Por Eduardo Alberto Grinspon
El título de nuestro coloquio pone en el tapete nuestro compromiso subjetivo (y) transferencial dadopor nuestro soñar o sus equivalentes posibles en familias que no pueden soñar. Voy a desplegar algunos conceptos a partir de un material clínico que es parte de nuestra investigación “clínico conceptual con familias en las que impera[1] la solución perversiva narcisista y sus consecuencias.Este neoconcepto surge a partir de laarticulación del concepto de:
- a) Solución narcisista de R Roussillon, a partir de su referencia al esfuerzo y posibilidad del psiquismo, de ligar las experiencias de dolor que retornan compulsivamente (lo clivado no subjetivado) “evitando el “encuentro con la necesidad” del objeto (“otro sujeto”), articulado al modo del mismo autor de pensar la supervivencia psíquica tanto de nuestros pacientes como la nuestra, analistas en persona de “nuestros pacientes”.
Con el de
- b) perversión narcisista[2] de PC Racamier, quien la enuncia como “la manera organizada de defenderse de todo dolor y contradicción interna expulsándolos en otro”.También R Roussillon enuncia la posibilidad de pervertir las funciones de autoconservación para asegurarse la descarga de lo que no puede integrarse y significarse, (adquiriendo un sentido), en la propia economía pulsional
Esta solución al ser perversiva, incluye inevitablemente al otro, tan estructuralmente necesario en lo actual como fue necesaria y fallida en su función, el objeto primario en la construcción narcisista e identitaria[3].
El material al que referimos corresponde a una familia en la que a través de generaciones primaba el eje Tiranía-Sumisión[4],dado a partir de la articulación de una solución perversiva en su derivación tiránica y una solución algógena[5] en su derivación sacrificial. La primera poniendo en juego el componente de dominio[6] para poder evacuar las angustias intolerables y la segunda logrando ser “único para alguien” a partir de la desmentida exitosa de la posibilidad de ser nadificado en el deseo del objeto “otro sujeto”.
¿Podemos imaginar en esta alianza las consecuencias posibles de una pervertización “a deux” del proceso de “apego – diferenciación”, a partir de una falla en la adecuación necesaria del objeto significativo[7]?
Ambas soluciones expresan un tipo de estrategia de sobrevida psíquica individual que nos llevó a pensar:
- el lugar posible del“objeto otro sujeto” en el acceso a la constitución del “yo sujeto”,
- la posibilidad paradojal dentro de los movimientos perversivos trans-subjetivos que la “pulsionalidad sea propia-ajena” y
- la necesidad de dar matices diferenciales al desvalimiento tanto en el agente perversivo tiránico, como en aquel que en el lugar de un utensilio sumiso, se posiciona como cómplice y/o víctima.
En Terapia Familiar Psicoanalítica es necesario diferenciar dentro de esta última posición, la horizontalidad generacional de la pareja parental, del lugar de los hijos a partir de quienes frecuentemente se genera y se sostiene la posibilidad de tratamiento y cuyo narcisismo fue la variable de ajuste para la continuidad narcisista identitaria parental. Este clima pervertizante transforma a los hijos (es decir lo nuevo) ante la re-petición posible, en agentes de la re-edición en términos transgeneracionales. Entendemos como “hijo” tanto a los que están presentes “hoy” en nuestro espacio terapéutico, como al “hijo” que alguna vez fueron los hoy posicionados como agentes de las soluciones perversivas narcisistas patógenas.Habitualmente se habla de estos a partir de las consecuencias de su destructividad, la que adquiere el grado de “perversidad”, pero queda velada al servicio del circuito de complicidad y de una “condenación superyoica”[8], su “marca” del desvalimiento padecido. Sufrimiento psíquico subyacente a su seducción narcisista venenosa, junto a su vital dependencia hacia aquél ubicado en posición de partenaire, cómplice y/o víctima. Es la posibilidad del corrimiento posicional de este último durante el proceso terapéutico, lo que da opción al cambio clínico.
Cuando enunciamos en estas soluciones “el esfuerzo para ligar las experiencias de dolor que retornan compulsivamente”[9], referimos a lo clivado, aun no subjetivado, restos de la experiencia traumática vivida en su incesante retorno en búsqueda de la subjetivación posible
Pensar en estas soluciones, en nuestro caso “ya” desde el Aparato Psíquico Familiar,nos enfrenta con el sufrimiento narcisista identitario dado ante“las fallas en el modo de presencia del objeto[10]. Los objetos indisponibles e inutilizables provocan una seducción narcisista “centrípeta o incestual”, que obliga al sujeto a “ponerse el mismo al servicio del narcisismo del objeto”, lo obliga a incorporar al objeto en su interior para salvaguardar su propio narcisismo y en el mismo movimiento alienarse al objeto en si interiorizado”.
Tanto el agente tiránico, como su partenaire y hoy los hijos fetichizados[11], quedaron acorralados en este clima de objetos indisponibles[12].
Si pensamos a la “tiranía, como dice A Ciccone, en búsqueda de un objeto, la solución perversiva en su derivación tiránica fuerza “a su modo” la disponibilidad del objeto y a su tendencia “natural a extrapolarse fuera de las relaciones íntimas, la pensamos como expresión de una esperanza (“en espoir”),de encontrar un objeto que resista (endurer) la destructividad para poder salir de la sin salida (impass) de este tipo de culpabilidad. ¿Podemos imaginar cómo enuncia R Roussillon, que en estas situaciones el núcleo identitario se ha construido o estructurado en una posición subjetiva de « yo soy el mal » en lugar de « yo soy el seno »?
Nuestro singular modo de presencia implicativa en la escena trasferencial[13], al ser sostenedora del objeto otro sujeto, es determinante del tránsito de la “persona del analista” al “analista en persona de nuestros pacientes”, un “objeto subjetivo familiar”[14]co-construido a partir de nuestra respuesta a los movimientos pulsionales jugados dentro del medio familiar.
¿A qué tipo de grupo familiares nos referimos?
En estos grupos familiares es predominante[15], un demasiado lleno tóxico y fusional que opera como un contenido perverso que tapona las fallas de una continencia adecuada, la intimidad emocional es reemplazada por la co-excitación.
Nos encontramos dentro de un equilibrio en el que predomina la lógica de la sobrevida psíquica en la que prima la experiencia del dolor, la perentoriedad o urgencia, el alivio y la calma, sin acceso a la “objetalizacion necesaria” para constituir la experiencia de satisfacción, que caracteriza la vida psíquica y la temporalidad.
Reina un clima violento, confusionante y estereotipado en el que a partir de lo imparable del accionar del agente tiránico, impera el miedo a una consecuencia catastrófica si no se aplaca “al loco”, perpetuando a su vez su presencia[16] organizadora. Estas escenas definen personajes dentro de escenarios estereotipados. Pensar en personajes nos permitió plantearnos como objetivo terapéutico, llegar a diferenciar a las personas atrapadas en este (agieren) actuar compulsivo[17]. A través de generaciones, cambiaron las personas pero se sostuvieron los personajes, estos “locos tiránicos” y el clima reinante.
Dentro de este clima, en el que se da un aferramiento adictivo a la realidad actual, la palabra es degradada a palabra acto detonante de escenas ya predeterminadas en términos transgeneracionales,
¿Qué tipo de reverie es posible?
Soñar implica un espacio intermediario que es parte de nuestra espacialidad intersubjetiva transferencial, lo que nos llevó a preguntarnos “en cada situación clínica”, ¿a) cómo se produce este sueño o su equivalente onírico posible, b) cuál es el sentido y c) cómo incluirlo en el proceso terapéutico que transitamos?
Nuestras intervenciones generadas a partir de los efectos en nosotros, dados tanto en el espacio intra como en el inter sesión, nos llevó a enunciar una posición preonírica del analista en sesión
A partir de nuestro malestar “intrasesión” se pueden dar “en y a partir” de nosotros, equivalentes pre-oníricos, los cuales van a evidenciar las pequeñas y graduales vacilaciones del equilibrio interdefensivo patógeno familiar.
Estos equivalentes surgen a partir del modo singular en el que cada analista “en persona” al resistir (endurance) a la destructividad desplegada intrasesión, posibilita la presencia (a partir de R Roussillon), del objeto destruido-“co-alucinado”-creado-encontrado[18], “ahora” subjetivamente disponible y utilizable. Nuestras intervenciones evidencian un intento de sostenimiento de la membrana de protección antiestímulo “familiar” o enveloppe continente “a deux”[19], garante de la continuidad – discontinuidad, tópica sobre todo a partir de la presencia del espacio interactivo y los clivajes familiares respondiendo a la tercera tópica[20].
En estas familias, más que soñar el sueño que “no pueden soñar”, nuestra endurance singular permite que advenga la pesadilla que la familia no puede soñar o no se animaba a seguir soñando. Nuestra endurance nos posibilita recibir incluso a aquello que obturaba la pesadilla.
¿Por qué enunciar la intersubjetividad transferencial?
Pensamos a la transferencia posible y necesaria en estas familias, como una imtersubjetividad transferencial, una espacialidad pluripsíquica y plurinarcisista que nos involucra y en la cual es nuestra disponibilidad subjetiva, la que posibilita el acceso a un “a posteriori” no confirmatorio ni explicativo, sino parte adviniente del trabajo de subjetivación historizante posible.
Al imperar este equilibrio interdefensivo patógeno, el registro de las consecuencias de las maniobras confusiógenas se encuentra proyectado en nuestro espacio terapéutico. Por esta razon se torna fundamental nuestra resistencia (“endurance”) singular, posibilidad de resistir “subjetivamente vivo y presente”, dentro de la tensión dada entre los movimientos pulsionales en su función mensajera y “en búsqueda de un objeto disponible y utilizable”[21], frente a los “movimientos perversivos” sostenidos “a partir del pacto dado en la alianza patógena parental”.
El campo de operación del agente perversivo narcisista es la realidad[22] .
En sesión nos encontramos con “agentes enloquecedores” quienes a partir de sus afirmaciones provocan[23] y convocan a su partenaire (“cómplice “o “victima”) a una discusión de la realidad, la cual se torna un equivalente de un delirio “enloquecedor “en y con elementos de la realidad”[24].
En este clima de aferramiento contestatario acerca del sentido de la realidad[25], se sostiene una comunión de desmentida, en la cual la realidad se torna fragmentable y al ser discutible, se sostiene la creencia que algo “ya sucedido” y que dejó una marca traumática, puede “aun” no haber sucedido”, asumiendo el agente tiránico la posición de un equivalente pervertido de instancia superyoica familiar. Estos movimientos perversivos al sostener la posibilidad paradojal de la atemporalidad y de la coexistencia de realidades diferentes u opuestas, involucran tanto al sentido de la realidad como a la instancia superyoica organizadora transformada en un Superantiyo familiar (surantimoi[26]).
Recordemos que para PC Racamier este último amenaza en beneficio de un narcisismo privado insondable. “Su mandato es creer todo prohibiendo saber[27].No es una ley, es una tiranía, presenta la verdad como falta, el pensamiento como un crimen y los secretos como intocables”.
Este tipo de tensión intrasesión intenta desvitalizar nuestro registro de “otra posición asumida por alguno de los miembros de la familia quien “como puede” enuncia: “sufro porque la realidad que registro es diferente a la que me impone el agente tiránico y le pido finalmente a éste en una dependencia unívoca que convalide mi realidad” para poder salir de este circuito, que se torna finalmente paradojal sin salida y enloquecedor”. Nuestro malestar frente a estos registros, evidencia un tipo de soledad, homóloga a la posición intra e intersubjetiva del testigo del sufrimiento padecido, y su función posible de dar lugar a partir de su memoria “aún” no desvitalizada y la presencia necesaria de un sujeto otro, al testimonio. Así mismo nuestro malestar es la evidencia de una vacilación en este equilibrio patógeno, que dio lugar a la posibilidad de un movimiento en búsqueda de un objeto diferente al “objeto no objeto” impuesto por la alianza patógena. Estos restos subjetivos aún vivos del cómplice o víctima, pueden acceder al trabajo de subjetivación historizante, a partir de la presencia de un otro sujeto (y su pulsión), en nuestra propuesta “su analista de familia en persona”, quien pueda poner en juego la terceridad[28]necesaria para recuperar y sostener la función reflejante del objeto. En varios procesos clínicos transitados, nuestra implicancia fue sostenedora del lugar y la función del testigo del sufrimiento padecido dentro del cuerpo familiar. Es decir, la vacilación posible en estos circuitos trans-subjetivos, refiere tanto a las condiciones dadas “en-por el grupo familiar”, como a las dadas “en-por la persona del analista”, para llegar a implicarnos dentro del proceso terapéutico.
¿Como aplicamos estos conceptos en el Psicoanálisis de Familia y Pareja?
En estas familias, nuestra posición clínica para co-construir a los representantes de la función de testigo del sufrimiento padecido y acceder finalmente a la polifonía del testigo familiar y su testimonio, es determinante de la evolución del proceso terapéutico.
Es diferente el dolor que en su dimensión cuantitativa va a la descarga, de poder acceder a la vivencia de dolor padecido por alguien subjetivamente presente, que ya es una dimensión con cierta cualificación en su tránsito hacia el matiz singular. Para acceder a esto último es necesario el sostenimiento de una función subjetivo transferencial de continencia, que posibilite acceder a la singularidad del sufrimiento padecido, llegar a poder pensarse y “auto-historizarse” dentro de “nuestra” intersubjetividad transferencial.
Al estar implicados dentro de la violencia desplegada “impúdicamente”, quedan en nosotros restos, los cuales al no ser desvitalizados se tornan signos que sostienen a su vez la posición del testigo transferencial quien funciona como un punto de convergencia y coherencia[29].Un “atractor” que convoca la vida pulsional, creando las condiciones para la transformación de los elementos en bruto y relanzar la vida psíquica.
Si partimos de una concepción de los sueños desde la perspectiva de la realización de deseos[30], nuestra presencia opera como un punto de convergencia y proyección en el que cada miembro del grupo familiar “a su modo” aporta algo para que nuestro espacio[31]se ordene alrededor del sector más vital del proyecto familiar inconsciente, –dentro del cual al referir solo a familias en tratamiento–, entiendo a la re-petición en búsqueda de la diferencia. Ante esta convocatoria funcionamos como un Yo nocturno, en regrediencia del pensamiento y desde nuestro malestar vamos integrando los elementos clivados que “deberían” ir a la descarga.
Al sostener la eficacia de “nuestra membrana de protección” anti estímulo, los recibimos como elementos preoníricos, es decir aquellos “restos diurnos” que penetran el aparato psíquico, y a partir de los cuales se va realizando dentro de nuestro espacio intersubjetivo, un equivalente del trabajo del sueño. Esto es posible al abrigo de un contenedor interno, que nos permite conectarnos con lo potencialmente traumático, conservando la vitalidad de “nuestros” afectos, y pudiendo poner en juego el potencial alucinatorio propio.
Diferenciamos estos momentos pre-oníricos en su tránsito hacia el objeto alucinable, de un momento posterior dado en el trabajo de subjetivación hiatorizante.
Tipo de Reverie posible ante estas configuraciones vinculares.
Nuestra inclusión al dar lugar a la apoyatura mutua de narcisismos[32], posibilita recuperar la eficacia en su función del potencial alucinatorio del psiquismo.
El momento de violencia en sesión, es un momento de descarga somática del afecto, “una dimensión cuantitativa que al ir en la búsqueda de cualidad”, despliega un potencial alucinatorio que es expresión de empuje, movimiento y aferencia hacia el objeto[33]. Este movimiento a su vez está en búsqueda del potencial alucinatorio de un otro sujeto y su pulsión[34], en nuestra propuesta el analista en persona, con quien a partir del continuum co-alucinatorio pueda acceder a la co-generatividad asociativa y figurabilidad.
Es la adecuación del analista[35] dentro de la situación analizante lo que posibilita recuperar la eficacia del fondo alucinatorio del psiquismo y el acceso a la subjetivación de lo clivado aun no subjetivado.
Este continuum co-alucinatorio al ser contenido en nuestra subjetividad transferencial, deviene un “alucinatorio de transferencia”[36] que nos involucra.
Habitualmente en este tipo de familias, en un momento se accede a este encuentro con alguno de sus miembros dentro de una tensión inevitable y padecida por el analista, ya que este encuentro entra simultáneamente en contradicción con sectores del resto del grupo familiar, representantes de la eficacia de la defensa transubjetiva[37]y del circuito de complicidades.
Lo alucinatorio debe estar contenido y organizado en un aparato psíquico grupal para soñar[38]. En estas familias, mas que soñar el sueño que no pueden soñar, nuestra endurance singular permite que advenga la pesadilla que la familia no podía soñar o no se animaba a seguir soñando. Nuestra endurance nos posibilita recibir aquello que obturaba incluso la pesadilla
A partir de nuestra presencia “en persona”, del “sentir con” empático y la relación asimétrica en la “situación analizante”, se accede a este sueño compartido cuyo efecto se hace evidente y figurable a posteriori, lo mismo que el sueño al que le damos figurabilidad a posteriori con un sector yoico diferente al que sueña.
Tránsito hacia lo soñable”o a la pesadilla soñable, habitualmente dado a partir del resto que queda en nosotros producto de una escena dada en el espacio intra e inter sesión, que nos convoca de un modo singular y que accede en el “tempo posible” a la intersubjetividad transferencial que nos implica, hasta adquirir cierta figurabilidad. Explicito la dimensión de “tempo” ya que estas situaciones clínicas se dan habitualmente a partir de un tipo de transferencia marcada por múltiples pasajes “por el acto”.
NOTAS
[1]Dentro de la articulación de soluciones narcisistas,
[2]PC Racamier.
[3]R Roussillon
[4] A Ciccone D Meltzer
[5] P Denis, siendo el dolor un organizador necesario.
[6] P Denis,
[7] R Roussillon,
[8] R Roussillon.
[9] R Roussillon. A través del fondo alucinatorio del psiquismo y que no acceden a ser simbolizadas primariamente.
[10] R Roussillon
[11] PC Racamier Hijos sin autonomía, y garante de la invariabilidad
[12]A Ciccone
[13] E Grinspon, intersubjetividad transferencial,
[14] Derivación del concepto de objeto subjetivo a nuestra experiencia en psicoanálisis familiar.
[15] Tensión intersubjetiva perversa, M Hurni, G Stoll.
[16]Vivencia de catástrofe que nos lleva a preguntamos ¿ en que medida este equilibrio defensivo preventivo a deux, intenta evitar lo “ya sucedido”?.
[17] Pensado a partir del concepto de de R Roussillon acerca de la compulsión a la re-petición y al retorno de loclivado no subjetivado.
[18]Articulación hecha a partir de a) el fondo alucinatorio del psiquismo—b) distintos tipos de retorno y c) presencia del objeto- destruido- creado-encontrado enunciado por R Roussillon .
[19] D. Anzieu..
[20]Ch Dejours.lo refiere a los clivajes y PC Racamier a la tópica interactiva.
[21] E Grinsponque describimos como “lo pervertible”.
[22] PC Racamier.
[23] G Catoire en Psychanalyse du lien tirannique
[24] PC Racamier.
[25] R Roussillon.
[26] PC Racamier
[27] PC Racamier. Esta instancia es heredera de la seducción narcisista totalitaria. Es débil en libido pero fuerte en destructividad.
[28]T. Ogden,
[29]C Botella.
[30]No excluyente como plantea R Roussillon, de un resto de historia que se hace presente, al ser re-presentada.
[31]Subjetivo transferencial.
[32] R Kaës.
[33] C Botella , G Lavallee.
[34] Lugar del objeto para simbolizar el objeto a simbolizar.
[35]Transferencialmente “endurer” no es dejar hacer, es co sostener la esperanza (“espoir”) frente al núcleo de desesperanza (“desespoir”) subyacente.
[36] G. Lavallee.
[37]S.Wainrib.
[38]R.Kaës.