Eduardo A Grinspon.
Trabajo del resto en la transferencia por retorno.
El abordaje de las afirmaciones identitarias en el ámbito de la sesión, nos enfrenta a las posibilidades de vacilación de coyunturas clínicas altamente patógenas. La tendencia al estancamiento (impass) y a la atemporalidad (impassé) nos implica en la necesidad de sostener y relanzar al trabajo de subjetivación historizante de lo que permanece “clivado”, ya sea “en la subjetividad” de la configuración “pareja/familia” o “de la subjetividad” de alguno de sus miembros. Aquello aún no subjetivado, se nos manifiesta en sesión como signos perceptivos, a partir del retorno de huellas perceptivas singulares (C Botella) en concordancia a lo que enuncia R Roussillon como una “actualización perceptivo alucinatoria”. En sesión a partir de “lo actual”, esta actualización evidencia el retorno compulsivo de aquello que está “en resto” de la experiencia traumática singular y que no cesa en su insistencia en espera de la “simbolización necesaria”. Este “resto aun cuantitativo”, retorna en búsqueda del objeto otro sujeto necesario para acceder al trabajo de figurabilidad y subjetivación. En la especificidad de la Terapia Psicoanalítica de Familia y Pareja, a partir de la vacilación del equilibrio interdefensivo vigente nos acercamos a la posibilidad de la trasferencia por retorno y al trabajo de apropiación subjetiva de estos restos subyacentes.
El re-presentarse estos restos “también” en nuestro espacio intersubjetivo transferencial generaron los siguientes interrogantes:
- Al estar “personalmente implicados” ¿De qué manera este tipo de retorno se “presenta” en sesión en relación a nuestra reverie posible?
- Son configuraciones transferenciales en las que nos encontramos implicados dentro de escenas fijas y estereotipadas. Decir “nos encontramos” no es casual, ya que a partir de nuestro malestar, confusión y asombro, nos encontramos con nuestros propios registros subjetivos.
- Las escenas en sesión se sustentan en la interacción de personajes cuyas posiciones subjetivas en su rigidez e invariancia sostienen y refuerzan recíprocamente la vigencia de las corrientes defensivas singulares que fueron necesarias para su sobrevida psíquica .
- Se constituyen “en un entre deux” afirmaciones identitarias, que expresan la derivación identitaria de cada solución narcisista de sobrevida psíquica lograda y que desde la perspectiva de la metapsicología individual son descriptas como rasgos de carácter.
- Estas afirmaciones identitarias “deben” sostenerse dentro de paradigmas relacionales fijos, ya que para cada uno de estos pacientes su solución narcisista de sobrevida singular fue “su” modo de resolver “su” necesidad de ser alguien para alguien. Aun en condiciones extremas de supervivencia física y psíquica debe mantenerse de algún modo presente (incluso alucinando o delirando) a un humano otro “como uno”.
Volviendo a la experiencia en sesión de TPFP y pensando que el retorno de estos restos, son retorno “de alguien para alguien”, como analistas en persona nos encontramos implicados en el siguiente transito del “trabajo “del resto”.
- Poder cuestionarnos si la re-presentación para alguien, está dirigida a nosotros.
- Prestarnos a sostener una reflexividad necesaria que dará apertura a un continuum co-alucinatorio inaugural, a partir del cual nuestra presencia e intervenciones facilitarán en nuestros pacientes, el acceso a la figurabilidad necesaria para el trabajo de subjetivación.
- Para alcanzar esa calidad de presencia no debemos banalizar ni desvitalizar nuestras propias sensaciones de malestar y confusión, que traen a la luz nuestros “registros e interrogantes” que no cesan en su insistencia.
- Establecer nuestro modo singular de resistencia (“endurance”) para sostener en momentos puntuales de la sesión, la continencia necesaria y la apertura co-alucinatoria para lograr la receptividad del resto cuantitativo de lo aun no subjetivado. Resto cuantitativo que retorna en búsqueda de nuestra presencia y disponibilidad como un otro sujeto y su pulsión necesaria para el acceso a lo cualitativo.
Consideramos que a partir de nuestra posición implicativa se sostiene el efecto de presencia en sesión, brindando la co-generatividad necesaria para pasar de la re-presentación dentro de nuestra intersubjetividad transferencial a la representación para el paciente.
- Considerar en la sesión y en el espacio inter-sesión, a nuestras sensaciones de malestar y confusión que nos pertenecen y permiten a su vez sostener la presencia de la dimensión del testigo, tanto del testigo intra-subjetivo propio, como del testigo intra-subjetivo del sufrimiento que padece “nuestro paciente”.
- Se hace presente un tipo de reverie sostenida por nuestra posición de “objeto otro sujeto y su pulsión” frente a pacientes y familias que no pueden soñar.
Tránsito en la transformación del registro subjetivo transferencial singular de cada analista, en una intervención. Travail de Passibilite. Posicion de “passeur”. Trabajo de pasaje por medio de un objeto de transición en su diferencia con el transicional.
- Emprender un trabajo de pasaje por medio de nuestra posición como un objeto de transición. Para ello podemos metafóricamente tomar desde lo biológico la función de las enzimas en el proceso de transformación, el analista pre digiere lo indigerible y no metabolizable del sufrimiento narcisista padecido por “su paciente” y comparte desde lo afectivo generando un “entre dos intersubjetivo transferencial”, accediendo “en lo actual” a lo pensable y nombrable entre “humanos”.
- Asumirnos como un “objeto de “transición” y “no transicional” implica ser un objeto de transición para el interjuego que posibilita una travesía, una movilidad en el espacio “externo interno”, para que nuestros pacientes alcancen lo propio y singular. Jerarquizamos la diferencia de esta posición con la del objeto transicional que favorece la creación de una zona intermediaria entre un “adentro y un afuera”, una zona de no diferenciación que desdibuja el origen y la pertenencia, colocando a su paciente en una zona transicional entre sujeto y objeto.
- Nuestra posición implicativa nos ubica como analistas “en persona” partir de nuestros registros intersubjetivos transferenciales dentro del paradigma relacional sostenido de un modo “vital-identital” por estos pacientes.
- A partir de nuestro malestar y confusión, podemos recuperar la capacidad de imaginar apelando a nuestros propios registros, que convocan e interpelan archivos de escenas vividas durante el proceso terapéutico recorrido, así como también nuestra propia historia personal.
- Evaluar el destino que como analistas disponemos para esas imágenes que si bien son propias, han sido motivadas dentro de la situación analizante co-construida.
- Intervenir dentro de la escena jugada en el espacio intersubjetivo transferencial.
- Visualizar la potencialidad de un trabajo del trauma en dos tiempos: un primer tiempo sustentado en la labor “con el analista”, como un objeto de pasaje y facilitador dentro de un espacio “co-construido entre dos” (paciente – analista), para dar luego lugar en una segundo tiempo al trabajo de subjetivación y apropiación singular.