qué tipo de negatividad[11] y sus destinos, opera en cada uno de  los miembros de la pareja, quienes como estrategia de sobrevida psíquica  y una salida posible del dolor, una dimensión cuantitativa sostenida en desesperanza, mantienen en una articulación patógena, una escena atemporal y vigente en la cual a partir de sus posibilidades narcisistas de autoconservación, un yo “sujeto” es sostenido por alguien en una escena atemporal en la que:  “yo puedo reclamar con razón lo que “vos”, o un otro, me debe en una dimensión humana y actual”, es decir en una lógica entendida por humanos y sosteniendo una razón válida frente a la presencia del “analista en persona”. Estas relaciones de pareja habitualmente están centradas en poder pedir desde el reproche, aquello que el “otro no puede dar quedando yo “ligado” o “aferrado” desde mi sufrimiento y siendo mi dolor el testimonio de tu falla o ausencia” (P Denis solución algógena). Son pacientes que al no poder procesar el conflicto de un modo intrapsíquico e inter-instancias, necesitan que éste se juegue permanentemente en una “trans-subjetividad”, tendiendo al acto desubjetivante, predominancia de la descarga en la tendencia entrópica de la pulsión.  Si la pulsión es exigencia del trabajo impuesto a lo psíquico a partir de su articulación con lo somático, pensamos que cuando referimos una negatividad a la presencia fallida del objeto primario, estamos refiriendo a la sumatoria de experiencias de un yo en su momento de constitución, frente a su pulsión y en presencia del objeto en “su singular condición de posibilidad”. Es decir es la resultante de los diversos movimientos pulsionales de cada ser vivo en búsqueda del objeto posible, lo que va a dar como resultado su solución narcisista y  las marcas que quedan en el yo sujeto, a partir de las fallas en la función narcisista del objeto para ese yo en constitución.

Esta clínica nos invita a  profundizar la exploración psicoanalítica de las alianzas y pactos posibles sostenidos por sujetos presentando una patología importante de su economía narcisista. Nos enfrentamos con el núcleo de las defensas narcisistas frente a traumas primarios, y en particular frente a la manera en la que el sujeto intenta “re-petir”[12] para transformar “dentro del medio en el que convive”, sus carencias narcisistas en heridas posibles de ser sostenidas de un modo atemporal y referidas a un agente actual, o en nuestra propuesta, “a partir de un espacio terapéutico “adecuado” acceder al trabajo de subjetivación historizante del sufrimiento padecido y a ser sujeto del propio dolor. Apelando a una metáfora a partir de las heridas dadas en la bio-lógica,  el necesario tejido cicatrizal, evidencia un mecanismo de defensa y auto conservación singular, que pone “hoy de un modo trófico, recursos actuales para cicatrizar”. La marca de la herida sigue vigente y si “uno la busca la encuentra”, pero ya no duele, es una demanda prescripta. ¿Podemos pensar nuestra función implicativa como analistas, la de facilitar o posibilitar, la acción trófica de este tejido cicatrizal[13].

En sesión se despliegan escenas en las que discutiendo la realidad, que nosotros no conocemos, se da un mutuo aferramiento contestatario, una coraza de co-excitación fusional, sostenedora de la posibilidad paradojal de la co existencia de varias realidades, haciendo posible que lo sucedido y padecido quizás no haya sido así. En un clima de acusaciones y defensas posibles, se abre “frente a nosotros” la dimensión de la culpabilidad, pero sostenida por agentes culpables de “algo sucedido y comprobable”.

La preeminencia de esta solución “a deux”, su necesario retornar de un modo circular a sus personajes en posiciones fijas y sin salida, atrapados en una vigencia “a veces mortífera”, en acto de lo actual y la no memoria del proceso recorrido, genera en nosotros un malestar que referimos a un registro del estancamiento o “impasse” del proceso terapéutico, al que por su no acceso al pasado lo enunciamos “impassé[14]. Pensamos que aquello que en lo manifiesto,  se presenta como  una problemática grave y sin salida, en su base, sostiene un equilibrio interdefensivo o una solución narcisista “a deux”[15] en su estado “exitoso fracasado”.

A partir del modo en el que D Maldavsky desarrolla los estados de las defensas y aplicándolo a la especificidad dada en familia y pareja,  podemos suponer que en la formación de estas familias, en algún  momento en la pareja parental se dio una alianza y un equilibrio interdefensivo que en su estado  exitoso,  sostenía la ilusión de vivir en una “neo realidad” “auto producida” y con la “fantasía de autoengendramiento”. Esto se daba dentro de la articulación exitosa de diferentes desmentidas: de la autonomía narcisista, de la diferenciade sexo, de generaciones, de vivo-muerto, y de la interdicción ante la intercambiabilidad de seres. El estado exitoso lograba rechazar algo fuera del yo “familiar” y al mismo tiempo mantenía la continuidad narcisista identitaria parental.

 En su estado exitoso no hay motivo de consulta, pero ante la aparición de manifestaciones sintomáticas y sus re-adecuaciones defensivas necesarias, el estado de la alianza patógena se torna “exitoso fracasado”. En este se mantiene lo expulsado, pero ya la ilusión de omnipotencia o rédito narcisista es relevada por vivencias displacenteras y esta es la opción que estamos planteando.


[1] Publicado en Actualidad psicológica  2015,

[2] A partir de una posición en la que es “la clínica la que interroga la teoría”, este desarrollo expresa un dialogo clínico teórico entre mi experiencia clínica en Terapia Psicoanalítica de Familia y Pareja con patologías narcisistas y el modo en que R Roussillon  describe el sufrimiento narcisista identitario y sus posibilidades en el proceso psicoanalítico.

[3] D. Maldavsky,

[4] R. Roussillon,

[5] F Pasche,

[6] R Roussillon,

[7] R Roussillon, «en desespoir” que refiere a la dimension de la agonía.

[8] R Roussillon D Anzieu,

[9] R Roussillon, D Anzieu,

[10] E Granjon,

[11] A Partir de R Kaes, Transformación posible de la negatividad radical(lo real, inaccesible) en una negatividad relativa, y posible a partir de la situación analizante en la cual se da el retorno de lo aun no subjetivado en busca del trabajo de subjetivación.

[12] R Roussillon; Compulsión a la re-peticion y a la subjetivación de lo aun no subjetivado,

[13] Diferenciamos la dimensión cuantitativa del dolor, de la dimensión cualitativa del sufrimiento de alguien para alguien.

[14] P Denis,

[15] E Grinspon a partir de R Roussillon,