Ante los interrogantes enunciados, se nos impone la diferencia de pensarlos dentro de una economía pulsional singular, o incluir el matiz diferencial dado en la economía pulsional vincular de las parejas y familias a las que nos dedicamos. Esta especificidad nos posibilitó conceptualizar el hecho que en las parejas en las que prima un pacto narcisista dado por la articulación de soluciones narcisistas de sobrevida psíquica frente al singular sufrimiento narcisista identitario, la marca de una carencia narcisista producto de una falla grave en la presencia del objeto y la terceridad necesaria, se pueda transformar en un “entre deux”, en una herida narcisista, con un agente responsable y “siempre” deudor ahora presente. Esta solución “a deux” posibilita salir del dolor “en desesperanza[1]” y su dimensión de ser innombrable, sin un origen, sin fin y atemporal. Nos encontramos subjetiva y transferencialmente implicados, en un circuito trans-subjetivo sostenedor de un apego al negativo del objeto[2], dentro del cual, a partir del “sufrimiento que hoy padezco y “vos me lo provocas”, el dolor sostenido como el último testimonio presubjetivo de las fallas en la presencia del objeto en la constitución del yo sujeto[3], adquiere la dimensión cualitativa de sufrimiento “de alguien” como un organizador posible de la escena vivida.
A partir de una transformación pasiva activa “a deux” en su estado exitoso[4]y dentro de un tipo de vínculo en el que el aferramiento al dolor es un organizador y priman la deuda, la queja y el reproche; un Yo puede activamente, reclamar desde una posición de “agente acreedor con su razón” (es decir racionalmente entendible y figurable en la dimensión humana), a un agente “siempre” deudor, el sufrimiento dado a partir de las consecuencias de algo sucedido en una atemporalidad innegociable[5]. A su vez el agente “siempre” deudor, de un modo desesperado y desesperanzado tiene que demostrar a “su supuesto otro no otro”, que “yo no soy ese que vos afirmas que soy”.
Queda velada en esta descripción la desesperanza transformada en desesperación y las consecuencias patógenas dadas por las afirmaciones provocantes-convocantes sostenidas por el agente acreedor.
A partir de nuestro malestar singular, una secuencia posible pensada dentro de la “intersubjetividad transferencial” que nos implica,
Aclaremos en primer lugar el concepto de “intersubjetividad transferencial”. Desde una posición implicativa que nos posiciona dentro de los movimientos enloquecidos y enloquecedores que se dan en estas parejas o familias, sus efectos nos involucran “más allá del momento de sesión”. Estos efectos o afectación “inter-sesión”, nos llevó a ampliar el concepto de transferencia al de intersubjetividad transferencial, una espacialidad intersubjetiva que nos implica como analistas en persona, en el neogrupo[6] especifico que constituimos y en el que se da la posibilidad de la penetración actuada[7]del clima toxico “invivible” en el que sobreviven estas familias.
Secuencia posible:
Dolor, dimensión cuantitativa en búsqueda de la objetalizacion necesaria,
En desesperanza, un tipo de desvitalizacion representante de la hemorragia libidinal posible (equivalente a la agonía, R Roussillon)
Alerta que lleva a la desesperación, dimensión humana que enuncia la,
Posible recuperación pre subjetiva de la condición de posibilidad,
Ante esto, nos encontramos implicados frente a diversas opciones entre las cuales distinguimos:
A) Rumiacion “intrasubjetiva” y posibilidad de instalar un “incorporat” intra somático o
B) Apelar a una agresividad necesaria en su función objetalizante, pero degradada a un tipo de violencia con:
Tendencia a la descarga provocante y convocante ahora de un “otro no otro”, un tipo de doble narcisista y,
– respuesta de este otro acorde a su propia posibilidad, dada por su singular solución narcisista de sobrevida psíquica.
Configuración en acto y en lo actual, en un “entre dos”, de una escena que puede ser puesta en acto o relatada, entre un acreedor con “su razón entendible por humanos”, frente a “su pulsión” y al objeto “ahora presente y deudor”, frente a una terceridad demandada e impotente. Por ejemplo “un padre pintado” (presente físicamente y ausente en su función tercera), sostenido en latencia a partir de nuestra presencia y malestar. Esto ya es un resto “dentro de nuestra intrsubjetividad transferencial”.
En las escenas producidas por esta secuencia, se recupera de un modo pervertido y patógeno, la posibilidad identitaria en su referencia a un otro necesario y a una negatividad singular, dada por las consecuencias del negativo del objeto.
¿Pero negativo de qué objeto y objeto para quién?
Son escenas en las que se da en nuestra presencia un aferramiento contestatario “a deux”, una dimensión cuantitativa de co-excitación fusional, sostenedora de la posibilidad de la co existencia de varias realidades.
En un clima de acusaciones y defensas posibles, se abre “frente a nosotros” la dimensión de la culpabilidad, pero sostenida por agentes culpables de “algo sucedido y comprobable”.
[1]En “desespoir”,
[2] R Roussillon D Anzieu,
[3]Esto nos lleva a diferenciar en nuestra posición clínica conceptual, al sujeto del propio dolor, de la posición de objeto del dolor causado por otro.
[4]A partir de la variación posible dr los estados de las defensas D Maldavsky.
[5]Dada esta por el “siempre vos…” en una temporalidad particular dada por el “habría o hubiera”.
[6] E Granjon,
[7] R Roussillon,